Como constitucionalista, creo que es muy apresurado hacer una reforma constitucional para un interés político particular, y con un margen tan estrecho. Eso va a tener problemas de control constitucional, porque la Constitución no puede ser un juego de cartas en el que se botan las que no sirven y se recojan otras para una jugada determinada. Un estadista no debe maltratar la Constitución de esa forma. Esas carreras pueden generar consecuencias políticas graves y generar un enfrentamiento peor que el de hoy día.
Con un plebiscito formulado como aprobación de un paquete completo no habrá oportunidad de analizar todo lo que se negoció y aprobó en La Habana. Se reduce a un juego de ganar y perder.
El mecanismo de refrendación más apropiado habría sido el referendo, que permite aprobar preguntas y temas distintos. En el plebiscito no se sabe a ciencia cierta qué se va a votar. Por la dimensión de las modificaciones institucionales, debería haber un referendo que le abra la vía a una asamblea constituyente.
Por otra parte, en Colombia la jurisprudencia constitucional sí cambia dependiendo de la composición de la Corte Constitucional del momento. Así haya decidido una cosa en una época, puede cambiar después, eso ya ha ocurrido.