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¿Los colombianos viven endeudados? 70% de lo que gastan se financia con préstamos, revela Raddar

El consumo de los hogares colombianos crece, pero a crédito. Camilo Herrera, de Raddar, advierte que el gasto avanza “más por inercia que por fuerza”.

  • Camilo Herrera, consultor y fundador de Raddar. FOTO: Cortesía Consumiendo.
    Camilo Herrera, consultor y fundador de Raddar. FOTO: Cortesía Consumiendo.
27 de octubre de 2025
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En septiembre de 2025, los hogares colombianos gastaron $95,9 billones, un aumento de 10% frente al mismo mes del año pasado, según la medición de Gastometría de Raddar. Sin embargo, detrás de esa cifra —aparentemente robusta— hay señales de enfriamiento.

En términos reales, el crecimiento fue de 4,59%, un avance menor frente al dinamismo que se venía observando a comienzos de año. La economía sigue caminando, pero lo hace más por inercia que por fuerza propia, estima el informe de Raddar.

A su vez, el motor del consumo ha sido el crédito, que creció 28% anual, impulsado sobre todo por las colocaciones de libre destinación y tarjetas de crédito, con aumentos de más del 30%. Es decir, los hogares están gastando más, pero financiados.

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“La colocación crediticia, sumando la causada con tarjeta de crédito, consumo - libre destinación e hipotecaria, tuvo un crecimiento anual de 28%, debido mayormente a la dinámica en colocación de crédito de consumo que crece 32,61%, en línea con la dinámica de venta de bienes durables”.

Este auge crediticio, comparable al boom de 2022, explica hoy cerca del 70% del crecimiento del gasto, según Camilo Herrera, fundador de la consultora Raddar. “La economía está funcionando al debe”, resume el experto.

Aun así, el consumo se sostiene gracias a un mercado laboral que ha dado señales de estabilidad y a la entrada constante de remesas, pese a la reciente apreciación del peso. Pero los nubarrones no se disipan, por ejemplo, la inflación sigue presionando los bolsillos, el Banco de la República mantiene su cautela para bajar las tasas y los ingresos reales por ocupado cayeron 2,8%. En este contexto, el gasto de los hogares se mantiene en terreno positivo, aunque con una velocidad cada vez menor.

Bajo este panorama, en esta entrevista, Camilo Herrera, consultor y fundador de Raddar, analiza los factores detrás de este crecimiento moderado, el impacto de la inflación, las tendencias de consumo y el cierre del 2025.

Afirma que el 70% del crecimiento del gasto proviene del crédito. ¿Qué tan sostenible es ese modelo de crecimiento si los ingresos de los hogares —por salarios o rentas— apenas crecen al 2,48%?

“El crecimiento del gasto de los hogares por encima de sus ingresos se explica por tres fuentes principales de financiamiento. La primera es el mayor endeudamiento, ya que cerca del 70% del aumento en el gasto proviene de la colocación crediticia, no de una política monetaria o fiscal expansionista por parte del Gobierno. La segunda fuente son las remesas, que siguen siendo un factor importante en el sostenimiento del consumo. Y la tercera, los salarios generados por el Estado a través de contratos por prestación de servicios.

Entonces, las remesas parecen ser una constante moderada; la expansión del crédito, inevitablemente, tiene un techo, y el impulso del gasto público también es limitado. Por eso, estamos viendo que llegaremos a un techo de crecimiento del gasto de los hogares seguramente este año, y de ahí en adelante tendremos crecimientos moderados, a una menor velocidad, pero con una dinámica positiva”.

En su reciente columna habla de una “fiesta” que no es para todos. ¿Hasta qué punto el crédito está ampliando la brecha entre los hogares de ingresos altos y los de ingresos bajos en Colombia?

“No creo que el crédito esté ampliando la brecha entre los hogares de ingresos altos y los de ingresos bajos en Colombia. Pero, claramente, el acceso al crédito y la construcción de patrimonio de los hogares, en el largo plazo, sí pueden profundizar esa brecha.

