Si esa designación se llega a concretar, que es lo más probable, porque el presidente tiene las mayorías en el Congreso para hacerlo, entonces no pasará nada, nada nuevo, porque el problema no es de nombres ni de cambio de funcionarios sino que siga Juan Manuel Santos a quien le faltan 19 meses en el cargo.
Ahí no se va a notar, no se va a sentir. A los que sí les va a gustar es a los cabecillas de las Farc, que han tenido cierta empatía con el general Naranjo en los últimos años. De manera que eso será lo único significativo, porque de resto no va a pasar nada.
(Su falta de experiencia en la política y en lo público) no lo afectará, porque estará con el mismo presidente de la República. La función del vicepresidente Germán Vargas Lleras fue por un acuerdo político que le permitió manejar la gran contratación en el país.
El general Óscar Naranjo iría a calentar el puesto, de ahí no va a pasar nada más.
El Gobierno está empeñado en esa política de imponer lo que las Farc exigieron y, por el contrario, en el general Naranjo encuentran a un intérprete de sus deseos, a un aliado, más que a un vicepresidente. Será gris y no tendrá ninguna trascendencia en las políticas del país y el mismo Gobierno. A nosotros esa designación no nos produce ni frío ni calor.