En el corazón del Jardín Botánico de Medellín, un espacio dedicado a la conservación de la biodiversidad, se encuentra un proyecto clave para el futuro de los ecosistemas: el Observatorio de Bosques de Antioquia (OBA). Un centro de monitoreo que nace como respuesta a una creciente crisis ambiental que incluye deforestación, pérdida de especies y efectos del cambio climático, poniendo al departamento en una posición delicada, haciendo urgente contar con una herramienta que permita monitorear de manera precisa el estado de este tipo de hábitats y tomar decisiones informadas para su conservación.
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En respuesta a esta necesidad, en 2011, durante una reunión convocada por el Pacto por los Bosques de Antioquia, se definieron los lineamientos para la creación de un espacio que centralizara la información sobre la deforestación y la biodiversidad en el departamento. Según Ana María Benavides, líder de Conservación en el Jardín Botánico y coordinadora del OBA, “se identificó la urgente necesidad de generar un conocimiento preciso sobre el estado de los bosques del departamento, las especies presentes y su conservación”. Con este diagnóstico, el observatorio se materializó en 2017, con el apoyo de recursos de cooperación suiza, que financiaron los primeros cinco años de funcionamiento, pues durante el 2024 y 2025 ha operado gracias al Fondo de Pequeñas Subvenciones del Global Forest Watch.
Ahora, el OBA no se limita a la recolección de datos, sino que se configura como un punto de encuentro donde se genera y sintetiza información relevante para las autoridades, las comunidades y el público en general, para ello, la plataforma tecnológica sobre la que se sustenta este proyecto es uno de sus principales pilares. Se trata de un sistema que integra alertas de deforestación provenientes de dos fuentes clave: Global Forest Watch y el Ideam (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales).
Camilo Enrique Martínez, investigador del OBA, aclara que estas alertas “se actualizan cada dos semanas” y permiten conocer en tiempo real los focos de deforestación en el departamento, constituyendo una herramienta indispensable para intervenir de manera oportuna. Lo importante de este sistema es la integración de dos fuentes, que aunque comparten el mismo objetivo, utilizan metodologías distintas para generar las alertas. Esta diversidad de fuentes, como explica Daniela Cepeda, comunicadora del mismo proyecto, “proporciona una mayor confiabilidad a los datos, permitiendo que ciudadanos y autoridades cuenten con un panorama más claro de la situación”.
El observatorio además de nutrir la información digital, se dedica a la capacitación de diversos actores sociales y ambientales: a lo largo de los últimos años, ha llevado a cabo una serie de talleres dirigidos tanto a autoridades ambientales como a las comunidades locales en las nueve subregiones de Antioquia, buscando que toda persona de interés pueda interpretar correctamente los datos generados sin necesidad de viajar hasta lugares lejanos como Urabá, por ejemplo. En ese contexto, “hemos capacitado a representantes de secretarías de medio ambiente, de agricultura y a organizaciones comunitarias como las Juntas de Acción Comunal”, explicó Ana María.
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No obstante, la tarea no está exenta de dificultades. El observatorio se enfrenta a varios desafíos técnicos y operativos que dificultan la respuesta rápida a la deforestación. Camilo menciona que el retraso en la actualización de los datos del Ideam es uno de los principales obstáculos, ya que “el sistema de verificación de los datos puede demorar semanas, lo que genera una brecha en el tiempo entre la detección de la deforestación y la reacción de las autoridades”. Esta demora podría ser crucial para evitar daños irreparables en áreas forestales. Por ello, el observatorio también se apoya en Global Forest Watch, que actualiza sus alertas diariamente. Pero esta fuente presenta desafíos, ya que “puede generar falsos positivos debido a los niveles de confianza en los sensores satelitales”. Con todo, el equipo del OBA sigue mejorando sus procesos y optimizando la plataforma para garantizar la precisión de los datos y la rapidez de la información.
El diagnóstico sobre el estado de los bosques de Antioquia no es alentador. Tal y como lo muestran los datos de Global Forest Watch, en 2020, Antioquia tenía 4.29 millones de hectáreas de bosque natural, lo que representaba el 68% de su superficie terrestre. Sin embargo, entre 2001 y 2024, el departamento perdió 618,000 hectáreas de cobertura arbórea, lo que equivale al 12% de la cobertura forestal registrada en el año 2000. Esta pérdida significativa refleja la gravedad de la situación. Los efectos del cambio climático son evidentes, pues el aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de precipitación están afectando gravemente la capacidad de los bosques para adaptarse.
A pesar de los desafíos, existen signos de esperanza: en los últimos años, se han realizado esfuerzos importantes para restaurar áreas de bosque y proteger nuevas zonas. El Jardín Botánico, junto con otras organizaciones, ha promovido alianzas con la sociedad civil para proteger áreas críticas y fomentar la reforestación. Ana María señala que, fuera de los desafíos, “existen alianzas sólidas que están protegiendo áreas, especialmente en el suroeste de Antioquia, donde la red de conservación se está fortaleciendo”.
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Lo cierto es que, en un momento clave para el bienestar de la Tierra, el Observatorio de Bosques de Antioquia se posiciona como una herramienta fundamental para la preservación de los bosques de la región, contribuyendo al empoderamiento de las comunidades y al fortalecimiento de políticas públicas que promuevan la conservación.