Venezuela despierta con una imagen y una expectativa. La primera es la fotografía de la toma de las oficinas diplomáticas en Estados Unidos por parte de la oposición. La segunda, una reunión entre delegados de Rusia y los norteamericanos que se realizará hoy en Roma, para buscar un diálogo entre las dos visiones que pretenden gobernar el país.
Los venezolanos apreciaron ayer una escena que pretendía simbolizar un paso más en la consolidación de un cambio político. Carlos Vecchio, delegado del presidente interino Juan Guiadó ante Estados Unidos, entró a las sedes diplomáticas de su país en Nueva York para tomar control de estas oficinas.
Vecchio, acompañado de otros opositores al régimen de Nicolás Maduro, retiró el retrato del hoy mandatario de facto de la pared de la agregaduría militar de Venezuela en Washington para reemplazarlo por una imagen de Guaidó, quien está cercano a completar dos meses como presidente encargado considerado como legítimo por 54 países y gran parte del pueblo, pero que aún no gobierna.
No solo fue una toma de esta oficina militar. La oposición también consiguió el control de otro edificio que en el pasado albergó la agregaduría castrense y naval y del consulado en Nueva York, en una acción repleta de simbolismo que representa esa meta que se trazó Guaidó desde el 23 de enero, cuando juramentó ante la Asamblea Nacional como mandatario (e).
Ante el hecho, el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Ronal Rodríguez, asegura que “el gobierno de transición debe ser muy cuidadoso porque puede desatar la molestia de países que están por fuera de la esfera democrática”. Al final del día, la toma significó una imagen que representa la meta de los opositores, un cambio de mandatario, un hecho que no solo está en sus manos.
“Hemos comenzado a tomar control de las sedes diplomáticas de nuestro gobierno en los Estados Unidos, para fortalecer las relaciones bilaterales y atender oportunamente a la comunidad venezolana en ese país”, aseguró Guaidó tras consolidar su hazaña diplomática.
Pero mientras los venezolanos suman pasos pequeños y simbólicos para conseguir un cambio de gobierno, su país se consolida como escenario de la geopolítica actual y son, las potencias mundiales, las que podrían encontrar una salida, no a la crisis, pero sí un consenso entre las dos visiones que hoy gobiernan el país vecino: la de occidente –representada por Guaidó y Estados Unidos– y la no democrática, de Maduro junto con sus aliados rusos y chinos.