Durante su visita a Hungría y en medio de una reunión con 32 jesuitas, el papa Francisco habló sobre su trabajo como arzobispo de Buenos Aires durante el Gobierno de Cristina Kirchner y reveló que supo de por lo menos tres jueces que recibieron indicaciones para que lo condenaran por su accionar en los años de dictadura (1976-1983).
Acudiendo a ese recuerdo, el pontífice contó cómo fue sometido a una larga declaración judicial tras el secuestro de dos sacerdotes acusados por tener vínculos con la guerrilla del momento.
“Algunos en el Gobierno querían cortarme la cabeza, y sacaron a relucir no tanto este asunto de Jalics [de origen húngaro], sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura”, dijo el Pontífice en su reunión con los jesuitas. El diálogo fue recogido por La Civiltá Cattolica, una revista de los jesuitas italianos.
Para esos años, uno de los que acusaba a Bergoglio era el periodista Horacio Verbitsky, vinculado al kirchnerismo. Afirmaba que él había sido el encargado de haber entregado a los dos padres a los secuestradores. Sin embargo, Bergoglio compareció ante un juez y le explicó que en realidad había tratado de interceder por los sacerdotes ante el dictador Jorge Rafael Videla.
“Me dieron la posibilidad de elegir el lugar en el cual realizar el interrogatorio. Elegí hacerlo en el Episcopio. Duró 4 horas y 10 minutos. Uno de los jueces insistía mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respondí con la verdad. Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jálics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda”, dijo el papa, citado por La Civiltá Cattolica.
“Cuando Jalics y Yorio fueron apresados por los militares, la situación que se vivía en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer. Yo hice lo que sentía que tenía que hacer para defenderlos. Fue una situación muy dolorosa”, agregó.
Años más tarde, cuando ya era papa, se encontró de nuevo con los jueces, quienes le revelaron que habían recibido presión por parte del Gobierno para condenarlo.
“Lo volví a ver una vez más, y se presentó. Le dije: ‘Merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo’. Le dije que estuviera en paz con esta historia. Sí, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro. Vino también otro de los tres jueces, y me dijo claramente que habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme”, relató Francisco.