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Sacar un club en un almacén es algo que está a punto de quedar en el olvido. El club fue un mecanismo de venta a plazo que facilitó que muchísimas familias medellinenses accedieran a un amplio portafolio de productos y artículos, cuya compra de contado habría sido imposible realizar.
Ese esquema de crédito se arraigó de tal manera en esta parte del país que, las filas, los viernes en la tarde, fueron interminables en los establecimientos de comercio, en donde los clientes se amontonaban para cumplir con el pago o abono semanal.
Y es que honrar ese compromiso le daba al comprador la posibilidad de participar en un sorteo. El gancho era simple: si el número del club coincidía con el número del premio mayor de la Lotería de Medellín, el saldo pendiente del crédito, tomado por club, quedaba cancelado.
Luz Dary Jiménez recuerda que por años fue fiel usuaria de ese esquema comercial, y que fueron muchos los zapatos, bolsos, electrodomésticos y hasta ropa para bebé que pudo adquirir por esa vía. “Escasamente recuerdo que alguna vez me gané un club, pero eso fue hace más de 20 años”.
Un recorrido por varios almacenes de la ciudad, evidencia que esa figura está perdiendo la apuesta con las nuevas formas crediticias que ofrecen directamente los comerciantes, entre ellas la cuenta corriente, los cupos rotativos y, con mucha menor participación, los cheques posfechados.
El director de Fenalco Antioquia, Sergio Ignacio Soto, precisó que solo el 17,5 % de los almacenes en Medellín y el valle de Aburrá conservan este instrumento crediticio, pero destacó que surgieron otros tipos de financiación.
“Es evidente que hay una mayor bancarización y un crecimiento vertiginoso del dinero plástico como las tarjetas de crédito y débito. También surgieron las tarjetas de marca propia, lo que muestra un comercio más moderno y en evolución”, dijo el dirigente.
Fenalco estimó que el 50 % del comercio en el área metropolitana entrega crédito directo, es decir que ofrece ventas a plazo mediante diversos mecanismos.
De esa manera, unos 140 mil almacenes están financiando directamente a sus clientes, lo que se traduce, según Soto, en que el 65 % del total de las ventas del comercio en la región son financiadas por los empresarios.
En línea con esa afirmación, Wilder Peña, gerente de Calzado Cosmos, sostuvo que en su caso la cuenta corriente constituye un modelo exitoso. “El cliente elige un plazo para pagar (3 a 6 meses), y escoge los momentos de pago (quincenal o mensual). Hoy, este tipo de ventas pesa un 45 % dentro del total de nuestros ingresos”.
El empresario resaltó la cultura de pago del consumidor antioqueño. “En un año de colocaciones, podemos decir que la pérdida alcanza el 0,5 %, lo que no suma una cifra representativa. Al final, el 99,9 % de los clientes terminan cumpliendo sus obligaciones. También se generan moras de la cartera, pero los indicadores de vencimiento son bajos”.
Sobre el perfil de la clientela, Peña indicó que, en este caso, se trata de “mujeres modernas, en un rango de edad amplio (20 a 65 años), autónoma e independiente que controla su economía y que sabe su límite de endeudamiento”, ajustándose a la condición de Jiménez quien por estos días hace cuentas para intentar hacer otra compra a crédito.
Peña también consideró que la evolución del comercio conllevó a que los negocios se ejecuten de la manera más ágil y simple. “El club es algo frente a lo que el cliente actual dice: me envejecí, me estoy saliendo de contexto y de la moda. La gente joven ya no quiere ese tipo de esquema y se inclina por lo novedoso”.
Para Bernardo Arismendi, director de Cartera de Agaval, “el club ya no funciona. La mayoría de las compañías ofrecen un crédito rotativo, o sea algo parecido a lo que ofrece una tarjeta de crédito, pero sin el plástico”.
Esta tienda antioqueña por departamentos abolió la figura hace más de 7 años. No obstante, el modelo de crédito está dirigido a personas de estratos 1,2 y 3 que no están bancarizadas (no tienen crédito con entidades financieras).
“Quienes llegan a tomar un crédito con nosotros no tienen un historial crediticio, así que nos volvemos en la primera experiencia de ese cliente con el mercado y eso, posteriormente, le abrirá las puertas de otros establecimientos comerciales o incluso de los bancos”, comentó Arismendi.
Pero, ¿cuál es la bondad de estos instrumentos de compra? Para el empresario la respuesta es clara y la resume en una palabra: facilidad.
“Nuestros consumidores, por el estrato social en el que están ubicados, muy seguramente no cuentan con un flujo de caja o liquidez suficiente y les queda más fácil provisionar cada mes una cuota para cumplir con la obligación con la tienda”, expresó.
Independientemente de que la figura de las compras por club se marchite, el comercio paisa tiene claro que el negocio se seguirá moviendo gracias a la innovación en las estrategias de venta a plazo, que los empresarios implementen.
Wilber Agudelo, jefe de Cartera Marrocar (sociedad dueña de la marca Feria del Brasier), explicó que esta empresa nació y se posicionó en el mercado ofreciendo crédito, incluso el esquema de club, pero este desapareció hace algún tiempo del portafolio de las tiendas especializadas en ropa interior femenina.
Parte de la apuesta de esta compañía es que sin importar el costo del artículo, el consumidor es quien finalmente decide el plazo y el modo de pago.
A su turno el gerente Comercial de Agaval, Carlos Ochoa, insistió en que el foco hacia el cliente es que este acceda a lo que necesita de manera rápida y fácil.
Y por último, ¿se encarece el producto al adquirirlo a plazo? Para Jiménez la respuesta es sí, y aseguró que pese a su larga trayectoria crediticia las condiciones se han endurecido. “Hoy cobran hasta por uno o dos días de atraso, pero así es la necesidad y hay que ajustarse a las condiciones que ellos impongan”.
Del lado de los comerciantes, además de defender las facilidades, terminan por reconocer que el crédito impacta el valor final del producto, pues el comerciante debe asumir el riesgo e incurrir en algunos procesos que le den alguna certeza de que la platica y el cliente no se vayan a perder.