En 2016, un grupo de caficultores de Támesis decidió buscar una salida a los precios bajos del café tradicional. La respuesta fue unirse para hacer las cosas de manera distinta y crear la Asociación Campesina de Café Especial de Támesis, Ascafes. Entre quienes impulsaron esa idea estaba Elkin Arcila, hoy uno de los líderes de la organización y responsable del laboratorio escuela donde se hace el control de calidad del café que cada familia produce en su finca.
La asociación nació con cinco productores, pero pronto entendieron que necesitaban formalizarse para acceder a convocatorias y recursos. Después de varios intentos fallidos, en 2019 lograron ganar un proyecto que les permitió adquirir una trilladora y fortalecer las unidades productivas. Ese fue el punto de quiebre para retomar la organización y avanzar con mayor solidez. Luego llegaron más oportunidades, como un convenio internacional que dotó a Támesis con una central de secado, una tostadora y el laboratorio que hoy funciona como eje técnico de la Asociación.
Las fincas asociadas trabajan café bajo sombrío, con diversidad de productos y prácticas más limpias. Cada familia debe tener al menos diez cultivos adicionales y avanzar hacia la eliminación de agroquímicos. Actualmente, entre setenta y ochenta por ciento ya no los usan. Además, todas están capacitadas en procesos de beneficio que permiten obtener honeys y naturales con altos estándares. La producción, trazabilidad y calidad se han consolidado al punto de que sus cafés han llegado a China, Chile, Dubái, Londres y Estados Unidos.
El laboratorio también es un espacio de formación. Allí funciona la escuela de niños baristas, creada por Elkin para enseñar tostión, catación y preparación desde edades tempranas. La propuesta empezó en su propia casa y luego creció hasta impactar a más de seiscientos jóvenes en varios municipios de la Provincia Cartama.
Para él, ese relevo generacional es una forma de fortalecer la cultura cafetera y devolverle sentido al trabajo en la finca. “Yo le digo a mi señora que a mí no me corre ya sangre sino café. No soy cafetero de tradición, llegué a esto por un accidente de la vida, pero me apasioné tanto que renuncié a mi trabajo para dedicarme de lleno a este proyecto. Hoy siento que el café me lo ha dado todo”.
Ascafes reúne hoy a veinticinco familias que comparten aprendizajes técnicos, compran insumos en conjunto para reducir costos y cuentan con un agrónomo que acompaña los procesos. La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha sido un aliado constante con asesorías, formación, apoyo organizacional y herramientas que fortalecen la identidad de la Asociación y la enseñanza a los niños.
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