Lo sabroso que huele, pero lo dañino que puede ser. No por sus ingredientes sino por las sustancias que emanan.
Sí, aunque no lo crea: el aroma de comida, que se siente tanto en puestos callejeros tan comunes entre nosotros o en restaurantes de toda clase, viene acompañado con una serie de contaminantes, aerosoles que pueden ser ingeridos por la persona, como plato adicional no pedido ni cobrado.
Científicos de Minnesota reportaron en el encuentro de la American Chemical Society que la comida comercial es una fuente de contaminantes.
Deborah Gross indicó que la preparación de alimentos es emisora conocida de contaminación, incluyendo gases y partículas sólidas pequeñas.
El proceso de cocinado en las casas es la principal fuente de partículas respirables en casa. La investigación se centró esta vez en la cocina comercial.
Gross y sus colegas establecieron la firma química que sale del aroma de las cocinas de restaurantes. Examinaron en laboratorio el proceso de pizzas en un horno, carne asada, hamburguesas en plancha y el fuego del carbón.
Las comidas que emiten más contaminantes son las que contienen grasa y se cocinan a alta temperatura.
Una investigación previa había mostrado que cada 1.000 libras de hamburguesa cocinadas emitían 25 libras de contaminantes.
Ciertos aceites también afectan más: 1.000 libras de pollo en aceite de maní produjeron 45 libras de emisiones.
El sistema más limpio es el horno en el que se preparan las pizzas, dijo un informe de la ACS.
Los sistemas de captura de gases en las cocinas sólo capturan la mitad de las emisiones antes de ser liberadas al aire.
Si llegan esos aromas a su nariz, sepa que vienen con un regalo indeseado.
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