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El dolor de ayudar a buscar a los desaparecidos en la isla de Hawái

Los registros oficiales indican que tras los incendios de hace 15 días, resultaron 388 personas desaparecidas en la isla, pero otras 1.732 ya fueron halladas con vida.

  • El incendio que consumió Lahina, una de las localidades más turísticas de Hawái, inició por las llamas en la montaña y se expandió gracias a los vientos huracanados que pasaban por la isla. FOTOS GETTY
    El incendio que consumió Lahina, una de las localidades más turísticas de Hawái, inició por las llamas en la montaña y se expandió gracias a los vientos huracanados que pasaban por la isla. FOTOS GETTY
28 de agosto de 2023
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Con el dolor de la desaparición vivido en carne propia tras no volver a saber nada de su padre, Santiago Arbeláez se ha dedicado en sus últimos días, con sus noches, a ayudar a buscar a los desaparecidos que dejó el incendio que consumió Lahina, una localidad de Maui, en la isla de Hawái.

Lea también: No se arrepiente de no activar alertas de incendios por temor a la “mauka”: renuncio jefe de emergencia de Maui en Hawái

Santiago, quien tuvo que salir de su natal Buenaventura amenazado por el grupo los Espartanos hace siete meses, terminó refugiado en esta isla en la que pidió asilo político para escapar de los hombres que le cobraron con la desaparición, una deuda a su padre que él siempre estuvo dispuesto a pagar.

Y aunque Santiago, más que buscar entre las cenizas de ese pueblo que antes era turismo y hoy es solo hollín, hierros retorcidos y madera humeante, también se ha dedicado a escuchar a las personas que salieron corriendo de las llamas ese fatídico 13 de agosto, y que sin mirar atrás, dejaron todo lo que tenían mientras sus casas ardían.

“Es duro escucharlos decir que no encuentran a sus hijos. Hay una señora, por ejemplo, que cada que vengo acá al refugio me pide que le averigüe si su hijo de 14 años está en la lista de los hallados. Yo pregunto y me dicen que no, que aún no lo tienen”, relata.

Su nombre es Ann. El día del incendio, esta mujer de 62 años de edad sintió como una bocanada la llegada de las llamas hasta su casa. Ella se encontraba en el jardín y cuando intentó entrar a la casa para sacar a su perro y llamar a su hijo Iann, de 19 años de edad, se encontró con un muro de fuego arrasando con lo que encontrara a su paso.

“Ella me cuenta que solo escuchaba los gritos de Iann diciéndole que corriera hacia la playa, que se encontraban en el sitio de siempre”, dice Santiago. Pero han pasado 15 días del incendio y ni su hijo Iann ni su perro aparecen.

El drama de los desaparecidos

La historia de Ann y su hijo desaparecido se repite una y otra vez en el refugio de Guerra dispuesto para las víctimas del incendio que deja hasta ahora, según datos oficiales, 115 personas muertas.

Pero la cifra más alta es de los desaparecidos. El alcalde de Maui, Richard Bissen, informó inicialmente a través de un video de Instagram que ellos tienen información de 850 personas desaparecidas, aunque la cifra bajó después de que el condado de Maui publicó un listado de 388 personas que continúan desaparecidas

“Todavía está en el proceso de recopilar datos adicionales”, dijo el agente especial Steven Merrill, quien agregó en rueda de prensa que están “cotejando todas las listas para poder determinar quién sigue realmente desaparecido”.

A la tarea de buscar a las personas desaparecidas se han unido entidades como la Cruz Roja de Estados Unidos y otros particulares como médicos, dentistas y antropólogos que ayudan a que la búsqueda de los desaparecidos sea coordinada y se obtengan mejores resultados en el cotejo de identidades, en los registros y hasta los hallazgos.

Entre los voluntarios hay un grupo de personas del Equipo de Respuesta Operacional de la Morgue ante Desastres, DMORT. Muchos de ellos se han dedicado a arrancarle a la muerte por lo menos algo de la dignidad de las personas que se llevó como lo es el nombre, para después entregárselos a los familiares.

