A propósito del perdón que les pidió a las víctimas del conflicto armado colombiano, el domingo pasado, me siento obligado a escribirle al Presidente Álvaro Uribe para que condene una masacre contra civiles desarmados en San José de Apartadó, el 21 y 22 de febrero de 2005. El testimonio ante la Fiscalía General de la Nación de paramilitares desmovilizados que participaron en esa matanza de tres niños (de 2, 6 y 11 años de edad), una menor (de 17 años), una mujer y tres hombres, describe que a las víctimas las descuartizaron los integrantes de un comando compuesto por miembros del Ejército Nacional y paramilitares del que se hacía llamar frente Héroes de Tolová.
Le cuento a usted, Presidente Uribe, que conocí de primera mano fotos de esa matanza que jamás se publicaron en las que se veían los cuerpos de aquellos menores y mujeres destajados brutalmente por criminales que, a juzgar por los hechos, carecían de cualquier honor militar. ¿O acaso será un acto de guerra legítimo y será de un guerrero honorable decapitar niños de dos y seis años? Las indagatorias a los testigos incluidas en el expediente del caso, reveladas tiempo atrás en varios diarios del país, no solo son espeluznantes sino indignantes. Por esos hechos, en su momento, se detuvo a un capitán y se ordenó la captura de tres subtenientes, cuatro sargentos segundos y ocho cabos.
Le escribo, Presidente, porque tan pronto todos esos asesinos de la humanidad sean vencidos en juicio y condenados, será apenas consecuente que usted, señor Presidente Uribe, visite San José de Apartadó y les pida públicamente perdón a los familiares, amigos y vecinos de las personas descuartizadas por omisión o acción de algunos miembros del Ejército Nacional. Es muy necesario que vaya allí, porque usted es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Colombia y por tanto le corresponde limpiar la imagen manchada de sangre de nuestra institucionalidad por aquellos criminales de lesa humanidad.
Se me ocurre pensar, por lo que le he oído repetir con vigor contra los terroristas, que pronuncie allí uno de sus valientes y lapidarios discursos contra quienes cometieron esa masacre. Porque, señor Presidente Uribe, estoy seguro de que a los habitantes de San José de Apartadó les ha causado terror y desasosiego haber sufrido aquella matanza ejecutada con garrotes y machetes y cuchillos de campaña. Además, porque deberá usted condenar allí la participación de terroristas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que para la época de la masacre se supone negociaban con su gobierno bajo el compromiso de un cese de hostilidades.
Le escribo, señor Presidente Uribe, porque quiero ver y sentir que su determinación de recomponer la Patria y de ponerla a salvo de los criminales cobija a todos y cada uno de los ciudadanos de este país. Yo quiero ver que usted vaya a San José de Apartadó y, junto al promontorio de piedras marcadas con las que la comunidad recuerda a sus muertos, nos muestre y nos demuestre que usted ama a la Patria entera y que su mano firme y su corazón grande amparan, sin excepción, a todos los colombianos.
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