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Cuando corrimos el Tour “hablábamos por señas”

Así se hacían entender los colombianos pioneros de la incursión nacional en esa ronda en los años 80. El contraste, 4 décadas después: Egan, políglota.

  • Un total de 1.800 ciclistas, 100 más que la pasada edición, se esperan este año en L´Étape Colombia, certamen para corredores aficionados que gana adeptos en el país. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
    Un total de 1.800 ciclistas, 100 más que la pasada edición, se esperan este año en L´Étape Colombia, certamen para corredores aficionados que gana adeptos en el país. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
  • ABELARDO RÍOSExciclista, 67 años
    ABELARDO RÍOS
    Exciclista, 67 años
  • ANTONIO LONDOÑOExciclista, 64 años
    ANTONIO LONDOÑO
    Exciclista, 64 años
31 de julio de 2019
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Es difícil espabiliar cuando los antioqueños Abelardo Ríos y Antonio Londoño rememoran sus vivencias en el Tour de Francia.

Ambos, en el papel de pioneros, hacen parte del grupo de corredores colombianos que abrió el camino de la gloria en Europa y que hoy, gracias a Egan Bernal, campeón del Tour-2019, recoge los mejores frutos.

Ríos integró el primer equipo nacional -Pilas Varta- en la ronda gala en 1983, y Londoño hizo parte de la competencia tres años después.

Ayer, en la presentación de la tercera edición de L’Étape Colombia, carrera para aficionados más importante del mundo y en la que ambos estarán rodando por carreteras de Medellín y Antioquia el 1° de septiembre, sus anécdotas dimensionaron más la gesta de Bernal en la prestigiosa prueba del pedal.

“NOS HICIMOS RESPETAR”

ABELARDO RÍOS<br />Exciclista, 67 años
ABELARDO RÍOS
Exciclista, 67 años

“Parece increíble que hayan pasado 36 años desde que un equipo colombiano corrió un Tour. Fue una aventura; todo era desconocido para nosotros. Pasaban varios días para comunicarnos con la familia, pues no había fax ni celular y se debían hacer largas filas y comprar unas monedas especiales para poder llamar de los teléfonos que había. Era costoso.

Tuvimos una falla: no disputar, en un mes, ninguna carrera antes del Tour, que tenía recorridos demasiado duros. Corrimos una etapa de 336 kilómetros. Ese día, la prueba comenzó a las 8:00 a.m. y llegamos a meta a las 7:00 p.m. Pero, de los diez representantes, cinco terminamos el Tour (los otros fueron Édgar Corredor, Patrocinio Jiménez, Samuel Cabrera y Alfonso Flórez).

Nos hacíamos entender por señas, no sabíamos ni hablar paisa (risas). Por ejemplo, algunos compañeros, para pedir leche en el desayuno, lo hacían con un gesto de lactancia, tratando de hacerse entender, llevándose las manos al pecho...

En el pelotón nos trataban mal. Nos decían ‘indios, brutos’, nos echaban la culpa por todas las caídas. Un día, cansado ya de un gigantón corredor italiano, y dispuesto a que nos expulsaran, lo ‘bravié’ cogiéndolo del manubrio. Él se puso a llorar y no volvió a joder más. Incluso, nos volvimos amigos. Nos hicimos respetar...

Llevamos seis bultos de panela que, para los europeos era una novedad; decían que nos estábamos dopando, les dimos a probar y no les gustó. Las épocas son distintas y cada una tiene su valor”.

“QUIEN VA AL TOUR ES UN CAMPEÓN”

ANTONIO LONDOÑO<br />Exciclista, 64 años
ANTONIO LONDOÑO
Exciclista, 64 años

“Si ganar una etapa en Europa es difícil, conquistar un Tour es de otro mundo, es muy berraco, allá se anda mucho.

Un corredor español me decía que ‘quien viene al Tour es un campeón, el que lo termina es un gran campeón y el que vuelve es un güevón (risas)’. Todo ha cambiado, hoy hay más técnica que antes. La forma de entrenar era diferente, las bicicletas tenían seis cambios, ya poseen el doble; pesaban 12 kilos y ya máximo 7; las camisas eran de lana y cuando llovía pesaban tres kilos. Los recorridos son diferentes y hay más tecnología. Una cosa que sí es igual, el ciclismo sigue siendo duro. Con el idioma nos fue mal, por eso uno se sorprende hoy cuando escucha a un campeón, como Egan, dominar inglés, italiano y francés. Es increíble... En Europa hubo detalles bonitos. Me tocó una ventisca de nieve, era la cosa más miedosa. Como no teníamos ni guantes, un italiano se quitó la chaqueta, se la puso a Alfonso López, lo subió a la bicicleta y lo empujó. Nosotros también teníamos otros detalles. Llevábamos Coca-Cola y los corredores, para refrescarse, se nos acercaban a pedirnos. Es que muchos europeos no tomaban, con excepción de los españoles, porque supuestamente era un estimulante. Una vez tuve una discusión con un tipo. Me cuestionaba sobre qué había obtenido gracias al ciclismo, y le respondí que nada material, que vivía en un barrio humilde, pero que poseía una cosa que él no: un nombre en el deporte que practiqué”.

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