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A Facebook solo le preocupan sus intereses. No seamos románticos con las redes sociales. Entendamos su lógica económica y así entenderemos cómo funcionan. Y ahí es donde tenemos que incidir, en sus incentivos financieros. El interés de Facebook por monitorizar los contenidos es cero. Lo único que puede provocar que lo hagan es que algún Estado emita quejas. Sin esa amenaza, sencillamente no harán nada. Cuando empezamos a intentar ponerle freno a estas empresas tiramos de leyes heredadas del siglo XX. Pero estas leyes no lo pueden todo. Cuando las usamos para ponerles freno a las big tech no necesariamente interrumpimos sus incentivos financieros. Las leyes del siglo pasado necesitan ser reformadas y no hemos hecho esa labor todavía. Tengo muchas esperanzas en que de la UE salgan las primeras líneas del cambio. Porque del otro lado tenemos el caso chino, un país autoritario, donde desde al menos 2010 el Partido Comunista está diseñando su modelo digital futuro de forma que refleja su forma autoritaria de gobernar. Y lo han hecho con mucho éxito. Exportan tecnología de vigilancia por lo menos a 36 países. El mundo necesita desesperadamente que los países occidentales asuman su responsabilidad ya, durante esta década.