En el fútbol colombiano hay jugadores que despiertan pasiones con su juego y otros que, además, lo hacen con su carácter. Marino Hinestroza es una combinación explosiva de ambos. Con apenas 22 años, el extremo caleño de Atlético Nacional se ha convertido en el hombre de moda. Su velocidad, capacidad de desborde y gambeta llena de picardía lo han transformado en un espectáculo garantizado cada vez que toca el balón. Y como si fuera poco, su nombre ha empezado a sonar en el radar de la Selección Colombia.
Pero Hinestroza no solo destaca por su talento. También es protagonista por su personalidad fuerte y su tendencia a generar controversia. Sus celebraciones han sido foco de críticas y admiración. En el pasado, simuló la pesca de un tiburón tras anotarle a Junior, lo que generó malestar en la hinchada barranquillera. Luego, en los cuadrangulares, tuvo un gesto polémico al limpiarse la boca con el banderín de Millonarios. Y ahora, en el clásico contra América, volvió a ser noticia: cuando Juan Fernando Quintero se disponía a cobrar un tiro de esquina, Hinestroza cruzó frente a él y, en lugar de ignorar el bullicio del estadio, encendió aún más a los hinchas verdolagas, desatando interpretaciones diversas.
Sin embargo, más allá de las polémicas, su historia es la de un luchador. Nacido y criado en el barrio Olaya Herrera, en el nororiente de Cali, creció rodeado de violencia, visitando cárceles y cementerios con demasiada frecuencia. “Hice muchos sacrificios por ser futbolista. Pude ser uno de los más ladrones de mi barrio, pero me mantuve al margen de las drogas y la violencia. Hoy en día tengo varios amigos en la cárcel y otros que perdieron la vida”, relató en una entrevista reciente.
Desde los 9 años recorría largas distancias a pie para entrenar con Orsomarso. Su padre fue arrestado en 2016, un golpe que lo marcó profundamente. Dos años después, su progenitor recuperó la libertad, pero ahora es su hermano quien está en prisión. Hinestroza lo visita en la cárcel de Villahermosa, con la esperanza de que, algún día, tenga una segunda oportunidad. “Él me dice que siga así, que está orgulloso y que quiere salir para disfrutar de todo esto conmigo”, confiesa Marino.
Su carrera futbolística también ha sido un camino de perseverancia. Debutó en 2018 con Orsomarso, pasó por América de Cali, Palmeiras y Pachuca, encontró continuidad en la MLS con Columbus, y desde el semestre anterior brilla en Atlético Nacional. Su impacto en el verde paisa ha sido inmediato: en seis partidos disputados este año, registra tres goles y dos asistencias, confirmando su rol como una de las figuras del torneo.
Respecto al incidente con Juan Fernando Quintero, Hinestroza aclaró en sus redes sociales que no hubo intención de burla o irrespeto, sino simplemente la adrenalina del partido y su conexión con la hinchada. “No soy un jugador que habla mal de los compañeros. Lo que hago, lo hago en la cancha y siempre hablo de mi equipo. Respeto mucho la trayectoria de todos los jugadores”, expresó.
Así es Marino Hinestroza, un joven que deslumbra con su fútbol, pero que no deja a nadie indiferente con su carácter. Un jugador que, con base en talento y determinación, está escribiendo una historia brillante en el fútbol colombiano.
