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Los motivos detrás de más detenciones en Turquía

Aunque el fallido golpe de estado fue hace año y medio, régimen de Erdogan ha llegado a condenar a cadena perpetua a opositores.

  • Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, mantiene en estado de emergencia al país desde julio de 2016, cuando denunció un golpe . La medida ha permitido masivas detenciones FOTO afp
    Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, mantiene en estado de emergencia al país desde julio de 2016, cuando denunció un golpe . La medida ha permitido masivas detenciones FOTO afp
09 de octubre de 2017
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El jueves pasado fue Metin Topuz, un empleado del Consulado General de Estados Unidos en Estambul, el detenido por presunta relación con el fallido golpe de Estado de 2016 en Turquía. Horas después, el mismo día, la Fiscalía turca ordenó detener a 133 funcionarios, porque usaban ByLock, una aplicación móvil cifrada que presuntamente empleaban los seguidores del clérigo islamista Fethullah Gülen, a quién Ankara responsabiliza del golpe. El viernes, 40 personas fueron condenadas a cadena perpetua por intentar asesinar al presidente Recep Tayyip Erdogan el 15 de julio del año pasado.

Desde aquella fecha, 50.546 mil personas han sido detenidas en Turquía y 103.824 más han sido destituidas de sus cargos. La mayoría son académicos y docentes de colegios y universidades cercanas al movimiento intelectual de Gülen.

Este tipo de decisiones del Gobierno, dice Ertan Ersoy, profesor de Estudios Turcos Contemporáneos en la Escuela de Economía de Londres, se están aplicando por una mezcla de políticas nacionalistas y religiosas. “Erdogan está purgando no solo a los miembros del Gülen, sino también a la izquierda y a la oposición política kurda. Está construyendo su propio régimen fascista, un estado de su propio partido”, detalla.

La prueba de que la causa de las detenciones va más allá del aparente golpe, del que el académico tiene dudas sobre la participación o no de Erdogan, está en el hecho que desde 2013 había rencillas entre el AKP (partido del presidente) y el FETO (movimiento de Gülen). Y es que en ese año, el segundo rompió con el primero con fuertes denuncias de corrupción en cuatro de sus ministerios, que al parecer usaban el poder para contrabandear oro y petróleo con Irán.

La escalada de intereses en el conflicto sirio después de mediados de 2013 también influyó. Mientras el principal objetivo de Occidente era derrocar al régimen de Bashar al Asad y establecer un régimen suní suave, el de Erdogan era apoyar a ese líder para fortalecerse en Oriente Medio frente a otras potencias regionales.

Todo esto venía deslegitimando al presidente turco, a lo que se sumaron las políticas contra mujeres y cuestiones de género, nuevas medidas religiosas en la educación y la vida social, acciones contra la clase obrera y “un sectarismo enfermizo”. De acuerdo con Ersoy, esto le restó confianza política al líder, cuya respuesta fue ensañarse con la oposición

¿Imponer un régimen?

Desde entonces, y aunado al intento de golpe, que fortaleció las acciones del presidente contra sus opuestos, las relaciones entre Turquía, Europa y el resto del mundo se han complicado.

“Ha sido preocupante la derogación de los derechos humanos y el hecho de que Erdogan y su partido sigan pensando que, más de un año después del golpe, siga siendo necesario establecer un estado de emergencia en Turquía”, advierte Hans Ingvar Roth, profesor de Derechos Humanos en el Instituto de Estudios Turcos de la Universidad de Estocolmo.

El académico dice además que los activistas de derechos humanos son vistos como sospechas por Erdogan, muestra de ello es que algunos miembros de Amnistía Internacional fueron catalogados como terroristas por el régimen y posteriormente encarcelados.

Lo anterior, continúa Roth, solo agrava un ambiente de sospecha y miedo, que provocan efectos negativos en las capacidades del Estado

Ersoy va más allá al medir las consecuencias. Para él, las detenciones y la expansión del miedo le ayudarán a construir a Erdogan su régimen, aunque eso no sea por mucho tiempo. Lo anterior se evidenció en el referendo del pasado abril para hacer enmiendas a la Constitución turca. Pese a las presiones a la oposición, el resulto fue “no”, aunque luego el Comité Electoral Superior declaró los resultados del “sí”, razón por la que el partido de oposición más fuerte, CHP, resistió con manifestaciones en las calles.

Para Ersoy, la oposición política se fortalece. “No creo que Erdogan sea elegido como presidente en 2019, aunque es probable que él no reconozca los resultados y la oposición sea derrocada del poder por la fuerza”, afirma.

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