En la Comuna 13 se inauguró otra escultura gigantesca. Muy cerca del Cristo Redentor –con poncho y carriel– estará a partir de ahora la cabeza de Apolo, el dios griego de las artes y la eterna belleza, adornado con gafas oscuras, audífonos y el sombrero vueltiao más grande del mundo.
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En el centro de la iniciativa está Alejandro Sierra Osorio con su empresa D3House, que también participó en la elaboración del Cristo Rendentor que se inauguró en diciembre también en la comuna, y que está liderando el proyecto de otro Cristo Redentor que se instalará en diciembre en el embalse de Guatapé. Ese será enorme, siete veces más grandes que el de Río de Janeiro, Brasil, que tiene de 38 metros de altura.
El Apolo paisa de más de 7,5 metros y elaborado con unas 5.000 piezas impresas en 3D –contando los audífonos, las gafas y el sombrero– es un trabajo colectivo en el que participaron, además de Alejandro y su empresa, un grupo de seis estudiantes de ingeniería mecatrónica del ITM, el artista Romeo Parra, sobrino de Maluma, y el restaurante Meraki, donde fue instalada la escultura. El proyecto contó con el apoyo de la marca Creality, un fabricante mundial de impresoras 3D, de origen chino.
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El proyecto es una suma de intereses, del restaurante por atraer clientela, de los estudiantes por desarrollar proyectos, de Alejandro y Creality por popularizar su trabajo y de Romeo por dar a conocer su arte, y que mejor lugar que la Comuna 13, el foco del turismo en Medellín.
–“Todo empezó cuando mi primo Maluma firmó con la disquera de mi padre. Fue entonces que empecé a estudiar y entender la cultura del reguetón y la música urbana de Medellín y Colombia. La escultura es un homenaje al logo de la disquera: el dios Apolo escuchando música con audífonos. Para representar nuestra cultura tradicional, le añadí un sombrero vueltiao. Además, le puse unas gafas que son dos pantallas para proyectar contenido audiovisual relacionado con el arte en la Comuna 13”, dijo Romeo Parra, diseñador artístico del proyecto.
Todo esto es posible gracias a la tecnología, que lo va facilitando todo. El proceso de desarrollo, impresión y ensamblaje de la escultura no tomó más de cinco meses y se hizo con un material que se genera a partir de caña de azúcar y maíz, que luego es recubierto con fibra de vidrio y resina para que resista a la intemperie.
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– “Es algo muy bonito porque ya están empezando a conocer el talento y lo que se puede hacer con tecnología y material biodegradable. Las impresoras 3D funcionan como una pistola de silicona, tú oprimes el gatillo y se va derritiendo como el plástico hasta que forma una figura tridimensional”, dice Alejandro.
La tecnología de impresión 3D es capaz de convertir casi cualquier idea en realidad, y lo hace rapidísimo. En su empresa D3House, Alejandro quiere probar que puede hacer de todo. Desde que empezó, hace 9 años, ha hecho mascarillas para el covid, esculturas, letreros en braile, vehículos para personas y animales con discapacidad y figuras de todo tipo.
La impresión es práctica, es veloz, pero hace del arte una ocurrencia, un asunto de productividad más que de creatividad. Es el arte de este tiempo, hacer por hacer, porque se puede.