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Alumbrados en La Playa: una fiesta sin invitados

Alcaldía había anunciado que peatonalizaría la avenida y que habría programación cultural, lo cual hizo; sin embargo, la gente no ha acudido a este sitio céntrico.

  • La avenida ha lucido desértica casi todas las noches de la temporada. FOTO Esneyder Gutiérrez
    La avenida ha lucido desértica casi todas las noches de la temporada. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • A pesar de que el tráfico fue desviado, las multitudes que caminan por los alumbrados del río no se han visto en la Avenida La Playa. FOTO: Esneyder Gutiérrez
    A pesar de que el tráfico fue desviado, las multitudes que caminan por los alumbrados del río no se han visto en la Avenida La Playa. FOTO: Esneyder Gutiérrez
  • Los artistas contratados han actuado sin público. FOTO: Néstor López
    Los artistas contratados han actuado sin público. FOTO: Néstor López
  • Aspecto de la Avenida La Playa durante la noche del pasado 30 de diciembre. FOTO: Esneyder Gutiérrez
    Aspecto de la Avenida La Playa durante la noche del pasado 30 de diciembre. FOTO: Esneyder Gutiérrez
02 de enero de 2025
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La Avenida La Playa luce por estos días como cuando alguien prepara una fiesta pero no aparecen los invitados, o como suele decirse de las novias a las que dejan vestidas y alborotadas.

Terminando noviembre y como parte de un intento por devolverle la vida al centro de la ciudad, la Alcaldía había anunciado que para diciembre habría alumbrados en la Avenida La Playa, que esta sería peatonalizada en el tramo tradicional que va del teatro Pablo Tobón Uribe al cruce con la Avenida Oriental y que habría un circuito cultural desde allí, pasando por la Plaza Botero y llegando al Parque Bolívar.

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Prometía ser el retorno de los tiempos en que la emblemática calle que ha sido símbolo de la bohemia en la ciudad se convertía por esta temporada en una especie de feria pueblerina, con figuras luminosas por doquier, algodones dulces y manzanas cubiertas de chocolate; mangos biches y maduros con limón y sal; puestos de venta de crispetas y cuanta cosa hace daño al cuerpo pero reconforta al espíritu. Y claro, un río de gente que hacía casi imposible avanzar.

Sin embargo, faltando ya poco para que terminen las festividades de Navidad y Año Nuevo, este importante eje céntrico se iluminó con luces de colores y la administración cumplió con la programación para atraer visitantes; sin embargo, por alguna razón la gente no acudió y esta se tornó en una especie de celebración en la que los pasabocas y los músicos estuvieron dispuestos pero no hubo comensales para disfrutar de las viandas.

A pesar de que el tráfico fue desviado, las multitudes que caminan por los alumbrados del río no se han visto en la Avenida La Playa. FOTO: Esneyder Gutiérrez
A pesar de que el tráfico fue desviado, las multitudes que caminan por los alumbrados del río no se han visto en la Avenida La Playa. FOTO: Esneyder Gutiérrez

La primera visita para este artículo fue el viernes 27 de diciembre, por supuesto por la noche. En pleno apogeo de los festejos. La Playa lucía desolada.

Unos separadores color naranja instalados en todo el tope de la Oriental anunciaban que en virtud de la veda para los carros, la gente podría caminar a su antojo, tranquila; solo que distinto a los tiempos no tan lejanos, la prohibición para el tráfico vehicular parecía no tener sentido porque no había casi nadie viendo los alumbrados. La imagen se extendía hasta el propio teatro Pablo Tobón Uribe.

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Con el fin de constatar si era un asunto de un solo día, volvimos el 30 de diciembre y esta vez la escena permanecía invariable, con el agravante de que la llovizna que había caído hasta las siete de la noche mantenía el piso mojado y el aire frío.

A la altura de El Palo, Diana Murillo, una morena que usaba moña para domar su cabello chuto, atendía su puesto de papas fritas. En un rato largo escasamente se le acercó una clienta. Según dijo, en todo diciembre la historia fue la misma, muy distinta a esas épocas en que empataba la jornada diurna con la nocturna, hasta que apagaran las luces, todo para aprovechar la bonanza.

—Uno vendía en un mes lo que no se hacía en todo el año. Eran $200.000 o $300.000 en un solo día. Valía la pena quedarse, pero ya no. Para la muestra un botón —dijo mostrando la soledad de la vía.

