Díaz, confeso admirador del capitán de la Selección Colombia —a quien veía por televisión desde 2011, cuando debutó con el equipo nacional de mayores contra Bolivia en La Paz, con Leonel Álvarez como entrenador—, hizo el reconocimiento a Rodríguez para que el país entero lo aplaudiera.
Quizás el guajiro no lo sabía, pero con el tanto que abrió el marcador ante los del altiplano, James se convirtió en el máximo goleador de Colombia en la historia de las eliminatorias. Llegó a 14 tantos y superó los 13 que había sumado Falcao García en todas las clasificatorias que disputó.
Sí, el capitán criollo, el hombre que hace nueve años dijo en Estados Unidos que con la camiseta de Colombia jugaba “hasta cojo” durante la Copa América Centenario, se convirtió en rey de ese listado. Además, quedó a seis tantos de igualar a García como máximo anotador en la historia del elenco nacional.
Con su actuación durante la tarde-noche del jueves en Barranquilla —donde hizo buenas asociaciones de pases, encontró espacios para que sus compañeros llegaran con peligro y volvió a abrirle a Colombia la puerta hacia una nueva Copa del Mundo— James confirmó que su talento sigue intacto.
Lágrimas de emoción en el Metropolitano
Todo cambió. Al inicio de la eliminatoria, en septiembre de 2023 contra Venezuela, James fue suplente. Aquella vez se pensó que eso sería problemático. Pero no. Entendió que era líder. Desde la banca hablaba con sus compañeros en el campo, transmitiendo calma y experiencia.
Este jueves, cuando salió del terreno de juego, sus colegas lo abrazaron con emoción. Le dio la mano a todos. A Dayro Moreno, quien estuvo con él aquel 11 de octubre de 2011 cuando tuvo su primer juego en el equipo nacional, le dio un beso en la cabeza.
Celebró con intensidad los tantos de Jhon Córdoba y Juanfer Quintero. Y cuando Darío Herrera, el árbitro argentino que dirigió el juego, pitó el final, James lloró. Sabía que, con su trabajo y su aporte —lleva cinco asistencias en el camino a Norteamérica 2026—, regresaba a una Copa del Mundo, su más grande sueño.
El Mundial que se jugará en Canadá, Estados Unidos y México será el último que dispute el volante cucuteño, quien el pasado 12 de julio cumplió 34 años. Por eso tanta ilusión. Esa fue la razón por la que abrazó, con la felicidad de un niño, a los compañeros que lo acompañaron en esta aventura hacia el torneo en el que espera que Lucho Díaz, su fiel escudero, lo corone de nuevo. Pero esta vez, seguro así lo sueña, desea que sea levantando la Copa del Mundo. Entonces, James sería, definitivamente, un rey.