Parte del trabajo de los desaparecidos es confirmar esas identidades de los cuerpos carbonizados por las llamas. Trabajan 12 horas, sin descanso, cotejando cada posible pista que se pueda tener.

“Es muy importante que las familias recuperen a sus seres queridos; esa es nuestra misión, y cuando hacemos que eso suceda, es un gran día”, dijo al medio Voz de América, Frank Sebastian, de 68 años de edad, comandante de Maui DMORT y médico forense jubilado del área de Seattle.

Pero el trabajo de este equipo de especialistas no se ciñe solo a los laboratorios para identificar a las víctimas. Cada día un pequeño ejército sale a recorrer las calles quemadas a hurgar entre lo poco que dejaron las llamas para recuperar algún rastro, cuerpo o incluso hueso que lleve a identificar quién era esa persona.

Si en esos recorridos hallan algún cuerpo, se le toman huellas dactilares y se le registran características como el color del cabello, la altura, el posible peso y si tenía otras señales como un tatuaje o alguna cicatriz que sirva para identificarla y que luego se coteja con la información recopilada de los familiares.

En ese rastreo, los forenses hallaron el pasado jueves una escena que los conmocionó y los dejó devastados: en un autómovil fueron encontradas 4 personas calcinadas que se presumían desaparecidas. La hipótesis que manejan las autoridades de Hawái es que intentaron huir en el vehículo, pero quedaron atascados en medio del trancón, y cuando intentaron salir, ya las llamas los habían alcanzado.

Los nombres fueron publicados para que los familiares sepan de su muerte. Los restos que fueron encontrados eran de Tony Takafua, de 7 años; su madre, Salote Tono, de 39; y sus abuelos Faaoso Tone, de 70, y Maluifonua Tone, de 73. Con ellos se publicaron otros 384 nombres de víctimas.

Pese al dolor, el alcalde Bissen y el jefe de la Policía de Maui, John Pelletier, aseveraron que de la lista recopilada de desaparecidos, se halló con vida a 1.732 personas.

Cada hallazgo es un grito de júbilo para las autoridades, pero una desesperanza más para Ann. Esta es quizá la razón más poderosa por la que el colombiano Santiago no se le despega. Ella sueña con ver entrar a su hijo con vida por la puerta del refugio, y Santiago, quien ve reflejada su espera en la espera de Ann, solo la abraza. Ambos creen que sus seres queridos van a regresar.

Con el dolor de la desaparición vivido en carne propia tras no volver a saber nada de su padre, Santiago Arbeláez se ha dedicado en sus últimos días, con sus noches, a ayudar a buscar a los desaparecidos que dejó el incendio que consumió Lahina, una localidad de Maui, en la isla de Hawái.

Santiago, quien tuvo que salir de su natal Buenaventura amenazado por el grupo los Espartanos hace siete meses, terminó refugiado en esta isla en la que pidió asilo político para escapar de los hombres que le cobraron con la desaparición, una deuda a su padre que él siempre estuvo dispuesto a pagar.

Y aunque Santiago, más que buscar entre las cenizas de ese pueblo que antes era turismo y hoy es solo hollín, hierros retorcidos y madera humeante, también se ha dedicado a escuchar a las personas que salieron corriendo de las llamas ese fatídico 13 de agosto, y que sin mirar atrás, dejaron todo lo que tenían mientras sus casas ardían.

“Es duro escucharlos decir que no encuentran a sus hijos. Hay una señora, por ejemplo, que cada que vengo acá al refugio me pide que le averigüe si su hijo de 14 años está en la lista de los hallados. Yo pregunto y me dicen que no, que aún no lo tienen”, relata.

Su nombre es Ann. El día del incendio, esta mujer de 62 años de edad sintió como una bocanada la llegada de las llamas hasta su casa. Ella se encontraba en el jardín y cuando intentó entrar a la casa para sacar a su perro y llamar a su hijo Iann, de 19 años de edad, se encontró con un muro de fuego arrasando con lo que encontrara a su paso.

