Lanús volvió a escribir su nombre en la historia grande del fútbol sudamericano. Doce años después de su primera consagración, el “Granate” levantó nuevamente la Copa Sudamericana, esta vez tras vencer 5-4 en una dramática tanda de penaltis al Atlético Mineiro de Brasil, en una final tan cerrada como vibrante, disputada en Asunción.
El marcador no se movió en los 90 minutos ni en el alargue. Fue un duelo intenso, táctico, de fricciones constantes y con dos equipos que se respetaron demasiado. Mineiro propuso más en ataque, Lanús resistió con orden, y entre ambos construyeron un choque donde cada detalle podía inclinar la balanza. Pero hubo un futbolista que, silencioso y decisivo, sostuvo al equipo argentino dentro del partido: Nahuel Losada.
El arquero se vistió de héroe desde el primer instante. Respondió con seguridad ante los embates brasileños, tapó dos remates claves en el segundo tiempo y transmitió una calma que contagió a toda la defensa. Sin embargo, su gran obra aún estaba por escribirse: la tanda de penaltis.
Cuando el árbitro señaló el punto penal, el ambiente en Asunción se transformó. Había tensión en el aire, ansiedad en las gradas y una certeza en el banco granate: Losada estaba destinado a ser el protagonista. Y lo fue. Atajó tres cobros, cada uno más importante que el anterior, y dejó a Mineiro sin respuestas. Los jugadores de Lanús, casi incrédulos, no tardaron en correr hacia él para fundirse en un abrazo monumental que simbolizó la gloria alcanzada.
Con este título, Lanús conquista su segunda Copa Sudamericana, repitiendo la hazaña conseguida en 2013. Aquel equipo, dirigido por Guillermo Barros Schelotto, derrotó a Ponte Preta en una final inolvidable. Ahora, con Mauricio Pellegrino en el banquillo, el destino quiso que el rival volviera a ser brasileño, y que el desenlace fuera igual de épico.
El Granate reafirma así su identidad copera, su capacidad para competir contra gigantes del continente y su temple en momentos decisivos. No fue la final más lucida en cuanto a goles, pero sí una de carácter, resistencia y corazón. Y en ese terreno, Lanús volvió a demostrar que sabe cómo ganar.
La Copa regresa a La Fortaleza. Y Nahuel Losada, con tres manos invisibles en la tanda de penaltis, queda grabado para siempre en la memoria granate. Una nueva estrella brilla en el cielo del sur argentino. Una estrella teñida de emoción, sufrimiento y gloria eterna.