El joven gimnasta colombiano Camilo Vera Carrascal volvió a dejar en alto el nombre del país en el Mundial Juvenil de Gimnasia Artística, donde ocupó el puesto 14 del All Around entre los 24 finalistas, en una competencia marcada por la precisión, los nervios y el pulso firme de quienes representan el futuro de este deporte. Aunque en la final no logró igualar su registro de la ronda clasificatoria —77.264 puntos frente a los 79.233 iniciales—, su actuación dejó claro que su talento sigue en ascenso. Una presentación irregular en barras paralelas, precisamente una de sus especialidades, le impidió acercarse a su mejor marca.
Sin embargo, ese tropiezo no opaca la realidad: Camilo es finalista mundial en ese aparato y este lunes volverá a competir por una medalla, acompañado por la ilusión de un país que respira gimnasia cuando jóvenes como él se elevan sobre los aparatos.
En la final, Camilo registró sus notas con la serenidad de quien sabe que cada décima cuenta: suelo, 12.566; caballo con arzones, 12.566; anillas, 12.833; salto, 13.400, tras dos ejecuciones sólidas; barras paralelas, 12.033, su punto más bajo del día; y barra horizontal, 13.866, su mejor nota y segundo mejor registro de la final. Ese cierre brillante en la barra horizontal confirma lo que ya se sabía en Cúcuta y en los círculos técnicos del país: cuando Camilo toma impulso sobre ese aparato, Colombia tiene un especialista de talla mundial.
Este lunes, además, el país dirá presente en dos de las tres finales masculinas del día: paralelas y barra horizontal, testimonio del trabajo silencioso pero constante que Colombia ha tejido en estos aparatos durante años. No es casualidad: de forma recurrente, tanto en juveniles como en mayores, siempre aparece un colombiano entre los mejores del mundo.
Entre barras, tierra y resiliencia
Detrás del atleta que hoy compite en escenarios globales hay un niño cucuteño de 18 años que nació en una familia donde la gimnasia no es solo deporte, sino herencia. Su abuelo Lucio Hernando Vera, sus tías Erla Mayerli y Erika Vera, y su tío Jairo Vera —quien también fue entrenador antes de dedicarse a los clavados— marcaron su camino.
A los 11 años, la difícil situación económica de su familia los llevó a mudarse al Catatumbo, una región marcada por la violencia. Allí, Camilo y sus hermanos improvisaron un pequeño gimnasio con materiales precarios, entrenando sobre tierra, con barras de madera y pesas hechas de ladrillos. Pese a la falta de electricidad, internet y seguridad, mantuvo su disciplina intacta.
El regreso a Cúcuta, producto del recrudecimiento de la violencia en la zona, permitió que Camilo retomara su entrenamiento formal con Jairo Ruiz. Fue entonces cuando volvió a crecer como deportista en un ambiente donde también despuntaban figuras como Jossimar Calvo y Ángel Barajas, convirtiéndose en otra promesa cucuteña con talento para destacar en múltiples aparatos.
Hoy, Camilo representa a una generación que ha transformado la gimnasia colombiana a punta de resiliencia, esfuerzo y amor por el deporte. Su presencia en las finales de paralelas y barra horizontal en el Mundial Juvenil simboliza no solo su crecimiento personal, sino la fuerza de un proceso que ha moldeado campeones incluso en medio de la adversidad.
El joven gimnasta colombiano Camilo Vera Carrascal volvió a dejar en alto el nombre del país en el Mundial Juvenil de Gimnasia Artística, donde ocupó el puesto 14 del All Around entre los 24 finalistas, en una competencia marcada por la precisión, los nervios y el pulso firme de quienes representan el futuro de este deporte. Aunque en la final no logró igualar su registro de la ronda clasificatoria —77.264 puntos frente a los 79.233 iniciales—, su actuación dejó claro que su talento sigue en ascenso. Una presentación irregular en barras paralelas, precisamente una de sus especialidades, le impidió acercarse a su mejor marca.
Sin embargo, ese tropiezo no opaca la realidad: Camilo es finalista mundial en ese aparato y este lunes volverá a competir por una medalla, acompañado por la ilusión de un país que respira gimnasia cuando jóvenes como él se elevan sobre los aparatos.
En la final, Camilo registró sus notas con la serenidad de quien sabe que cada décima cuenta: suelo, 12.566; caballo con arzones, 12.566; anillas, 12.833; salto, 13.400, tras dos ejecuciones sólidas; barras paralelas, 12.033, su punto más bajo del día; y barra horizontal, 13.866, su mejor nota y segundo mejor registro de la final. Ese cierre brillante en la barra horizontal confirma lo que ya se sabía en Cúcuta y en los círculos técnicos del país: cuando Camilo toma impulso sobre ese aparato, Colombia tiene un especialista de talla mundial.
Este lunes, además, el país dirá presente en dos de las tres finales masculinas del día: paralelas y barra horizontal, testimonio del trabajo silencioso pero constante que Colombia ha tejido en estos aparatos durante años. No es casualidad: de forma recurrente, tanto en juveniles como en mayores, siempre aparece un colombiano entre los mejores del mundo.
Entre barras, tierra y resiliencia
Detrás del atleta que hoy compite en escenarios globales hay un niño cucuteño de 18 años que nació en una familia donde la gimnasia no es solo deporte, sino herencia. Su abuelo Lucio Hernando Vera, sus tías Erla Mayerli y Erika Vera, y su tío Jairo Vera —quien también fue entrenador antes de dedicarse a los clavados— marcaron su camino.
A los 11 años, la difícil situación económica de su familia los llevó a mudarse al Catatumbo, una región marcada por la violencia. Allí, Camilo y sus hermanos improvisaron un pequeño gimnasio con materiales precarios, entrenando sobre tierra, con barras de madera y pesas hechas de ladrillos. Pese a la falta de electricidad, internet y seguridad, mantuvo su disciplina intacta.
El regreso a Cúcuta, producto del recrudecimiento de la violencia en la zona, permitió que Camilo retomara su entrenamiento formal con Jairo Ruiz. Fue entonces cuando volvió a crecer como deportista en un ambiente donde también despuntaban figuras como Jossimar Calvo y Ángel Barajas, convirtiéndose en otra promesa cucuteña con talento para destacar en múltiples aparatos.
Hoy, Camilo representa a una generación que ha transformado la gimnasia colombiana a punta de resiliencia, esfuerzo y amor por el deporte. Su presencia en las finales de paralelas y barra horizontal en el Mundial Juvenil simboliza no solo su crecimiento personal, sino la fuerza de un proceso que ha moldeado campeones incluso en medio de la adversidad.