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Jimmy y “Choto”, de ídolos a forjadores de talentos

Dialogamos con estos ídolos de Nacional y DIM, que hoy trabajan con las divisiones menores.

  • Jimmy Arango - Roberto Carlos Cortés FOTOS Julio C. Herrera y Donaldo Zuluaga
    Jimmy Arango - Roberto Carlos Cortés FOTOS Julio C. Herrera y Donaldo Zuluaga
19 de octubre de 2021
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Jaime Arango y Roberto Carlos Cortés son hombres que surgieron de la entrañas de Nacional y Medellín, respectivamente. De esos jugadores que dejaron huella por su desparpajo en la cancha y su atrevimiento con el balón para el disfrute de la tribuna. Hoy, ambos siguen en las canchas, pero con una tarea distinta: la de forjar nuevos talentos en las divisiones inferiores de ambos clubes. El COLOMBIANO dialogó con ellos.

“Mi casa toda la vida”

Jimmy, como le dicen todos sus amigos, jugaba “como un volante diez o como nueve, con un hombre adelante, ya fuera Juan Galeano, Víctor Aristizábal o Juan Pablo Ángel. Luego de varios años de capacitación y de sumar experiencia como entrenador en diferentes escuelas, regresó a Nacional en el 2002, como instructor. Para Arango, el fútbol se lo ha dado todo.

¿Cuántos años vinculado a Atlético Nacional?

“Estuve casi 11 años como jugador y ya llevo 22 años como formador en Nacional. Siempre trato de darle lo mejor a los jugadores, todo hay que ponerlo al servicio de los que vienen ahora. Estoy muy agradecido con esta institución porque ha sido mi casa toda la vida”.

¿Cuál rol disfruta más, el de jugador o el de entrenador?

“(Risas) Son dos cosas realmente muy distintas. Considero que cuando jugaba disfrutaba mucho y no tenía esa responsabilidad de hacer las cosas perfectas. En unas cosas me equivocaba, en otras acertaba. Igual el rol de entrenador tiene mucha responsabilidad y le agradezco a Nacional que nos ha capacitado, hay que tener una forma de hablar que el jugador comprenda. Cuando jugaba no me preocupaba por lo que dijeran, ahora uno tiene que estar pendiente de la forma en la que le habla al niño, la forma en que explica, es un tema complejo”.

¿Cuál es el jugador que más admira, de los que jugaron con usted?

“Admiro a todos. Como le digo, en ese entonces no había tanta responsabilidad y tanto compromiso con el fútbol; nosotros realmente disfrutábamos del juego. Creo que hay muchos jugadores de Selección Colombia y Nacional que siempre van a quedar en el recuerdo. Con ellos hicimos una bonita amistad. Resalto dos o tres que me quedaron muy grabados, que son René (Higuita) por su forma de ser, y en el momento fue el mejor portero del mundo, ídolo, un gran amigo. Faustino (Asprilla) me parece que fue el mejor jugador que tuvo Colombia en toda la historia. Teníamos otro como Diego Osorio que era un crack”.

¿En los últimos días se ha polemizado mucho sobre quién es el mejor portero de Colombia en la historia, para usted quién es?

“Uno siempre tiene referencia de los que vio, porque en ese tiempo teníamos a (Miguel) Calero, (Óscar) Córdoba, Farid (Mondragón), pero indiscutiblemente para mí el mejor se llamó René Higuita. Sumado a que era un gran arquero, obligó a que ellos jugaran, él cambio el estilo de ese portero de antes, al de hoy”.

¿Cómo era eso de jugar en Nacional y tener a su hermano, Javier, haciendo lo propio en Independiente Medellín?

“(Risas) Eso era normal, como muchas veces se han encontrado hermanos en el fútbol. Son cosas que pasan, después de los partidos nos reunimos, salíamos y nos tomábamos una o dos cervezas. Eso también fue muy lindo”.

¿Es verdad que su hermano y usted se daban mucha pata en los partidos y su mamá sufría mucho por eso?

“(Risas) Sí, disputábamos un clásico con todo, pero luego llegábamos a la casa y compartíamos. Él con su Medellín y yo con mi Nacional. Era todo muy bonito, la gente disfrutaba mucho. Son cosas que quedan y jamás se olvidan”.