Afortunadamente, en el mercado existe un nuevo ecosistema financiero —como las fintech y las entidades no vigiladas— que permite a muchos hogares acceder a crédito sin necesidad de estar dentro del sistema financiero tradicional. Por ejemplo, los créditos fáciles de Codensa o los de Vanti, que han facilitado la compra de electrodomésticos e, incluso, de motos, un segmento que crece con fuerza.

Ante las limitaciones del sistema financiero formal, por las normatividades y regulaciones que enfrenta, estos sectores han logrado solventar parte de ese vacío, ofreciendo oportunidades de acceso crediticio a personas de ingresos medios y bajos”.

Camilo Herrera.
Camilo Herrera.

Además, de los ingresos por familias, la Generación Z está redefiniendo las prioridades de consumo. ¿Qué cambios estructurales ve en sus patrones frente a generaciones anteriores?

“El reto es muy grande porque aún no terminamos de entenderlas. Creo que uno puede suponer cosas temporalmente, pero debe estar preparado para que eso cambie con el tiempo. Tentativamente, podríamos partir de la premisa de que se trata de una generación líquida: quieren ser nómadas, estar libres y no atados a nada.

Evitan tener casa para no generar patrimonio ni tener que venderlo; evitan tener hijos e, incluso, matrimonio, bajo la idea de no quedar atados y poder moverse y tomar decisiones libremente. Eso parece lógico en este momento, y puede que lo sea hasta cierto punto, pero no es una verdad absoluta. Una persona que hoy diga que no quiere tener hijos, mañana puede cambiar de opinión, y entonces querrá comprar carro y casa.

El mercado debe prepararse para que ese cambio demográfico y cultural remodifique muchas de las cosas como las tenemos definidas, pero también debe entender que nada de esto es definitivo ni permanente”.

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¿Por qué lo plantea?

“Por ejemplo, los bancos. Estas entidades tienden a usar las hipotecas —las casas y los apartamentos— como un activo para que el cliente los use como garantía de crédito. Pero si esta generación no tiene casa ni apartamento, ¿qué garantía ofrece para acceder a un préstamo? Entonces, el sistema financiero tiene que cambiar y adaptarse a los nuevos tiempos. Lo mismo ocurre con el e-commerce, los medios de pago, el tamaño de las viviendas, el tamaño de los productos y muchos otros aspectos que deben redefinirse, porque las familias son distintas.

A esto hay que sumarle algo que usted no plantea en la pregunta: el reto no son solo las generaciones jóvenes, sino también las generaciones mayores. Una persona de 60, 65 o 70 años tiene dinámicas de gasto diferentes, talla de ropa distinta y un gasto en salud más alto. El desafío del futuro no está tanto en las generaciones jóvenes, sino en cómo atender adecuadamente a las personas mayores”.

El aumento de la inflación en los últimos meses ha vuelto a preocupar. ¿Cómo se traduce este repunte en la confianza del consumidor?

“Ciertamente hemos tenido la mala noticia de que la inflación no cede, y eso obedece a varias razones. Primero, al aumento de los precios de los alimentos por problemas de siembra y por el cierre de carreteras —como en el caso de Villavicencio— que afectó el abastecimiento en las grandes centrales. Segundo, al incremento de los costos fijos de las empresas tras la reforma laboral, un factor que siempre debe estar en la ecuación.

El aumento de los costos implica que los precios no puedan bajar o incluso suban en muchas categorías, alterando la dinámica del mercado. Esto podría llevarnos a cerrar el año con una inflación por encima del 5%, lo que abriría la puerta a que el Banco de la República considere subir las tasas. En consecuencia, la indexación para 2026 en rubros como arriendos, educación, salud, comunicaciones y otros servicios atados a la inflación no será tan baja como esperábamos, y eso hará que el próximo año empiece con una “cuota inicial” difícil de reducir.

No creo que este leve repunte inflacionario afecte de manera significativa las dinámicas de consumo de aquí a fin de año, salvo que haya un cambio drástico en las tasas de interés que enfrentan los hogares —no las del Banco de la República, que tampoco creo que suban pronto—. Diría que esto no necesariamente va a impactar el gasto en 2025, pero sí podría generar algunos efectos hacia 2026”.

