En el diseño de modas existen tantas posibilidades como prendas. Además de crear la ropa que visten todos los días la gente de a pie, hay diseñadores que se dedican a construir prendas que serán vistas por miles y usadas por pocos encima de un escenario. Ese es el caso de Clara Janet Quiceno, María Clara Baldovino y Diana Echandía, tres mujeres que están detrás de lo que usan los cantantes, actores y bailarines de Medellín.
Son variados los caminos de formación para las diseñadoras. Existen aquellas que han aprendido el oficio de mano de sus madres y parientes, en talleres de costuras de variable tamaño. En la primera categoría está Clara, quien aprendió con su mamá el arte del patronaje y el diseño de piezas. Su trabajo, que comenzó en Pilarica y continúa en San Cristóbal, siguió el camino del ensayo y error. De las primeras prendas que confeccionó para ella y para sus amigas hasta las que ha hecho para referentes del rap y la salsa de Medellín como Diego Galé, del reconocido Grupo Galé.
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Por su parte, María Clara también aprendió el oficio de su madre, pero lo continuó en la academia y lo llevo a la música. La diseñadora ha vestido a artistas locales como la cantante del género urbano, Fariana, y también de talla nacional como la extinta agrupación ChocQuibTown.
Diana Echandía se ha especializado en diseño de vestuario escénico, pero además de prendas diseña escenografías. Una de sus más recientes creaciones fue el ajuar de BOTERO, el ballet que durante dos noches de octubre del año pasado hizo danza las esculturas del maestro Fernando Botero en el Teatro Metropolitano. Además de diseñar para el teatro, Diana también lo hace para la música: ha vestido a agrupaciones como Puerto Candelaria y Crew Peligrosos.
En el reguetón, el rap y la cumbia, las prendas de Clara Janet, María Cara y Diana son protagonistas, al igual que en otros espacios artísticos locales como el teatro. Y es que diseñar para grandes escenarios implica un reto extra, más en un sector competitivo como el textil en el que , según la Cámara de Comercio, hay más de 14.000 empresas que hacen parte del Clúster de Textil, Confección, Diseño y Moda de Medellín y Antioquia. Estas son sus historias:
Las chaquetas del rap se diseñan en San Cristóbal
“Soy la menor de una familia muy grande. Nosotros crecimos en Pilarica. Mi madre y mi tía confeccionaban, hacían uniformes y prendas de vestir. Yo siempre hacía cosas manualmente, o a veces en la máquina de mi mamá. Desde pequeña me gustaba mucho la textura de las telas”, cuenta la diseñadora Clara Janet Quiceno Duque en la sala de su casa, que por estos días también alberga la colección de chaquetas, pantalones y camisas que la han convertido en uno de los nombres de la moda emergente de Medellín.
La diseñadora cuenta que su conocimiento es empírico. “Aunque soy autodidacta en el diseño de vestuario, siempre he querido estudiar formalmente. En el pasado, estudié mercadotecnia en el Sena. También estuve en un curso de diseño de vestuario para cine, ofertado por Sapiencia”. Sus primeras confecciones las hizo para ella, antes de terminar el colegio. Luego, su trabajo pasó a las compañeras del colegio, que se antojaron de sus prendas. Sin embargo, su trayectoria laboral siguió por otros senderos. Ella es la creadora de una marca de chocolates artesanales y es promotora de los mercados campesinos de San Cristóbal, el sitio en el que vive desde hace varios años.
“En 2018 empecé a comercializar las prendas con mis amigos. Yo soy amante de la música, y siempre iba a festivales de jazz o tango, llevando mis prendas. Fue allí donde la gente empezó a preguntar por mis chaquetas y otros diseños, y de ahí comenzó el negocio. Mi emprendimiento se llama Juanito Creaciones. El nombre es en honor a mi hijo, Juan, a quien llamo de esa forma”, cuenta Clara Janet.
“Aunque el mercado laboral es difícil, el diseño de vestuario para cine es una forma de arte muy enriquecedora. Es un campo donde se puede ser muy específico con cada diseño, dependiendo del personaje que se represente. El diseño para cine es único, y las prendas tienen un gran significado más allá de la moda comercial”,reflexiona la diseñadora.
“La música siempre ha sido una gran fuente de inspiración. Le diseñé a Jorge Iván Henao, “El Mocho”, de Laberinto LC y a otros artistas del rap. Actualmente le diseño una chaqueta a Diego Galé”.
Transformar el universo personal en prendas
El trabajo de Clara Baldovino se puede resumir en pocas palabras: condensar el universo personal en la ropa. Es lo que hace con su marca, Taller de Vestuario, y lo que ha hecho para diferentes artistas con los que ha trabajado como Puerto Candelaria, Fariana, Andy Rivera, ChocQuib Town y tantos más.
