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En una carta abierta –con toques autocríticos–, el multimillonario sueco Daniel Ek, cofundador y director ejecutivo de Spotify, admitió que su empresa no ha sido transparente respecto a las políticas editoriales para aceptar o rechazar un contenido, en especial en el tema sensible de las vacunas.
A renglón seguido anunció la publicación de las reglas de la plataforma y la inclusión de un anuncio de alerta para que la audiencia sepa que un podcast incluye información no corroborada sobre la covid-19. “Este aviso dirigirá a los oyentes a nuestro Centro dedicado de covid-19, un recurso que brinda fácil acceso a datos compartidos por científicos, médicos, académicos y autoridades de salud pública de todo el mundo”.
El texto y las medidas prometidas son la reacción tardía de la plataforma a un debate que se interna en los terrenos espinosos de los límites de la libertad de expresión. Todo comenzó a finales de 2021 cuando el exdeportista y comediante estadounidense Joe Rogan invitó a su podcast Joe Rogan Experience, uno de los más escuchados en EE. UU., al médico y virólogo Robert Malone para hablar de las teorías conspirativas asociadas con la pandemia mundial.
La respuesta no tardó: más de doscientos médicos suscribieron una misiva dirigida a Spotify en la que ponen el foco en Rogan: “A lo largo de la pandemia de covid-19, Joe Rogan ha difundido reiteradamente afirmaciones engañosas en su pódcast, lo que ha provocado desconfianza en la ciencia y la medicina”. Malone tampoco escapó del escrutinio: “El Dr. Malone usó la plataforma para promover numerosas afirmaciones sin fundamento, incluidas varias falsedades sobre las vacunas contra el covid-19”.
El servicio de Streaming pasó entonces de largo: no se dio por aludido.
Primer round
El escándalo llamó la atención de la prensa cuando una leyenda del rock tomó partido: el compositor canadiense Neil Young puso contra las cuerdas a la empresa la semana pasada al obligarla a escoger entre él –un artista con sesenta años de trayectoria musical– y el comediante.
El autor de Hey Hey, My My fue contundente: “Pueden tener a Rogan o a Young. No a ambos”. De nuevo, Spotify no hizo comentarios. El repertorio fue retirado; las únicas canciones de Young que siguen en Spotify son las incluidas en álbumes colectivos y en bandas sonoras. Muy pronto la cantautora Joni Mitchell, elegida Persona del año de los Grammy, se sumó a la cruzada y retiró también su obra de la parrilla del gigante tecnológico.
Entre tanto, las búsquedas en internet relacionadas con Neil Young ascendieron y su música salió del nicho de los conocedores del rock. Esta no es la primera intervención del compositor en temas polémicos: en 2006, por ejemplo, entregó al público el disco Living with War, un elocuente alegato contra el presidente George W. Bush y su política internacional. Un pasaje de la canción que da título al álbum dice “Y cuando el amanecer se rompe, veo a mi prójimo./ Y en la pantalla plana matamos y nos matan de nuevo”. Antes, había compuesto Ohio, una respuesta a la muerte de estudiantes a manos de la Guardia Nacional.
Sin medidas todavía
No obstante, el campanazo que produjo la respuesta de Ek fue el comunicado emitido por la Fundación Archewell, creada y presidida por el príncipe Harry y la actriz Meghan Markle. Un portavoz de los duques de Sussex afirmó: “Seguimos expresando nuestras preocupaciones a Spotify para garantizar que se realicen cambios en su plataforma para ayudar a abordar esta crisis de salud pública”.
En su momento, la BBC informó que los miembros díscolos de los Windsor firmaron un contrato por 25 millones de dólares con Spotify para la producción de pódcasts con las voces de Harry y Meghan, celebridades en los Estados Unidos.
En medio de la tormenta mediática, Rogan se retractó en su pódcast y afirmó no ser un antivacunas. A pesar de esto, el programa sigue al aire.