El domingo 16 de diciembre fueron aprobados en segundo debate en el Senado varios actos legislativos reformatorios de la Constitución; dicen algunos medios de comunicación que, por tanto, ya se surtió la primera vuelta de tales reformas y que faltan los cuatro debates de la segunda vuelta, los cuales comenzarán a tramitarse desde el 16 de marzo del año 2019.
Pero, si vamos al fondo, en esa extraña sesión nocturna del Senado, no fueron leídos los textos de los artículos que harán parte de la Constitución Política; sin discusión; sin que los senadores pudieran hacer uso de la palabra de manera razonable, y declarando en cada caso suficiente ilustración, que era precisamente lo que no se configuraba. El último de los textos por considerar fue votado sin lectura, sin debate; sin estudio alguno, faltando un minuto para las doce de la noche. Todo, para decir que “pasaron las reformas”, modificando nada menos que la Constitución. Con independencia de si uno está de acuerdo o no con los textos votados, en su contenido, lo cierto es que el trámite dejó mucho que desear, por autoritario e irresponsable.
Sin discusión no hay debate. Aquí no hubo discusión, y ni siquiera verificación de quórum, luego no hubo auténtico debate. Fue el cuarto de ocho “debates” pero... sin debate.