Hace treinta y cinco años, en Medellín apenas comenzábamos a enterarnos del problema hoy pavoroso de la contaminación. En serie y en serio hicimos en EL COLOMBIANO aquel trabajo en grupo de ilustración y explicación basado en los primeros avisos de alarma sobre el deterioro del ecosistema, que inauguró la investigación periodística sobre temas urbanos y demostró que en la actividad investigativa era posible pasar de los modelos criminalístico y de denuncia, hasta entonces en boga.
El Defensor del Lector de este diario, Víctor León Zuluaga Salazar, ha recordado hace una semana el que puede citarse como hecho fundador de un estilo nuevo en el periodismo investigativo. Cinco redactores (Víctor León, Fernando Londoño, Carlos Uribe, Rafael Cervantes y yo, con la coordinación de Darío Arizmendi) realizamos en 1974 una serie de 35 historias sobre la contaminación en la ciudad en todas sus formas. No sólo nos mereció reconocimientos y premios, sino que fue el punto de partida de varios centros y organismos públicos y privados que empezaron a desarrollar estrategias para la defensa del aire, la tierra y el agua en una ciudad que apenas comenzaba a tomar conciencia del problema.
La investigación se confundía en los primeros tiempos con el detectivismo y la crónica sanguinolenta. Tenía un acento criminalístico. Los relatos investigativos seguían asemejándose, por el suspenso, a las novelas de espionaje de John Le Carré, cuando no a las de Poe, Conan Doyle, Agatha Christie y Georges Simenon. Luego fue configurándose, al iniciarse los setentas, como tarea reservada a núcleos privilegiados de la redacción. Más adelante se puso a la orden del día, a partir del modelo de Watergate, pero conservaba los componentes de intriga.
En siete lustros la contaminación ha seguido agobiando a Medellín. Antes parecía más un riesgo. Hoy es realidad asfixiante. Ya ningún poeta distinguiría desde el alto de Santa Elena "la hermosa villa, tendida muellemente en la llanura". Desde aquella serie que hicimos en 1974 han transcurrido 35 años muy contaminados, para Medellín y a veces para el periodismo, que en algunos ámbitos no pasa del simple denuncismo efectista o de la conjetura incierta y se arroga potestades condenatorias y absolutorias, como si diera un paso adelante y dos atrás.
Aquel primer trabajo investigativo en equipo en el que participamos los jóvenes reporteros, proyectado y ejecutado conforme con una metodología de la investigación en las ciencias sociales de entonces, representó un avance en el enfoque de los hechos de ciudad. Además señaló la alternativa del periodismo de precisión, apoyado en certidumbres y no en conjeturas y especulaciones. En la historia del periodismo, como en las memorias personales en proceso de elaboración, han de constar éste y otros modelos innovadores creados en este diario.
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