Mientras la Casa Blanca insiste que Ucrania está en riesgo de ser invadida por Rusia, las cosas dentro de Estados Unidos no marchan a buen ritmo para el presidente Joe Biden.
Desde noviembre ha enviado varias alertas citando un aparente plan de Vladimir Putin de apoderarse de otra parte del territorio ucraniano, como ya lo hizo en 2014 con la adhesión a la península de Crimea y Sebastopol y el conflicto que se vive en Donbás.
Los sucesos en Europa del Este parecen confirmar el sobreaviso estadounidense: el Kremlin mueve soldados hacia Ucrania sin que estos crucen la frontera y desplegó también efectivos en Bielorrusia.
Pero la retórica de la “pronta” e “inminente” invasión chocan con las afirmaciones del gobierno de Putin que ha dicho, una y otra vez, que no tienen intención de incursionar militarmente en el territorio vecino y que todo se puede resolver de forma negociada.
Es tal el nivel de alerta de la comunidad internacional que países como Estados Unidos, Israel y Reino Unido sugirieron a sus connacionales abandonar Ucrania, la Cancillería de Colombia hace seguimiento a la situación de los nacionales que allí residen y Estados Unidos movió su embajada de Kiev a Lviv argumentando motivos de seguridad.
Las tensiones van en ascenso desde noviembre, presionando repetidas conversaciones entre diplomáticos de Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la OTAN, entre otros. El nuevo capítulo de esa movida se presentó el lunes cuando el canciller alemán, Olaf Scholz, viajó a Ucrania a reunirse con su par Volodímir Zelenski y reclamó a Rusia una “desescalada” en sus fronteras.
Las declaraciones de los políticos contrastan con la realidad misma –100.000 soldados rusos en las fronteras– pero mientras esto sucede la situación interna de Estados Unidos muestra otra cara de la crisis que da pistas en el análisis de las tensiones en Europa del Este que parecen recordar los tiempos de la Guerra Fría: un constante enfrentamiento entre Moscú y Washington, apuntando, pero sin disparar.
“No estamos hablando de un instrumento retórico político de hablar de la guerra porque le sirve a un actor particular. Biden está tomando una posición muy conservadora en el manejo de la crisis porque Estados Unidos, en realidad, no sabe qué va a pasar y prefiere prepararse para lo peor”, detalla David Castrillón, profesor investigador de relaciones internacionales de Universidad Externado.
Biden gobierna cuesta arriba
Joe Biden prometió devolver al país a una posición relevante en el mundo, después de que su antecesor Donald Trump diera un paso al costado en el liderazgo internacional de la Casa Blanca.
Ahora el demócrata tiene un discurso de protección a Ucrania que, justamente, fortalece el relato de un Estados Unidos líder para el globo; reactiva la lucha contra el Estado Islámico –como quedó en evidencia con la operación que terminó con la muerte Abu Ibrahim al Hashemi al Qurash, uno de sus líderes– y pone la lucha contra la pandemia y en defensa del ambiente en el centro.
A pesar de todos esos cambios, su nivel de aprobación no despega. Desde que asumió el poder en enero de 2021 hasta febrero está ha desescalado desde el 55% al 41,9%, una caída contundente que se acentúa con la imposibilidad que ha tenido de tramitar sus propuestas ante el Congreso, donde cuenta con un escaso margen que le da la mayoría.
En medio de esto, un estudio del centro de análisis YouGov encontró que la idea de ayudar a Ucrania gana popularidad entre los estadounidenses: en un contexto de temores en la economía por la alta inflación –que está en su máximo de 40 años (7,5%)– el inminente retiro de estímulos a la economía y la incapacidad de cumplir sus promesas de campaña en asuntos como la migración, mostrar a un Estados Unidos líder ayuda a la imagen del demócrata.
Y en este cóctel de coyunturas internas no falta el ingrediente electoral, pues los partidos ya están pensando en las elecciones de medio mandato que se celebrarán en noviembre y renovarán una tercera parte del Senado y toda la Cámara de Representantes.
Allí, en el Congreso, no ha podido sacar adelante la Ley de Defensa de la Soberanía de Ucrania que contempla la transferencia acelerada de armamento y autoriza 500 millones de dólares en asistencia de seguridad, un trámite que muestra dos caras de la realidad del presidente: el freno del legislativo para tramitar sus propuestas, y la importancia del caso Ucrania para recuperar el rol de Estados Unidos en el mundo.
41%
es el nivel de aprobación del presidente: FiveThirtyEight. Ha caído en el último año.
53%
es la desaprobación del demócrata, que se acentuó en los últimos meses por la alta inflación.
36%
era el nivel de desaprobación de Joe Biden cuando asumió la Casa Blanca en enero de 2021.