¿Ahora qué hago? ¿Cómo cubriré los gastos? ¿De qué forma pagaré las deudas? Son las preguntas inmediatas que se pasan por la mente de una persona cuando se queda sin empleo. No es para menos, pues un colombiano tarda en reinsertarse al mercado laboral entre tres a seis meses, según cifras de la empresa especializada en recolocación de profesionales Lee Hecht Harrison.
Pese a que la economía ha dado muestras de mejora la tasa de desempleo en noviembre, de acuerdo con los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), aumentó 0,4 puntos porcentuales al presentar una variación de 8,8 % en 2018 frente a los 8,4 % de igual mes el año pasado.
Por otro lado, la población en edad para trabajar también creció en lo corrido de año al pasar de 39,00 millones de personas a 39,04 millones, más no el número de puestos de trabajo y eso se evidencia con los resultados mensuales de desempleo en el país.
Sin embargo, en el mercado existen algunas opciones que pueden ayudar a disipar la preocupación de no contar con trabajo, como los seguros de desempleo que ofrecen algunas entidades bancarias del país y que sirven como un complemento al Mecanismo de Protección al Cesante que existe en la Ley 1636 de 2013 (ahorro por un año continuo o discontinuo si es dependiente a determinada caja de compensación familiar que servirá como auxilio durante seis meses mientras se esté desempleado).
“La cobertura del Mecanismo de Protección al Cesante es muy baja y estos seguros complementarios tienen mayor campo de acción”, detalló Iván Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
De acuerdo con la Ley 1636 de 2013 los trabajadores pueden ahorrar de manera voluntaria parte de sus cesantías, lo que les permitirá, en caso de quedar desempleados, tener una serie de beneficios durante seis meses como aportes a salud y pensión, cuotas monetarias de subsidio familiar y un beneficio económico proporcional a su ahorro.
Mientras que los seguros de desempleo varían según el tipo de plan y contrato. Por ejemplo, la póliza que ofrece Bancolombia es de vigencia anual y cubre seis cuotas de la tarjeta de crédito en caso de quedar desempleado (si se es empleado) o incapacitado (si se es independiente), y 12 cuotas en caso de que sufra una enfermedad grave como cáncer, infarto al miocardio, cirugía de bypass, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal crónica, trasplantes de órganos o esclerosis múltiple (ver gráfico).
“La mayoría de los seguros de desempleo en Colombia están asociados a créditos, no son obligatorios como, por ejemplo, las pólizas contra incendios o terremotos en caso de tener un préstamo hipotecario”, explicó Manuel Rueda, director de la especialización en Derecho de Seguros de la Universidad del Rosario.
El experto señaló que este tipo de productos suelen descontar una cuota mensual o anual de las tarjetas de créditos. Luego de ser despedido, las aseguradoras le dan la posibilidad al cliente de utilizar el dinero ahorrado para pagar alguna deuda que tenga en su plástico o por algún crédito solicitado.
Pero tiene su lado amargo, según el experto en banca de la Universidad de los Andes, Alfredo Barragán, pues indicó que las tarifas de estas pólizas con frecuencia son altas.
Así, vemos que los precios van desde los 17 mil pesos hasta los 152 mil pesos mensuales, todo dependerá del tipo de plan que se contrate y la entidad con la que se firme el seguro de desempleo.
Por su parte, la empresa multinacional española dedicada al seguro y reaseguro Mapfre apunta que estos productos también suelen incluir algunas limitaciones que es preciso conocer antes de firmar el contrato.
“Por norma general, para poder contratar este seguro es necesario estar trabajando y tener un contrato indefinido en el que se fijen más de 13 horas semanales y con una antigüedad mínima en la empresa de seis meses, en la mayoría de los casos”, detalla.
Otro de los puntos que hay que revisar al contratar un seguro de esta modalidad es si existe algún límite de pago de las cuotas mensuales de los créditos, ya que en algunas ocasiones la póliza únicamente cubre un porcentaje de los pagos.
¿Cómo va el uso de estos productos en el país? Cifras de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda) dan cuenta que se desembolsaron 414.170 millones de pesos en desembolsos hasta septiembre de 2018, mientras que en 2017 se cancelaron 468.562 millones de pesos durante el mismo periodo.
En cuanto a materia de siniestros por seguros de desempleo se cancelaron, también hasta septiembre, 66.705 millones de pesos frente a los 72.801 millones de pesos del año pasado.
Adicionalmente, el Estudio de demanda de seguros 2018, elaborado por Fasecolda y la Superintendencia Financiera de Colombia y publicado el pasado 11 de diciembre, reveló que este tipo de productos financieros está entre los cinco seguros con más permanencia (desde hace más de cinco años) dentro de los hogares colombianos.
Así se movieron según el informe: El seguro de incendio y terremoto para el hogar, 52,1 %; el agropecuario, de incendio y terremoto para el negocio, 41,8 %; el de accidentes personales, 38,8 %; de vida, 37,8 %; de desempleo, 34,4 %; de responsabilidad civil extracontractual, 28,1 %; de automóviles, 25,2 %; y educativo, 17 %.
Pero la historia no es tan positiva en cuanto al tema de renovación, allí el seguro educativo y de desempleo se dan la pelea con porcentajes de hogares que desean reanudar este tipo de pólizas de apenas 24,3 % y 27,7 %, respectivamente.
Aunque Barragán es optimista y considera que en Colombia se está generando conciencia que los seguros son importantes, los datos de Fasecolda no demuestran eso: la tenencia de este tipo de seguros es de apenas 0,8 % en el caso de los que están asociados a un crédito y de 1,9 % para los que no lo están.
“Los seguros de baja demanda son: el de incendio o terremoto para el hogar, el educativo, el de desempleo, el de responsabilidad civil extracontractual, el de incendio o terremoto para el negocio y el agropecuario. Los dos últimos son demandados en menos del 1 % de los hogares”, precisa el estudio (ver Paréntesis).
Para Rueda, el tema de educación en aseguramiento es esencial para corregir esta situación. “Pero el Gobierno debe trabajar en simplificar la regulación y quitar las trabas existentes para que los seguros, en general, lleguen con mayor facilidad a las personas que no tienen la cultura de aseguramiento que, normalmente, son personas de estratos bajos. Eso se conseguirá con el diseño de productos sencillos, que se comercialicen por medio de canales de fácil acceso”, concluyó. .