Tras la muerte de María Kodama —viuda y heredera universal de Jorge Luis Borges— la prensa y el mundo editorial se preguntan quién será el encargado de gestionar los derechos de una de las obras más importantes de la literatura universal del siglo XX. Y la pregunta no resulta gratuita luego de que Fernando Soto, abogado de confianza de Kodama, dijera en una rueda de prensa que la guardiana del legado de Borges había muerto sin dejar especificaciones claras respecto a los libros del argentino y el destino de la fundación que ella dirigió con puño de hierro desde 1988. “No dejó testamento”, dijo el abogado a los periodistas que asistieron a su llamado.
Borges y Kodama se casaron pocos meses antes de la muerte del autor de Historia universal de la Infamia. A partir de ahí, Kodama se ganó una fama bien merecida de férrea centinela del nombre y la obra de su marido, al punto de llevar a los estrados judiciales a los escritores que se atrevieron —en una actitud muy borgeana— a reescribir o parodiar alguno de los textos de Borges. El mismo Soto la secundó en el proceso que inició en 2015 contra Pablo Katchadjian, quien años antes había publicado una versión extendida de El Aleph, una de las piezas fundamentales de la literatura en español.