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La popularidad de Joe Biden y de Kamala Harris se desangra

Más del 50% desaprueba su gestión y la de Kamala Harris. Su Impopularidad roza los niveles de Donald Trump.

  • Joe Biden y Kamala Harris enfrentan en este segundo semestre de 2021 una dura caída de su popularidad en Estados Unidos. FOTO: Getty Images
    Joe Biden y Kamala Harris enfrentan en este segundo semestre de 2021 una dura caída de su popularidad en Estados Unidos. FOTO: Getty Images
El Estados Unidos de Biden pasa por su peor momento
03 de octubre de 2021
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Muchas cosas le están haciendo ruido a la dupla demócrata que llegó a la Casa Blanca tras la era de Donald Trump, unos años que para un amplio sector de Occidente representaron los días más oscuros de la democracia de la aún primera potencia. No parece tan lejos esa sensación, si se tratara de comparar: a Biden y a Trump, cada uno en su momento, los separan hoy apenas pocas décimas entre quienes aprueban su gestión y quienes la desaprueban.

La situación local e internacional han formado una tormenta perfecta en el gobierno, sin que al horizonte haya muchas posibilidades de cambio. Para Rafael Piñeros, máster en análisis de problemas políticos, económicos e internacionales y docente de la Universidad Externado, los estadounidenses comenzaron a sentir que las cosas no iban bien o que sencillamente la administración no estaba funcionando bien desde finales de agosto. “El elemento de cara a la opinión pública que más afectó sin duda alguna fue la retirada de Afganistán”.

La caótica retirada de tropas tras un conflicto de más de 20 años, caló hondo. La posterior caída de Kabul en manos de los talibanes el 15 de agosto pasado lastró también la popularidad de Biden. En las encuestas de YouGov, firma internacional de investigación de mercados y análisis de datos, los inconformes con la gestión de Biden crecieron más de tres décimas en apenas un mes (entre finales de julio y finales de agosto). Se vio el mismo fenómeno en el análisis de otras firmas como Gallup. Pero, a decir verdad, el seguimiento en esas métricas ya mostraba una clara tendencia a la baja desde antes.

Panorama local

Elementos de carácter interno son más dicientes a la hora de explicar la debacle. “Por ejemplo, el estancamiento en la tasa de vacunación, la crisis de la migración en la frontera sur con México y la división interna en el partido demócrata que ha torpedeado la aprobación del plan de infraestructura de Biden, uno de los pilares de su gobierno”, dice Piñeros. Todo parece darle la razón a los millones de descontentos.

Tras unos primeros 100 días de gobierno en los que logró inyectar 234 millones de dosis anticovid (su meta era de 100 millones), la vacunación en EE.UU. se ha estancado. A inicios de febrero pasado menos del 2 % de la población tenía el esquema completo de vacunación, ese porcentaje creció hasta el 40 % en tan solo cuatro meses, a una tasa del 10 % cada mes. Entre mayo y septiembre, sin embargo, dicho crecimiento se redujo a un promedio de 3,5 %. A finales de septiembre apenas el 54,89 % de la población de EE.UU. tenía el esquema completo de vacunación anticovid.

Estas cifras ubican al país en la cola del llamado mundo desarrollado, detrás de casi toda Europa, China e incluso de algunos países latinoamericanos como Chile y Uruguay.

Las razones de la parálisis no apuntan necesariamente a una pérdida de la capacidad de vacunación del Estado, sino más bien a qué cerca del 40 % de estadounidenses tenía dudas en ponerse la vacuna o directamente se negaba a recibirla (un 22 %) a comienzos de mayo, según una encuesta de la cadena CBS. En paralelo, los contagios y las muertes por covid en algunos estados aumentaron exponencialmente debido al avance de la variante Delta. De lo único que se podría culpar a Biden es de no lograr convencerlos de acceder a la vacuna. Algo más, tal vez, sí habría podido hacer en el tema de la migración. O al menos eso dicen sus críticos.

A finales de marzo pasado se desató la primera crisis migratoria de la era Biden, una situación que, vista con perspectiva, venía gestándose desde febrero, cuando las autoridades de EE.UU. arrestaron por intentar pasar ilegalmente a unas 100.000 personas, entre ellas a 9.457 menores de edad no acompañados, un aumento del 28 % respecto a enero. Las imágenes de niños en celdas, tan criticadas por los demócratas en la era de Trump, volvieron a aparecer en las portadas de los periódicos más importantes del mundo. Las críticas alcanzaron a Harris, a quien Biden encargó el tema.

“Con ella la opinión pública está siendo injusta. Biden le encomendó un tema de por sí difícil al que nadie ha podido dar solución. Esto ha terminado por exponer políticamente a Harris”, dice Piñeros. Tanto que, a hoy, la impopularidad de Kamala Harris es la más alta de un vicepresidente en los últimos 50 años. Una situación que preocupa hoy, pero también hacia el futuro.

Efectos en el futuro

La figura de Harris emocionó tanto al electorado demócrata que su nombre comenzó a sonar con fuerza, incluso desde ya, para liderar la candidatura presidencial del partido en 2024, cita en la que seguramente Trump intentará regresar al poder (si alguno de sus procesos judiciales no lo impide). “No creo que la situación esté siendo lo suficientemente determinante para decir que la vida política de Harris está terminada”, dice Piñeros, “pero es evidente que hoy no está en su mejor momento”. Las consecuencias hacia el futuro podrían verse de forma más clara en las elecciones legislativas de noviembre.

Republicanos y demócratas disputarán el control del Congreso. Hoy los segundos dominan la Cámara de Representantes con 220 legisladores por 212 republicanos. En el Senado ambos partidos tienen 50-50 y la única ventaja demócrata es el voto de la vicepresidenta Harris que, según la ley, desempata. Perder el control del legislativo sería desastroso para Biden, más aún considerando que no la ha tenido fácil incluso entre sus propias filas.

El ala más centrista se enfrenta desde hace unas semanas con la más progresista. En el centro de la disputa, los dos planes económicos bandera de Biden: el de gasto social de 3,5 billones de dólares; y el de 1,2 billones de dólares enfocado en la infraestructura. Para los más moderados representan un gasto muy elevado, en especial el primero que intentan reducir a poco más 1 billón. Lo más realista y lo que seguramente pasará tarde o temprano es que ambos grupos entiendan que están condenados a entenderse, pero el desgaste del choque interno, hecho público, se mantendrá vigente.

“No se podría calificar como exitoso el funcionamiento del Congreso en lo que va de Gobierno. No está bien que a este momento el presidente tenga que empezar a ganar terreno”, dice Piñeros. Finalmente, tampoco parece haber muchas posibilidades para que Biden recupere lo perdido. El medio ambiente alumbra como la baza más probable: la posibilidad de que logre un acuerdo que impulse al mundo y a Estados Unidos hacia una alta reducción de emisiones contaminantes en la próxima cumbre COP26 de Glasgow de noviembre de este año podría favorecer su imagen y regresar a la unión a su partido y a su electorado.

Hasta entonces, la dupla Joe Biden y Kamala Harris parece destinada a bordear la impopularidad de su antecesor, el hombre del que tanto prometieron diferenciarse y al que hoy, a vista de los ciudadanos, se parecen tanto.

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