El pabellón de maternidad de la cárcel El Pedregal en Medellín también vive las sonrisas de los hijos de las internas.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
Tras las rejas, la vida de madres e hijos continua entre juegos, ropa, dibujos y un espacio aproximadamente de siete metros de largo por cinco de ancho que los separa de la sociedad. Para las madres es un encierro mientras pagan su condena, para los niños un espacio donde las risas y los juegos es el acto más liberador. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
10 de julio de 2018
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El pabellón de maternidad de la cárcel El Pedregal en Medellín también vive las sonrisas de los hijos de las internas.