En 1960 el maestro Fernando Botero ya mostraba su interés por alcanzar la monumentalidad, por exagerar las dimensiones y las proporciones de sus personajes, técnica que terminó marcado su vida artística.
Ese mismo año plasmó sobre una pared del entonces nuevo edificio del Banco Central Hipotecario (BCH), el primer gran mural de su carrera, que tituló Escena con jinete.
“Botero aún no era Botero. Estaba en un periodo de experimentación y búsqueda de su estética. En esos años exploró técnicas que ya se hacían en la ciudad, como el fresco”, comenta Camilo Castaño, curador del Museo de Antioquia.
Del maestro solo hay dos murales en todo el mundo, uno de ellos (La puerta del cielo y La puerta del infierno) en la capilla de la Misericordia, en Pietrasanta, Italia, y el otro es el que quedará en el Museo de Antioquia.