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El contragolpe perfecto de Nacional para el tercer gol inició en las manos de Kevin Mier

“El Rifle” Andrade anotó el tercer gol del cuadro verdolaga. Fue en un contragolpe perfecto. Todo empezó en las manos del arquero Mier y terminó en la celebración desenfrenada del técnico, los hinchas y el entrenador Herrera.

  • El portero de 22 años participó en los procesos de Selección Colombia de menores. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.
    El portero de 22 años participó en los procesos de Selección Colombia de menores. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.
23 de junio de 2022
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Las pulsaciones estaban arriba. Los hinchas hacían sentir su felicidad con los cantos en las tribunas, pero no se sentían tranquilos con el resultado. Un 2-1 en una final, contra un equipo tan peligroso en ataque como el Deportes Tolima no certificaba nada. Menos cuando ellos cierran las finales jugando en casa.

En el minuto 90+2 el cuadro pijao tuvo una jugada de ataque que llegó a las manos de Kevin Mier. El joven arquero de Nacional levantó la mirada y vio el espacio para hacer un contragolpe perfecto. Aunque un par de jugadores del equipo visitante se le pararon al frente para no dejar que le diera juego a sus compañero, el nacido en Barrancabermeja fue astuto y se movió con rapidez.

Le hizo un pase con la mano a Daniel Mantilla, que estaba parado sobre la línea frente a la tribuna oriental del Atanasio. El volante jugó como si fuera lateral y dio un par de pasos para tener impulso y pasarle el balón a Jarlan Barrera, que estaba ubicado sobre la línea, un poco más adelante.

El zurdo levantó la mirada, vio que había más espacio sobre la parte occidental de la cancha e hizo un cambio de frente. Recibió el balón el capitán Sebastián Gómez, uno de los jugadores más destacados del equipo verde en este semestre.

Con la esférica dominada se posicionó como si fuera a correr hacia dentro del área. Los defensas del Tolima compraron el amague y abrieron el espacio para que a sus espaldas pasara Andrés Felipe “El Rifle” Andrade.

El 10 verdolaga entró solo al área, tocó un par de veces el balón, se perfiló para patear bien con su pierna derecha y mandó el balón a guardar. En ese momento, las pulsaciones de los hinchas, el cuerpo técnico y los jugadores, que ya estaban altas por la tensión de una ventaja corta, se dispararon.

Los 44.000 espectadores estallaron en un grito unísono de gol. Se abrazaban, lloraban, se cogían la cabeza, saludaban a todo el mundo como si fueran hermanos y se conocieran de toda la vida. En el banco de suplente “El Arriero” estalló de emoción y se abrazó con sus jugadores, con los asistentes del cuerpo técnico. La emoción era grande porque Nacional se hizo sentir en la primera final.

Y si lo que pasaba afuera de la cancha era emocionante, dentro del rectángulo de césped los jugadores estallaron de júbilo. Andrade se sentó en la cancha y celebró como el noruego Erling Haaland, Gómez lo abrazó y ambos terminaron en el suelo y Jarlan Barrera, descontrolado, se cogía la camiseta y besaba el escudo. Con este acto se metió de nuevo en el corazón de la hinchada verdolaga.

Desde que el balón salió de las manos de Mier, hasta que terminó reposando en el arco que defendía Alexander Domínguez pasaron 30 segundos. En el minuto 90+3 Nacional alargó la ventaja sobre el equipo vino tinto y oro y parece asegurar su estrella 17. Habrá que esperar por lo que suceda en Ibagué, pero anoche ser del verde, fue ser feliz.

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