Su historia con el diseño y la creación de prendas es larga. Su mamá es modista, entonces casi desde que nació ha estado inmersa en ese mundo. A los seis años ya sabía coser en una máquina industrial y cuando salió del colegio se matriculo en diseño, primero en la escuela Arturo Tejada, y después en la UPB.
En 2014 creó Taller de Vestuario, un proyecto donde fusiona ropa deportiva y casual, para crear propuestas confortables para el día a día, vestuario apto para el movimiento, verse bien sintiéndose bien. Por el trabajo que hace en el taller empezaron a buscarla los artistas, quienes querían que ella les hiciera prendas personalizadas.
Así empezó. Primero haciendo prendas a pedido, y luego diseñando el universo completo de los artistas en su ropa, creando una estética única para cada uno.
“La ropa es un medio de comunicación, en ella está escrito lo que cada persona quiere contar, sus valores primarios. Por eso me quise salir de la receta tradicional, que es utilizar marcas de moda, prendas de lujo. Me interesa contar las historias de las personas”, dice.
Así, ha ido creando su propio método que se basa en tratar de conocer a cada persona lo que más puede. Abrir su closet, saber qué se pone, que no, los colores, las siluetas, estilo, cómo se relaciona con su cuerpo, sus traumas corporales (que todos los tenemos), la música que hace, lo que quiere transmitir, los referentes... Todo lo que pueda saber.
La creación no es una idea que viene de afuera y aparece de repente, sino que se va desarrollando a partir de la investigación, de la información que se obtiene de este proceso riguroso. Después de todo esto viene el diseño, donde se concreta en el vestuario el universo personal de cada uno.
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Transformar la obra de Botero: de la pintura y la escultura al vestuario
Diana Echandía entró a estudiar diseño de vestuario, pero rápidamente se dio cuenta que sus intereses en el diseño eran mucho más experimentales que comerciales, entonces se puso a la tarea de buscar cuál podría ser su campo de desarrollo profesional.
“En un principio empecé a ir a teatro, pero no me engachaba mucho, después una amiga me dijo que nos fueramos al festival de Teatro en Bogotá, y desde la primera vez que fui entendí que ese sí podía ser un camino”, dice Diana.
Entonces empezó a trazarlo. Primero hizo un diplomado en escenografía con dos escenógrafas mexicanas que trajeron al país la obra Incendios, dirigida por Hugo Arrevillaga. “Fue una experiencia valiosísima, me cambió todo, entonces les pedí que me dejaran hacer mi práctica académica con ellas, en México”.
Y lo hicieron. Entonces Diana y su amiga, con la que había ido al Festival Iberoamericano de Teatro en Bogotá, se fueron a México. Después de la práctica se quedó un semestre más estudiando teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y volvió a Colombia a seguir haciendo camino.
“Toqué muchas puertas y me di cuenta que en el momento en que alguien me abriera tenía que hacer mi trabajo de una manera tan contundente que lograra generar la necesidad de que contrataran una diseñadora, y aquí voy hasta el día de hoy”.
Diana Echandía lleva 11 años haciendo vestuario escénico, hizo una maestria en diseño de vestuario para teatro y cine en España, ha trabajado con Puerto Candelaria, Crew Peligrosos, con el grupo Sankofa-Danzafro y varios artistas más.
Dentro de sus más recientes trabajos se cuentan el vestuario y la escenografía en BOTERO, una obra de ballet inspirada en la vida y obra del maestro Fernando Botero, que se desarrolló a partir de una obra anterior, GaBotero, una propuesta escénica de danza neoclásica, inspirada en la vida y obra de los maestros colombianos Gabriel García Márquez y Fernando Botero, en la que Diana también participó.
Diana hace del vestuario arte, y ese arte es posible después de mucha dedicación, de investigar, de preguntar, de leer, de hacer, experimentar, probar materiales, patrones, formas. Para la obra de Botero hasta se leyó el proyecto de investigación de un doctorado sobre el artista. Sólo así logró llevar las pinturas y los característicos volúmenes de la obra del maestro al vestuario y hacerlas apropiadas para el ballet, con todo lo que eso implica. Porque pensar en grandes volúmenes y ballet parece, de entrada, una contradicción. Pero Diana lo hizo posible. Es lo que ha hecho desde que se dio cuenta que sus intereses en el diseño eran más experimentales que comerciales, y se dedicó a hacer posible eso que quería.
Diana Echandía abrió un camino por el que hoy transita, porque todo eso que ella ha buscado y aprendido por su cuenta, se lo enseña a los estudiantes de la UPB y la Universidad de Medellín, donde es profesora.