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El entorno internacional luce volátil, con tensiones políticas, conflictos y presiones sobre las tasas. ¿Qué tanto incide ese ruido global en el comportamiento del consumo en Colombia?

“Creo que el ruido global no tiene una implicación muy grande en la cotidianidad del gasto de los hogares en Colombia. Le planteo una matemática simple: hasta septiembre se han vendido 175.000 carros nuevos. Por cada carro nuevo que se vende, se comercializan aproximadamente tres usados. Es decir, en total se habrían vendido unos 700.000 vehículos en el país.

Si cada hogar comprara un carro, eso equivaldría a 700.000 hogares de los 18 millones que existen en Colombia; es decir, apenas el 5%. Entonces, cuando se mira la cifra en proporción, se entiende que esa “fiesta del gasto” no es tan grande como algunos la presentan, y que no todos los hogares están invitados a ella.

Por eso, las dinámicas globales o regionales —como las tensiones internacionales o lo que ocurra con Venezuela— no tienen un impacto tan directo en la vida cotidiana de las familias colombianas. La mayoría son hogares de ingresos medios y bajos, cuyos patrones de gasto se concentran en bienes básicos. Es cierto que los cambios globales pueden afectar el comercio o la industria, pero no necesariamente alteran la canasta diaria de consumo”.

¿Cómo ha incidido el precio del dólar y la dinámica arancelaria en el consumo de las familias colombianas a lo largo del 2025?

“No veo que se haya transmitido a precios finales en el mercado local, lo cual es normal, eso siempre se demora de 3 a 6 meses en transmitirse. Seguramente puede estar incentivando una mayor cantidad de compras en comercios internacionales, sobre todo de bajo costo, como Temu y Shein, pero en el momento aún no he visto un cambio fundamental en eso”.

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Cada vez hay más hogares unipersonales y menos familias numerosas. ¿Cómo está transformando esa realidad la composición del gasto y los sectores que más se benefician o se resienten?

“El hecho de que haya más hogares unipersonales —hoy, aproximadamente uno de cada cinco— representa tanto una oportunidad como un reto para el mercado. Es una oportunidad porque, por ejemplo, se puede vender un tarro de champú por cada hogar, pero esos productos deben ser más pequeños. Lo mismo ocurre con los muebles: se vende un comedor por cada hogar, pero son comedores más reducidos.

Las industrias deben entender que tienen que ofrecer productos para familias grandes y para familias pequeñas, y contar con canales de distribución que permitan atender ambos segmentos. No es un reto fácil, pero sí alcanzable, y hay que encontrar la forma de hacerlo viable. Sin embargo, el problema surge cuando se cruzan factores más complejos, como el de los adultos mayores que viven solos. En esos casos, el desafío de mercado es mucho más difícil: aunque las oportunidades parecen grandes, no siempre son fáciles de aprovechar”.

Se acerca la temporada decembrina, históricamente fuerte en consumo. ¿Qué proyecciones tiene Raddar para el último trimestre de 2025 y qué factores podrían alterar ese pronóstico?

Nosotros seguimos proyectando para el cierre de este año un crecimiento del gasto de los hogares por encima del 4%. Muy seguramente eso se cumplirá. Podría bajar, en algún momento, al 3,5%, pero las señales indican que estaremos entre el 3,7% y el 4,2% en los meses que quedan del año —octubre, noviembre y diciembre—, con una tendencia positiva”.

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¿Qué podría alterar ese escenario?

“Podría afectarlo, por ejemplo, un problema de desabastecimiento: que no hubiera carros disponibles para comprar, como ocurrió en algún momento, o que faltaran televisores, ropa u otros productos. No parece probable, pero puede pasar.

En segundo lugar, un problema internacional con Estados Unidos que afecte los mecanismos de pago, como el uso de tarjetas de crédito. Tercero, que el consumidor pierda el empleo. Aunque no parece un riesgo inmediato, un choque de empleo en Colombia siempre es una posibilidad. Y, por último, un aumento inesperado de la inflación, que podría darse por diferentes razones. Esperemos que nada de eso ocurra, porque de lo contrario sí podría alterar la dinámica positiva del consumo”.

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