El visitante de San Pedro se encuentra hoy con un parque más moderno, con amoblamiento para el disfrute del encuentro de jóvenes y mayores, pero la comunidad no calla críticas a sus lunares, porque sabe que este es el principal espacio de todos.
Se ve muy nuevo, pero se estrenó hace nueve meses, en diciembre del año pasado, con una inversión de 2.000 millones de pesos.
El director de Control Interno, Germán Peláez, dice que el anterior era un parque sin accesos ni posibilidades para los discapacitados por la cantidad de barreras físicas.
Para transformarlo se sometió a un diseño arquitectónico que le cambió los pisos, le instaló muchas bancas, le acondicionó un teatrino, le puso iluminación, basureros y algunos árboles, aunque éstos son los más ausentes.
Con su inauguración se sacaron los vehículos de servicio público de la plaza y se liberó espacio para el peatón.
Tal vez su mayor debilidad, según afirman en tertuliaderos y reconoce el mismo funcionario, es el nuevo kiosko que se construyó.
Peláez afirma que la gente critica que es muy abierto, muy expuesto al aire y la lluvia, con un diseño como para tierra caliente, cuando el municipio está en una zona de bajas temperaturas.
Además de ese problema, señala que el cableado que se instaló no corresponde a las especificaciones técnicas requeridas, mientras que las bases de las lámparas quedaron muy superficiales y por eso se han caído ocho unidades. Por ello, en las noches se acentúa más la oscuridad.
En estas noches el kiosko también está desierto después de las 7:00 p.m. Para atraer a los visitantes la administración lo va a encerrar con vidrieras para cortar el viento, pero sin que se pierda la visual de la plaza.
El alcalde, Jaime Echeverry Marín, admite la falla, al advertir que el kiosko se tendrá que reformar porque "la gente no aguanta el frío".
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