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7 y 9
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Sobrevolar para
conocer paisajes y dormir bajo las estrellas. Así es la singular excursión en el país.
Once tripulantes nos disponemos a una exploración de la naturaleza por aire, mar y tierra. El punto de partida es Medellín, para recorrer Santa Marta, Barichara, Bucaramanga y Neiva.
La imagen es esta: sobrevolar los paisajes de Colombia desde una altura en la que las montañas parecen hechas a mano, no están tan lejos y se les ve cada detalle; el atardecer y el amanecer están de frente, casi para tocarlos, y los trazados de tierra y las plantas parecen sacados de una película, una titulada Colombia.
La ruta sigue con los cinco millones de estrellas (incluso para pedir deseos con las fugaces), que aparecen sobre el cielo del desierto de la Tatacoa, en el departamento de Huila, y recorrer reservas naturales en Santa Marta, compartiendo de cerca el conocimiento y la historia de las tribus indígenas de la cultura arhuaca.
Es el primer crucero aéreo de Colombia, donde el lujo es vivir la experiencia de conocer un país desde el aire. Sobrevolamos cordilleras, lagunas, desiertos, parques nacionales, ríos y cañones.
Por las ventanas de la avioneta que nos transporta, se observan en panorámica los colores mucho más intensos de lo que se ven en fotos y videos. Amarillos más iluminados que el oro y los verdes profundos de las cordilleras que simulan un amplio tapiz lleno de relieves, llanuras, picos y valles.
Ahora estamos en un sobrevuelo sobre la represa de Guatapé, de 15 minutos de duración, en los que alcanzamos a observar el embalse que llena amplios sectores del Oriente antioqueño (para la que fue necesario inundar 63,65 kilómetros cuadrados de territorio), donde resalta la imponente Piedra de El Peñol, uno de los paisajes más fotografiados de Colombia. Sin embargo, desde arriba parece tan cerca, como una pieza de arte en la vida real.
También descubrimos, desde lo más alto, desde las nubes, escenarios como el cañón del Chicamocha, en Santander, y el contraste entre el color ocre de los desiertos y la vida que brota desde las selvas y bosques, que atraviesan el país, a lo largo de la cordillera de Los Andes.
Cada detalle estuvo planeado para el viaje: trayectos, alimentación, equipaje y un guía que nos dio información sobre los lugares por donde pasamos.
Y aunque los cruceros suelen ser en un barco, viendo el mar, parando aquí y allá, este mantiene eso de ir de un lugar al otro, pero con el paisaje que aparece cuando se mira al revés: de arriba abajo.
*Por invitación de Gauteovan.