Eran las 6:30 de la mañana del pasado martes cuando el teléfono sonó en la sede deportiva de Atlético Nacional en Guarne. Al otro lado de la línea se escuchó la voz del técnico Efraín Juárez, se sentía visiblemente cansado, molesto y agobiado por una serie de situaciones que lo superaban. En ese momento tomó una decisión que sacudió los cimientos del equipo: su renuncia irrevocable.
Según sus allegados, la paciencia del estratega mexicano se agotó tras una acumulación de desencuentros con los altos mandos del club, más precisamente con el director deportivo Gustavo Fermani.
Juárez argumentaba su decisión basado en llegadas no consultadas, enterarse de fichajes por las redes sociales, las salidas de Pablo Ceppelini y Álvaro Angulo y la incertidumbre sobre el futuro de Marino Hinestroza. Pero la gota que derramó el vaso fue enterarse por redes sociales de que Mateus Uribe estaba presentando exámenes médicos para el equipo. Juárez no se sintió respaldado, más bien se sintió ignorado.
“No voy a ir a entrenar y presentaré mi carta de renuncia”, afirmó al teléfono antes de colgar, dejando a sus asistentes y directivos perplejos. Sebastián Arango Botero, presidente del club, quien en ese momento se encontraba en una reunión discutiendo posibles refuerzos, recibió la noticia como un balde de agua fría. Intentó comunicarse con el técnico, pero los mensajes y llamadas fueron ignorados.
El apoyo de los jugadores al DT
Mientras tanto, la noticia corrió como pólvora entre los jugadores. Edwin Cardona, David Ospina y Willian Tesillo, referentes del plantel, decidieron acudir al domicilio de Juárez en un intento por persuadirlo. Al llegar, encontraron al técnico reunido con dos asistentes y un preparador físico. Ellos lo intentaron convencer para que echara atrás su decisión, le manifestaron que habían construido un gran equipo, pero sobre todo una familia y que debían estar juntos para los retos que se avecinaban, entre ellos la Copa Libertadores. Él los escuchó, pero después les replicó a ellos y a su equipo de trabajo sus razones como un desahogo.
“Esto no tiene que ver con dinero ni con los resultados. En México, los entrenadores nacionales son los primeros en ser despedidos, no nos tienen paciencia, y eso ocurre porque nos dejamos mangonear. No voy a perder mi dignidad ni mi trabajo por falta de respeto”, sentenció Juárez. Sus palabras fueron recibidas con comprensión por parte de los jugadores, quienes lamentaron su decisión y respetaron su postura.
La reacción de la dirigencia
En paralelo, los directivos de Nacional aceptaron la renuncia con resignación. A pesar de los intentos iniciales por abrir un canal de diálogo, la actitud de Juárez dejó un sabor amargo en la cúpula del club. Incluso, algunas fuentes internas insinuaron que el técnico buscaba una excusa para aceptar una propuesta más atractiva en otro equipo.
Gustavo Fermani, director deportivo, desempolvó las carpetas de candidatos al banquillo que habían considerado antes de elegir a Juárez. La opción más sólida era el argentino Javier Gandolfi.
El martes por la noche, Juárez intentó rectificar. Llamó a los directivos, buscando reabrir las puertas del diálogo, pero ya era demasiado tarde, su actitud impulsiva ya había generado una consecuencia que tendría que asumir. La decisión de buscar un nuevo entrenador estaba tomada, y el mexicano había perdido la confianza de la institución.
El cruce de versiones
En medio del caos, Juárez recurrió a su cuenta de X (antes Twitter) para compartir su versión. “Cuenten la historia, pero cuenten la verdad”, escribió junto a una imagen de los trofeos obtenidos bajo su mando. Más tarde, agregó: “Este asunto nunca tuvo que ver con cuestiones económicas y ahora estoy desempleado. Pronto me reuniré con mi familia en Barcelona. Ojalá hubiera habido una mejor comunicación. Gracias al Atlético Nacional”.
Estas publicaciones avivaron la especulación en los medios y las redes sociales, con opiniones divididas sobre lo ocurrido. Mientras algunos simpatizaban con su postura, otros lo acusaban de dejar al equipo en una posición comprometida antes de retos importantes como la Libertadores.
El nuevo horizonte: Gandolfi
El miércoles transcurrió en silencio por parte del club. En los despachos de Nacional, los directivos avanzaban en conversaciones con Javier Gandolfi, quien ya había manifestado su interés en asumir el desafío. Mientras tanto, nombres como Hernán Crespo, Gabriel Milito y Luis Zubeldía también surgían en la rumorología mediática. Fuentes allegadas al entrenador mexicano negaron que lo de Juárez fuera una reacción impulsiva, sino que manifestaron que desde un principio no hubo una buena relación con Gustavo Fermani. “Cada quien se maneja como quiere”, dijo Fermani al ser consultado sobre el tema.
Además, desde las altas esferas del club manifestaron que el entrenador siempre estuvo al tanto de la llegada y salida de jugadores y que hay chats con pruebas de ello. Así mismo indicaron que aunque no esperaban su renuncia, sí se les hacía extraño que después de 4 meses el entrenador aún no hubiera querido mudar a su familia a la ciudad, lo que no les daba buena espina.
El jueves por la tarde, el presidente Sebastián Arango Botero enfrentó a la prensa. Con tono firme, agradeció a Juárez y su cuerpo técnico, pero dejó claro que la forma de su renuncia no fue adecuada. “Ninguna persona está por encima de Atlético Nacional, ni siquiera sus intereses personales”, declaró.
Horas más tarde, el club cerró los términos definitivos para la llegada de Javier Gandolfi como nuevo técnico.
Finaliza un capítulo e inicia otro
Con la salida de Efraín Juárez, Atlético Nacional cerró un capítulo que dejó dos títulos, pero que terminó con un sinsabor mientras inicia uno nuevo con Gandolfi al mando. El tiempo dirá si las decisiones tomadas por ambas partes fueron las correctas. Los hechos hablarán, y la historia continuará escribiéndose en el césped, donde las verdades se definen con goles y victorias.
Desde 2020 ningún técnico dura un año en Nacional
Esa tendencia no se rompe desde 2020, la cual tiene que ver con que con los entrenadores que ha tenido el club verdolaga no han podido superar los 9 meses en el cargo. En los últimos cinco años pasaron 10 orientadores, los cuales fueron desvinculados o renunciaron por malos resultados o desencuentros con los directivos.
Juan Carlos Osorio fue el último técnico en el verde que superó los 12 meses en el cargo, desde julio de 2019 hasta noviembre de 2020, en su segundo ciclo.
