Dicen que el amor de una madre trasciende fronteras. Y así pasó con Luz Mery Mesa, quien luego de enterarse que su hija María Juliana Isaza sufrió un grave accidente en Israel, vendió todo, tomó un avión y viajó 11.500 kilómetros para estar al lado de ella y ayudarla en su proceso de recuperación.
María Juliana Isaza, la hija mayor de Luz Mery viajó hace cinco años a Israel con la idea de buscar un mejor futuro, no solo para ella, sino para su hijos, de 9 y 12 años. Todo marchaba sin problemas hasta las primeras horas del 2023, cuando en aquel 1 de enero se vio implicada en un accidente de tránsito, en el que su bicicleta eléctrica colisionó contra un vehículo particular.
Fue trasladada inconsciente a un centro asistencial de este país y allí solo se aventuraron a decir que se había salvado de milagro, pero no sabían si iba a sobrevivir, toda vez que sufrió un trauma cráneo-encefálico severo y una fractura de clavícula.
“Ha sido una experiencia muy dura porque hemos sido las dos las accidentadas, pero con mi amor de madre hemos logrado salir adelante en medio de esta compleja situación”, relató Luz Mery en el medio Exclusivo Colombia.
Un año hospitalizada
Desde que ocurrió el accidente, el trasegar de María Juliana y Luz Mery ha sido complejo, en medio de un conflicto con Hamás que se vive en gran parte del país y que ha hecho aún más compleja la supervivencia y el proceso de recuperación.
Ha sido un recorrido por cinco hospitales distintos, en diferentes ciudades de Israel, de las que han salido o porque su situación médica exigía otros tratamientos o por las dificultades logísticas y de seguridad en medio del conflicto que libra dicho país con Palestina.
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“Estamos acá en este hospital de cuidados básicos desde el 10 de marzo. Hemos estado en diferentes hospitales. Estamos esperando un pedido de tratamiento para una cirugía que necesita mi hija”, comentó esta madre de familia, quien ha estado 24 horas, siete días a la semana en hospitales con su hija, que prácticamente se convirtieron en su hogar.
Pero además de las complejidades propias de la situación vivida por María Juliana, también ha tenido que aprender, como ha podido, inglés y lo básico de hebreo, al menos para tener diálogos con los médicos y, de paso, poder conseguir lo necesario para su supervivencia.
“Hemos tenido que estar en diferentes hospitales y pues yo como acompañante de ella y como asistente de ella he tenido que atravesar situaciones muy difíciles por el idioma, por las incomodidades que se vive en un hospital”, relató esta madre.
Sin embargo, los esfuerzos no han sido en vano y la recuperación de María Juliana avanza satisfactoriamente, recobrando la movilidad, de manera lenta, con las terapias que se ha venido realizando desde que ocurrió el accidente. No se le despega ni un segundo.
“¡Vamos Juli!, ¡vamos Juli, con fuerza!”, es una de las frases de batalla que le repite esta madre a su hija, principalmente durante las terapias, como quedó registrado en el video de una de ellas, en las que se sigue trabajando para que recobre la movilidad.
Estos avances han sido posibles gracias a cuatro complejas cirugías, y aún le faltan varias más. La próxima está programada para el 27 de mayo, pero a Luz Mery no le importan cuántas más sean, siempre y cuando su hija vuelva a recuperar su vida tal como antes del accidente.
Rompimiento de relaciones
Otra de las situaciones que mantiene con el cristo en la boca a Luz Mery es la política, luego del anuncio del presidente Gustavo Petro de romper relaciones con Israel por la situación de la franja de Gaza.
Tanto es el nerviosismo que prefiere ocultar en qué ciudad de este país se encuentra, argumentando temas de seguridad y para evitar que, bien sea desde Colombia o desde Israel vayan a tomar medidas en contra.
“Somos muchos los colombianos que estamos acá, algunos buscando mejor calidad de vida porque las oportunidades en Colombia no se les dieron y en el caso mío que he tenido que cumplir una cantidad de protocolos”, señaló.
Ahora, el gran sueño de esta madre de familia está en dos lugares del mundo. Por un lado, lograr que María Juliana se recupere por completo y por el otro poder regresar a Medellín, para reencontrarse con su otro hijo y sus nietos, quienes aún la esperan y hasta entienden que por su amor de madre tuvo que dejarlos.
“Yo digo que las madres hacemos todo por el amor a nuestros hijos”, concluyó esta mujer, quien para ratificarlo viajó a un reencuentro a 11.500 kilómetros de distancia.