Con una interpretación, posiblemente equivocada, de la Directiva Ministerial 14 de 2004, la Secretaría de Educación de Medellín ha comunicado a las instituciones educativas oficiales que "la planta de docentes aprobada por el MEN no tendrá en cuenta la matrícula de los programas para adultos", y que, por tanto, este servicio será atendido con horas extras, quiere decir, con una contratación adicional a los docentes vinculados.
Esta política de ahorro evidencia lo que Paulo Freire llama la "educación bancaria": los estudiantes llegan a la escolaridad a recibir contenidos curriculares, pero no a formarse, que es éste, precisamente, el papel esencial de la escuela. No es justo atender este derecho fundamental con opciones de segunda, y, menos, a través de contratos que los docentes asumen con desgano, porque son mal remunerados. Contradice, además, el espíritu de la Constitución y la normativa sobre este servicio, que reiteran sus condiciones de calidad, integralidad y equidad.
Se cree, de forma errónea, que quienes ingresan a las escuelas de adultos van a lo preciso. Pero no es así. Sé de los dramas que llevan a la escolaridad, de la desesperanza y baja estima que urgen un acompañamiento permanente para levantarles el ánimo, y abrir nuevos horizontes para sus vidas.
Allí llegan personas, generalmente de bajos o nulos ingresos económicos, que, por diversos motivos, no tuvieron acceso oportuno a la educación, o debieron abandonarla. Además de la exigencia física y sicológica de una jornada laboral -en las fábricas o en sus casas-, tienen la valentía de sumar al límite de sus capacidades la aventura de culminar sus estudios de secundaria.
Por eso, como directivo, con emoción que muchas veces me arranca lágrimas, siento especial satisfacción al graduar a quienes creían haber perdido la oportunidad de la escolaridad y, por supuesto, se habían resignado con proyectos de vida de obvias limitaciones. Siempre les he dicho que el título no puede ser simplemente el bautizo que les exige la sociedad para ingresar al mundo laboral, sino el comienzo de nuevas ilusiones y retos.
Es la razón por la que, igual que en las jornadas diurnas, en esta franja de educación se requieren docentes con dedicación completa, que no sirvan de forma puntual las asignaturas, sino que, conociendo las crudas historias de sus estudiantes, acompañen, orienten y dinamicen su nuevo deseo de mejores horizontes para sus vidas.
En educación, los pasos que damos hacia adelante, los deshacemos en muchas ocasiones con errores garrafales, es decir, vamos como el cangrejo, un paso adelante y dos pasos atrás. Si son directrices del Ministerio, es un deber social de las secretarías de Educación presentar propuestas proactivas y una protesta contundente por estas políticas que le restan calidad y pertinencia a la educación de adultos.
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