“Choto”, con alma y corazón

Roberto Carlos Cortés, más conocido entre los hinchas del DIM, como ‘Choto’, está feliz de regresar a casa, ahora como entrenador de las divisiones menores.

Tras tres periodos como jugador, el antioqueño espera construir una nueva historia como director técnico, faceta en la que promete dejar “alma, corazón, sangre y huevos”, tal y como lo hizo en su anterior rol.

¿Cuáles son las sensaciones de volver?

“Las mismas que viví la primera vez cuando llegué como jugador, solo que ya en otro rol. Sentí gran alegría, parecía un niño, no lloré por pena, pero la verdad estoy muy contento de estar en casa”.

¿Cómo se dio su regreso?

“Ya había tenido la oportunidad de hablar con don Raúl (Giraldo) el año pasado, él me ofreció coger La Academia, pero yo le dije que no, que me estaba preparando mejor. Pasó un tiempo y después hablamos de nuevo con él, llegamos a un acuerdo y gloria a Dios, de nuevo en casa”.

¿Cuál va a ser su función?

“Voy a empezar como director técnico del equipo sub-14, asistente del sub-13 y la sub-16. Mi función será mejorar muchas cosas para que cuando un jugador llegue al equipo profesional no digan que tiene muy mal control o que no sabe cabecear, mejor dicho, corregirles las falencias”.

¿Qué es lo que más le agrada de este rol?

“Va a ser muy lindo formar, que cuando lleguen los jugadores al equipo profesional, solo tengas cosas buenas por decir sobre mí”.

¿Cuál cree que va a ser su principal aporte?

“Vengo a inyectar lo que siempre le di al fútbol, yo no fui mal jugador, pero la esencia mía es alma, corazón, sangre y huevos, eso le voy a inyectar a estas inferiores, para que sientan desde el alma la camiseta. Uno tiene que ser leal, entregarlo todo por el que te da la papita. Obviamente también cositas futbolísticas, a mí me gusta que mis equipos jueguen bien al fútbol”.

¿Usted quería ser entrenador del equipo profesional?

“En el sueño de llegar al equipo profesional está incluido esto. Quería terminar de formarme como director técnico en el equipo que amo. Ya el otro sueño es dirigir el equipo profesional algún día, si Dios y la vida me lo permiten. El anhelo es ser campeón, no solo de la Liga, mi sueño es ser campeón con Medellín, de la Sudamericana o la Copa Libertadores”.

¿Siente que su llegada a las divisiones menores es el primer paso para llegar al equipo profesional?

“Sí claro, este es un primer paso para empezar a construir una nueva historia como técnico. Ya hice una como jugador. No soñaba llegar directamente al equipo profesional, ya si de pronto no se hubiese dado, me hubiese ido a otra parte a trabajar, para regresar luego más maduro al equipo profesional”.

¿Es mejor iniciar desde abajo en este nuevo rol?

“Sí, es mejor hacer escuela, así como lo hice como jugador. Yo empecé en el Ponyfútbol, después pasé a la juvenil, de ahí al Ascenso, como se llamaba en esa época, después Primera B, que tuve como ocho partidos con Itagüí y Deportivo Antioquia, y finalmente me fui al Once Caldas; así mismo en mi rol de formador”.

¿Qué le han dicho los hinchas?

“Me siento muy tranquilo por todo ese apoyo que me brinda la hinchada. Yo le podré contar a mis hijos y a mis nietos que hice las cosas bien y cuando uno hace eso, la hinchada lo reconoce. He recibido mucho apoyo, porque ellos saben que lo voy a hacer con todo el corazón”.

¿Qué le han dicho los excompañeros?

En el Medellín están David Montoya, Jorge Horacio Serna y Ricardo Calle, ellos también están muy contentos con mi llegada. No fuimos compañeros, fuimos hermanos y a ellos les alegra que uno llegue a aportar cosas buenas”.

¿Es partidario de tener estrictas normas con la imagen de los futbolistas?

“Tengo aretes y me gustan mucho los tatuajes, entonces no puedo llegar a decirle a un niño que no se hagan eso si yo lo tengo. Eso es libertad, después de que alguien cumpla las normas del equipo, puede hacer lo que quiera con su cuerpo”

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