El café colombiano vive uno de sus mejores momentos: su calidad sigue siendo un sello reconocido en el mundo y su peso en la economía nacional se fortalece. Durante el año cafetero comprendido entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, el país alcanzó su mayor nivel de producción en tres décadas, con 14,8 millones de sacos de 60 kilos, un 17% más que en el periodo anterior.
El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Germán Bahamón, explicó que este resultado fue posible gracias a condiciones climáticas favorables y al impacto positivo de la renovación de los cafetales, factores que, además, reafirman la confiabilidad del origen colombiano en el mercado mundial.
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En entrevista con EL COLOMBIANO, Bahamón dio detalles de cómo avanza el sector, por qué se prevé una menor producción en el próximo ciclo, qué ha ocurrido con la Cooperativa de Caficultores de Andes, cuál ha sido el impacto frente al arancel impuesto por Estados Unidos, y cómo se encuentra hoy la relación con el Gobierno Nacional.
Sin el café, las exportaciones habrían caído 4,6% a julio, ¿qué se espera para el cierre del año?
“Las exportaciones totalizaron 13,3 millones de sacos, un aumento del 12%, impulsadas por la gestión comercial de la Federación (+19%) y el dinamismo de otros exportadores (+11%). Esto sitúa a Colombia como un origen confiable para la industria del café a nivel mundial, porque es un producto que no ha tenido sobresaltos, más allá de los inconvenientes cíclicos propios del cultivo.
Nosotros esperamos seguir entregándole al mundo entre 13 y 13,2 millones de sacos cada año”.
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En materia de precios, que sabemos son bastante volátiles, ¿cómo espera que evolucionen?
“Nadie tiene la bola de cristal. Pero lo que sí hemos visto es que, desde enero de 2024, la cotización en la Bolsa de Nueva York ha mostrado una tendencia al alza. En los últimos seis meses, el mercado se ha mantenido estable.
Esto obedece a una situación estructural del mercado mundial. Los países consumidores necesitan alrededor de 177 millones de sacos, mientras que los países productores apenas podemos ofrecer una cifra similar. Llevamos cinco años con un déficit en la producción para atender la demanda.
Según la Organización Internacional del Café (OIC), en los últimos seis años se ha acumulado un déficit de cerca de 16 millones de sacos. Esto ha hecho que los inventarios estén en sus niveles más bajos, tanto en los países de destino como en los de origen, mientras la demanda continúa creciendo.
Esa realidad ha generado incertidumbre y ha impulsado los precios, porque hoy el mercado se mueve más por los inventarios disponibles que por las expectativas futuras.
Es un tema estructural del mercado, y por eso el precio se ha mantenido estable. ¿Se sostendrá así indefinidamente? No lo sabemos. Pero, con la situación actual de oferta y demanda, creemos que es un precio justo, que ha permitido la sostenibilidad del negocio cafetero. Hoy estamos contentos, porque este nivel de precios está generando rentabilidad para el caficultor”.
Algunos productores comentan que las lluvias ya están afectando la floración de los cafetales, lo que podría impactar la próxima cosecha...
“El año cafetero que acaba de terminar cierra con muy buenas noticias, que demuestran que el café sigue siendo el renglón económico que ha permitido que la economía nacional mantenga su crecimiento.
En los últimos 12 meses hemos acumulado US$5.400 millones en exportaciones, lo que ratifica que el café continúa siendo un motor clave de la economía colombiana.
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Ahora bien, el cultivo tiene un comportamiento bienal: cuando hay una muy buena producción, la siguiente suele ser más baja. ¿Por qué? Porque el cafeto queda exhausto; se ha esforzado al máximo para dar una gran cosecha.
A eso se suma que, desde enero, las lluvias han sido inclementes en todo el país, y no hubo periodos de sequía marcados, como solíamos ver en febrero. Eso afectó la floración. Si no hay un estrés hídrico, como el que normalmente se presenta en Antioquia en esa época, no se logra una floración fuerte y uniforme.
Esa floración de finales de febrero es la que define la producción de octubre, noviembre y diciembre. Al no haberse dado como esperábamos, estamos anticipando una cosecha menor.
Nuestro pronóstico para el segundo semestre es una reducción de un millón de sacos frente al mismo periodo del año anterior. Así que sí, vamos a ver afectada la producción: para el año cafetero que acaba de iniciar, esperamos un volumen menor al del 2024-2025”.
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¿Cómo sigue la situación de la Cooperativa de Caficultores de Andes?
“Como Federación tomamos una decisión responsable para salvaguardar el sistema cooperativo cafetero nacional. A través del Plan de Apoyo Solidario, logramos darle oxígeno financiero a 17 cooperativas para evitar que entraran en causal de quiebra. Gracias a eso, hoy el sistema cooperativo cafetero sigue vivo y se mantiene en funcionamiento el bien público más importante para los colombianos: la garantía de compra, que opera en cada municipio del país.
Desde el primer día en la Federación hemos explorado la posibilidad de reactivar la Cooperativa de Andes —que en su momento fue la más grande de Colombia—, tras haber entrado en proceso de liquidación. Queremos que suceda lo más pronto posible, porque la cosecha ya comenzó.
Más allá de eso, debo aclarar que no soy yo quien toma las decisiones en este ámbito; la Superintendencia de Economía Solidaria es la única autoridad que puede levantar la liquidación y autorizar la reactivación”.
¿Cómo han impactado los aranceles de Trump al sector? ¿Ha representado alguna ventaja el 50% impuesto a Brasil?
“El presidente Trump tomó la decisión de modificar las condiciones para el café, que tenían un arancel del 0% para todos los orígenes. Esa medida generó una disparidad en el trato entre países y, por tanto, una distorsión en el mercado. La situación actual, que puede cambiar en cualquier momento, muestra a Indonesia con un arancel del 19%, Vietnam con 20%, Colombia con 10% y Brasil con 50%, siendo estos los principales productores de café del mundo.
En el papel podríamos pensar que Colombia tiene una ventaja competitiva, pero en la realidad no es así. No tenemos café almacenado en las bodegas de Almacafé esperando a ver si podemos aprovechar una posible mayor demanda. Tenemos acuerdos, y cuando damos la palabra como colombianos a un mercado —sea el europeo o el asiático— cumplimos, aunque eso signifique renunciar a una mejor oportunidad momentánea con Estados Unidos.
Somos conscientes de que esta coyuntura puede ser temporal, por lo que hemos mantenido una posición responsable y respetuosa con los clientes internacionales. Hoy la ventaja solo existe en el papel, porque no hay inventarios. Nadie tiene café disponible esperando comprador; todo está comprometido”.
¿Cómo está la relación entre el gremio y el Gobierno Nacional?
“Yo represento a más de 500.000 familias caficultoras, a las cuales les entregamos los cuatro bienes públicos que ofrecemos. Nunca le pregunto a un caficultor cuál es su posición en el espectro ideológico. Cualquiera que sea caficultor, sin importar su credo o afinidad política, recibe los bienes cafeteros.
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Esa ha sido mi postura: una postura de respeto y de trabajo armónico. Con quienes podemos trabajar, hemos tenido consensos, y sabemos perfectamente que lo que hagamos será en beneficio del cafetero colombiano.
Así que mi posición seguirá siendo la misma: respeto, pero independencia en lo que hacemos, y, por supuesto, la protección de ese bien tan importante que tiene Colombia, que es la Federación, una entidad privada”.