Más arriba, un hombre de sombrero y ojos zarcos que no dio su nombre porque, según aseguró, no acostumbra prestar la firma para nada, fabricaba churros dulces para mantener dos o tres paquetes que llamaran con su olor a los clientes, aunque el intento resultó fallido. Luego diría que es del Oriente antioqueño, que lleva 34 años viviendo del mismo producto, que en 2025 cumplirá 80 años —aunque aparenta menos de 70—, apuntó que incluso los días previos habían sido peores para el negocio y que si no fuera por la platica que le aporta su familia y un subsidio de $80.000 que le gira el Gobierno, no alcanzaría a sobrevivir con las ganancias que le generan estas ventas exiguas.

Los artistas contratados han actuado sin público. FOTO: Néstor López
Los artistas contratados han actuado sin público. FOTO: Néstor López

Por la misma acera, subiendo por la derecha, Oswaldo Gómez cuyo nombre artístico es ‘Orgy’, entonaba una canción romántica siguiendo la pista sonora que salía de un amplificador puesto en el piso. Acá tampoco había público que escuchara ni mucho menos nadie que le aportara una moneda por su arte. No obstante, aseguró con una actitud positiva que “algo se hace” y corroboró lo evidente, es decir, que los espectadores y aportantes han brillado por su escasez.

En la glorieta frente al Pablo Tobón tampoco había las “chivas” turísticas que en otros tiempos arribaban con música a todo taco y sonando sus cláxones para disputarse un puesto de parqueo mientras que esperaban a que los usuarios hicieran el recorrido a pie para ver los alumbrados.

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Dos policías en una esquina y dos soldados en otra, que seguramente fueron asignados para controlar las aglomeraciones, dejaban pasar los minutos de aburrimiento conversando entre sí.

Por su parte, Mateo Zapata, un joven que funge de jefe de un puesto de fritanga en el separador vial, en el cruce con Girardot, no se quejó del “voleíto”, pero al pedirle comparar las ventas con las de años previos, apuntó que han bajado en un 50%.

Aspecto de la Avenida La Playa durante la noche del pasado 30 de diciembre. FOTO: Esneyder Gutiérrez
Aspecto de la Avenida La Playa durante la noche del pasado 30 de diciembre. FOTO: Esneyder Gutiérrez

Las razones de la soledad

¿Pero cuáles fueron las razones para que la gente no aceptara este año la invitación a ver los alumbrados de diciembre en La Playa?

A la hora de repartir culpas hasta la política entra a relucir, porque por ejemplo para Mateo, el responsable de que sus ventas se hayan reducido de manera tan drástica es el presidente Gustavo Petro y la difícil situación económica que, según él, afronta el país.

Yania Castro, una trigueña de cabello rizado que reside en el barrio Boston y suele “parchar” en el centro, acotó que, más allá de que haya moradores que se quejen del bullicio, los visitantes le hacen bien al Centro porque activan el comercio y mejoran la seguridad. Al tratar de hallar una explicación del por qué este año no vino la gente, se lo atribuyó a que los alumbrados no están tan vistosos y eso hizo que todo mundo se volcara hacia el área del río, donde se nota más elaboración.

Y puede que sea verdad, porque desde la plazuela Nutibara solo hay una suerte de cortinas de luces sin color y algunas vallas luminosas, pequeñas, colgando de los postes. Lo más notorio es el árbol con flores y estrellas de la Avenida Oriental. De ahí para arriba, el alumbrado continúa con los mismos colgandejos descoloridos y una sucesión de torres delineadas con luces de dos o tres colores pero con una intensidad mortecina que les da un aspecto lúgubre.

—Los alumbrados de La Playa fueron una porquería, no motivan a que la gente venga —dijo por su parte el hombre de los churros, mientras buscaba la aprobación de su esposa sentada en una silla, en plena calle. ¿Cierto mija?

Para Diana, la vendedora de las que muchos llaman “papas mugre”, la explicación podría estar en que llevaban ya cuatro años sin peatonalizar esta avenida por la Navidad y el Año Nuevo, además de que en esta ocasión no habrían dejado trabajar a los vendedores callejeros, adicional al mismo motivo expresado por su colega de los churros. Aseguró que si no se fue para el sector del río fue porque no le permitieron candidatizarse para un puesto allí, porque ya tenía la autorización para vender por acá.

Este diario trató de conocer la visión de la Gerencia del Centro y la subsecretaría de Espacio Público sobre el tema, pero no hubo respuesta.

El colmo del “espectáculo” desolador de La Playa fue ver a los saltimbanquis y teatreros de dos grupos pagados por la administración, de arriba para abajo, actuando para un público invisible.

Vengan, tómense la foto, llamaban cada vez que alguien medio se acercaba atraído por los disfraces vistosos, por su baile y por la música del saxofón, el tambor y los platillos metálicos.

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