Juan Fernando Quintero no es un futbolista. Más se asemeja a un mago sin limites, encantado siempre de dejar mudo al planeta. Durante los últimos días Quintero ha estado en la mirada de la prensa por dos obras de arte que han nacido en sus pies y terminado en el fondo de la red.
El primer golazo se remonta al pasado 10 de febrero, cuando su equipo, el River Plate de Argentina, jugaba contra Racing un partido cuyo resultado, un 1-0 a favor de los de la banda cruzada, no importó tanto como el único gol del partido. Nadie se acordará de cómo jugó Racing o de qué pasó antes o después de ese gol.
En la mente futbolera solo quedará grabado el minuto 17, cuando un hombre menudo se paró justo al frente de una pelota y una barrera de rivales. El balón rozó el aire y se incrustó en la red.