“Ella me cuenta que solo escuchaba los gritos de Iann diciéndole que corriera hacia la playa, que se encontraban en el sitio de siempre”, dice Santiago. Pero han pasado 15 días del incendio y ni su hijo Iann ni su perro aparecen.

El drama de los desaparecidos

La historia de Ann y su hijo desaparecido se repite una y otra vez en el refugio de Guerra dispuesto para las víctimas del incendio que deja hasta ahora, según datos oficiales, 115 personas muertas.

Pero la cifra más alta es de los desaparecidos. El alcalde de Maui, Richard Bissen, informó inicialmente a través de un video de Instagram que ellos tienen información de 850 personas desaparecidas, aunque la cifra bajó después de que el condado de Maui publicó un listado de 388 personas que continúan desaparecidas

“Todavía está en el proceso de recopilar datos adicionales”, dijo el agente especial Steven Merrill, quien agregó en rueda de prensa que están “cotejando todas las listas para poder determinar quién sigue realmente desaparecido”.

A la tarea de buscar a las personas desaparecidas se han unido entidades como la Cruz Roja de Estados Unidos y otros particulares como médicos, dentistas y antropólogos que ayudan a que la búsqueda de los desaparecidos sea coordinada y se obtengan mejores resultados en el cotejo de identidades, en los registros y hasta los hallazgos.

Entre los voluntarios hay un grupo de personas del Equipo de Respuesta Operacional de la Morgue ante Desastres, DMORT. Muchos de ellos se han dedicado a arrancarle a la muerte por lo menos algo de la dignidad de las personas que se llevó como lo es el nombre, para después entregárselos a los familiares.

Parte del trabajo de los desaparecidos es confirmar esas identidades de los cuerpos carbonizados por las llamas. Trabajan 12 horas, sin descanso, cotejando cada posible pista que se pueda tener.

“Es muy importante que las familias recuperen a sus seres queridos; esa es nuestra misión, y cuando hacemos que eso suceda, es un gran día”, dijo al medio Voz de América, Frank Sebastian, de 68 años de edad, comandante de Maui DMORT y médico forense jubilado del área de Seattle.

Pero el trabajo de este equipo de especialistas no se ciñe solo a los laboratorios para identificar a las víctimas. Cada día un pequeño ejército sale a recorrer las calles quemadas a hurgar entre lo poco que dejaron las llamas para recuperar algún rastro, cuerpo o incluso hueso que lleve a identificar quién era esa persona.

Si en esos recorridos hallan algún cuerpo, se le toman huellas dactilares y se le registran características como el color del cabello, la altura, el posible peso y si tenía otras señales como un tatuaje o alguna cicatriz que sirva para identificarla y que luego se coteja con la información recopilada de los familiares.

En ese rastreo, los forenses hallaron el pasado jueves una escena que los conmocionó y los dejó devastados: en un autómovil fueron encontradas 4 personas calcinadas que se presumían desaparecidas. La hipótesis que manejan las autoridades de Hawái es que intentaron huir en el vehículo, pero quedaron atascados en medio del trancón, y cuando intentaron salir, ya las llamas los habían alcanzado.

Los nombres fueron publicados para que los familiares sepan de su muerte. Los restos que fueron encontrados eran de Tony Takafua, de 7 años; su madre, Salote Tono, de 39; y sus abuelos Faaoso Tone, de 70, y Maluifonua Tone, de 73. Con ellos se publicaron otros 384 nombres de víctimas.

Pese al dolor, el alcalde Bissen y el jefe de la Policía de Maui, John Pelletier, aseveraron que de la lista recopilada de desaparecidos, se halló con vida a 1.732 personas.

Cada hallazgo es un grito de júbilo para las autoridades, pero una desesperanza más para Ann. Esta es quizá la razón más poderosa por la que el colombiano Santiago no se le despega. Ella sueña con ver entrar a su hijo con vida por la puerta del refugio, y Santiago, quien ve reflejada su espera en la espera de Ann, solo la abraza. Ambos creen que sus seres queridos van a regresar.

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