Cada tanto hay que recurrir a sus cuentos, querido y releído Anton. Y no solo por lo bien escritos sino por lo pertinentes con lo que pasa, que cada vez se sale más de curso. O sea de lo vital (aquello que nos es necesario para estar contentos vivos), como defendía Fernando González, y toma las vías de la confusión y el caos, que son las que conducen al Tártaro de los griegos. Y si bien se puede hablar de celeridad (de desboque), de tiempos comprimidos, de objetivos que crían objetivos y cerebros recargados con datos mas no con información, hay algo peor: la intolerancia creciente, ese deseo enfermizo de tener la razón y, para defender esta posición, haya que anular al otro. O descalificarlo con la burla, la mentira y la exclusión. ¿Cuánto nos parecemos a los personajes de las tragedias de Shakespeare? Esta pregunta usted la toma, querido amigo, y la resuelve con sus relatos.
De aquí la importancia de leerlo a usted cada día.
En la filosofía moderna (Habermas), que plantea la importancia de la otredad, se dice que está en lo posible que el otro tenga la razón.
La certidumbre no es lo que pienso o imagino, es también la otra versión. Y lo que dice el otro puede tener más contenido y sentido de la realidad que lo que se le ha dicho.
Y traigo esto a colación, querido Anton, porque leí su cuento Vecinos , en el que un hombre va a imponer sus razones y regresa con los principios impuestos por el otro. Un ejemplo de tolerancia el de su personaje, que es capaz de desmontar su odio y prejuicios ante lo que descubre mientras el otro habla. Porque el mundo no es como yo lo percibo sino como es.
Y para entenderlo se necesitan al menos dos que se confronten, acuerden y definan. Lo real no es un deseo.
Soy más yo cuando soy tú, dice George Steiner. Y estar en la posición del otro ya implica ser más de lo que soy, pues he salido de mi esfera y entrado en otra. Pero, ¿cuántos asumimos su posición, Anton? En El arte de escuchar , libro de Erich Fromm, lo importante no son los oídos sino el trabajo que hacen las ideas propias al ser confrontadas, al zafarse de donde se sostienen y admitir que hay otra versión, quizá más correcta que la que se defiende. De aquí que oír nos haga inteligentes (el testigo oidor de Canetti), pues se trata de que lo dicho (al ser debidamente oído), mejor los conceptos que tenemos, que no siempre son los más aptos para definir la totalidad de algo, ya que la totalidad no es el uno sino el dos. Pero para admitir al otro se necesita saber, Anton.
Anton Chéjov, médico, dramaturgo y escritor ruso famoso por sus cuentos, que no son historias cortas sino situaciones que definen los conceptos de acción y reacción. Y en estos principios, que deben estar en equilibrio, define lo que es tolerancia. Leerlo es una dicha el aprender a vivir bien. Murió en Alemania el 1904.
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