En el parque principal de Armenia Mantequilla se alza un pequeño local con ladrillo antiguo expuesto y butacas con monturas de caballo en la barra. En sus paredes cuelgan fotos antiguas, varias de ellas de don Jorge, el anterior dueño. Este lugar fue, por años, un popular almacén recordado por casi todos los habitantes.
Para que el viejo almacén se convirtiera en un café tuvo que llegar Luz Amparo Ruiz. Ella pertenece a la cuarta generación de una familia de caficultores de Armenia Mantequilla. Aunque a los 17 años migró a Medellín para estudiar, su vida cambió hace 16 años, cuando su padre le regaló la finca cafetera Montecasino.
Durante la pandemia, Luz Amparo viajó a la finca para quedarse un tiempo, pero el contraste con el ritmo urbano fue tan profundo que no quiso regresar al agite de la ciudad. Su esposo, Gustavo Restrepo, también la siguió.
Desde entonces, ella se dedicó a administrar su cultivo. Con el cuidado de la cosecha y la venta de café, empezó a notar que otros frutos como la jabuticaba, la arazá y la auyama, se perdían. Decidió aprovecharlos y los comenzó a transformar en mermeladas, vinos, tortas e incluso exfoliantes. Eran tantos productos que empezó a compartirlos y a la gente le gustaron.
Hace dos años, Luz Amparo y un grupo de 15 emprendedores se reunió en el parque con la intención de crear un espacio colectivo de venta. En la búsqueda de un lugar apropiado, sus miradas se dirigieron a las puertas antiguas del local de don Jorge, que llevaba años cerrado tras su muerte.
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