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Alejo, Andrés y Pala, una fábrica de canciones

14 de agosto de 2017
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Entre risas se hacen llamar “cansautores”, así sus historias sean dignas de cualquier relato literario, así su música se convierta en crónica sonora de amores y desamores.

Ellos son los invitados a esta historia que de entrada me disculpo quedará corta: las tres vidas de tres genios musicales, no puede ser contada en cuartilla y media.

PALA, desde Medellín, es quizá es uno de los buenos letristas que tiene América en la actualidad, con música o sin música, un bohemio que como editor literario sería una cuchilla afilada. Andrés Correa, desde Bogotá, es la voz tímida y valiente que construye las canciones de amor que siempre estuvimos esperando, y Alejo, el compadre Alejo García, desde Medellín Colombia, es el cronista de los viajes, el de las canciones sinceras, es el encargado de crear la banda sonora de amores que vienen y van.

Los tres, hacedores de canciones, los tres, hermanos así hayan crecido en lugares diferentes, los tres visitantes esporádicos del rock, de las carreteras, de la poesía, de los viajes y sonidos que trae cada río, cada persona, cada historia.

Escucho sus canciones porque me definen, porque me cuentan de la manera más agresiva y poética. Cada uno encripta su mensaje en acordes que ha vivido, en paisajes que ha sentido y caminado.

Estos tres amigos de las canciones, quizá podrían ser el mejor ejemplo de transgredir la ruta, de darle la vuelta a un género que ya venía con pasos cansados, agotado en el camino por la vieja usanza de hacer canciones. Narran sus cotidianidades, como mirando a través de la ventana, como barriendo la acera de enfrente; Andrés, con su glamurosa confesión, con su canción llamada Bogotá; Pala, con su arrabal, con su amor y con su odio, en su canción Medellín; y Alejo, que crea una espléndida banda sonora a la comuna y a la urbanización en su canción Barrio Colombia.

Ellos no escriben ni cantan por vender, sino por cumplir con la cuota de sinceridad que su alma desde adentro les grita. Sus conciertos, no son solo acordes, voces, polifonías y aplausos. Son historias con colores, son amores que se fueron, son futuros impensados sumergidos en una copa de ron y acompañados de cientos de sonrisas que siempre agradecen.

Si usted no los conoce, pues bienvenido a llenarse de su mundo, de sus historias, de sus discos y canciones. Será, sin lugar a dudas, un encuentro afortunado, pues estos tres tienen la rebeldía en cada acorde, la palabra precisa en la punta de la lengua, y la canción adecuada para cada momento.

Estos tres solo son risas, sinceridad, canciones, y sin dudarlo ni un ápice, el presente creador de las canciones en todo el continente.

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