La Comisión, uno de los mejores inventos de la Constitución del 91, parece incapaz de darle oportunidad al diálogo para resolver aspiraciones de los trabajadores y demás actores económicos. No logramos reconocer que el diálogo es la herramienta para construir el estado social de derecho acordado por la nación hace 25 años. Que urge trabajar por una cultura de diálogo social.
Poco sirvieron los cambios en el procedimiento. El ruido mediático, el electoral, el tributario y la imposibilidad de desviarse algo de la ortodoxia económica hacen que prime la contención salarial y parezca pecado explorar otros caminos.
Las consecuencias de la contención a ultranza se notan: puesto 14 en desigualdad, Gini inmóvil desde 2012. A diciembre de 2015 el 47,1% de los ocupados ganaba menos de un salario mínimo (10 millones de personas), y el 82,8% ganaba menos de dos mínimos. El 64% de todos los que trabajan no tienen seguridad social, o padecen contratación ilegal. Pocos reciben ingresos al menos iguales a la canasta familiar de 1.3 millones de pesos por mes.
Resolver estos problemas estructurales requiere diálogo eficaz, confianza entre los actores políticos y económicos y capacidad del Estado.
Urge sobre todo que empresarios y trabajadores hablen en privado, frecuentemente y con ayuda de terceros para construir confianza, en principio logrando pequeños acuerdos y avanzando, romper la sensación de frustración.
El país acaba de acordar la paz. ¿Por qué no puede con los trabajadores?.