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El archivo oculto de Rodrigo D. No futuro

Fotos resguardadas durante décadas por Hernando Tejada Ángel, sonidista, reviven la crudeza y vitalidad de una generación atravesada por la violencia y el punk.

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hace 10 horas
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Estrenada en 1990 y dirigida por Víctor Gaviria, Rodrigo D. No futuro fue el primer largometraje colombiano en llegar al prestigioso Festival de Cannes.

La cinta narra la vida de jóvenes de barrios populares de la Medellín de los años ochenta, atrapados entre la violencia, la falta de oportunidades y la búsqueda de identidad en la música punk. “Fue como quitarnos el telón de una realidad que estaba sucediendo”, recuerda Mauricio Builes, coordinador de Casa Betsabé, donde se exhibieron imágenes inéditas de la película.

El filme no solo retrató una ciudad desgarrada por el narcotráfico y la muerte temprana de miles de jóvenes, sino que también se convirtió en un documento testimonial. Su dedicatoria final quedó grabada en la memoria colectiva: “Dedicada a la memoria de John Galvis, Jackson Gallego, Leonardo Sánchez y Francisco Marín, actores que sucumbieron sin cumplir los 20 años a la absurda violencia de Medellín, para que sus imágenes vivan por lo menos el término normal de una persona”.

El archivo de Víctor Gallego

Detrás de esas escenas estaba también la mirada de Hernando Tejada Ángel, sonidista que registró con su cámara el rodaje de la película. Más de tres décadas después, sus imágenes (muchas de ellas nunca antes vistas) salieron a la luz gracias a su hija Tatiana Tejada. “Este trabajo es un legado de mi papá. Durante años guardó esas fotos como un testimonio y hoy me parecía importante compartirlas con la ciudad”, explicó en entrevista con EL COLOMBIANO.

El archivo oculto de Rodrigo D. No futuro

Las fotos muestran a los actores naturales en sus barrios, a Gaviria dirigiendo en medio del caos y a una Medellín que parecía vivir al borde del abismo. Para Tatiana, abrir el archivo no solo es un acto íntimo de memoria familiar, sino también un gesto público de resistencia: “Queremos que la gente vea esas imágenes, que entienda lo que significó hacer esta película en ese contexto”.

La exposición encontró un hogar en Casa Betsabé Espinal, un espacio cultural en pleno centro de la ciudad. Según Mauricio Builes, la decisión de abrir sus puertas a la muestra no fue casual: “El propósito de las fotografías conversa de manera perfecta con el propósito de la casa. A 35 años de la película, seguimos haciéndonos preguntas sobre ese ‘no futuro’ que retrató Gaviria”.

El coordinador recuerda que cuando Tatiana se acercó con la propuesta, coincidía con una coyuntura nacional: el atentado contra Miguel Uribe, un episodio que trajo de vuelta imágenes de sicarios adolescentes. “Nos preguntamos cómo es que volvemos a eso. Por eso dijimos: hagámoslo, que esta exposición active conversaciones urgentes”.

Uno de los ejes de la muestra fue el diálogo entre generaciones. Para Builes, aunque las expresiones culturales han cambiado, la inconformidad juvenil sigue siendo un motor. “El punk fue la banda sonora de los ochenta. Hoy puede ser el rap o el hip-hop. Pero lo que permanece es la necesidad de expresar la rabia y la inconformidad frente a una sociedad que muchas veces mira hacia otro lado”, señaló.

En ese sentido, estas fotografías funcionan como un espejo. Jóvenes menores de 35 años, que no vivieron el estreno original, llegaron a la exposición y se encontraron con imágenes que hablaban de sus propios barrios, sus padres y realidades que, aunque distintas, conservan resonancias. “La recepción ha sido muy buena. La gente empieza a recordar escenas, a hablar de su barrio, a hacer memoria”, contó.

Lea también: El buen momento del cine colombiano en Cannes: premios, alianzas y presencia histórica

Activaciones culturales

El archivo oculto de Rodrigo D. No futuro

Pero la muestra no se quedó en las paredes. Casa Betsabé organizó una serie de actividades paralelas como charlas, encuentros de memoria y presentaciones musicales. Uno de los invitados fue el padre Antún Ramos, con su propuesta de reflexionar sobre un “Sí futuro”. También hubo un encuentro con artistas de hip-hop de Chile y Colombia, y se prepara un concierto de punk en la calle Boyacá.

“Queremos que estos espacios no sean solo contemplativos, sino que activen el diálogo entre arte, memoria y comunidad”, afirmó Builes. Comenta que llevar estas conversaciones al corazón de un barrio tensionado por la desigualdad es también un gesto político: “Estamos en un sector donde hay prostitución, migración, habitantes de calle... Tener un lugar como este significa ofrecer otra actitud frente a la ciudad”.

Para Tatiana, la muestra es sobre todo un homenaje a su padre y a la fuerza de la memoria visual: “No queremos que estas fotos se queden guardadas. Queremos que circulen, que sigan hablando de lo que fue esa Medellín y de lo que sigue siendo”.

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