Argentina llegó a la final de la Copa América Centenario abrumando a todos sus rivales, dando clases magistrales de fútbol colectivo y con un rosario de goleadas, factores por los que, sea cual sea su adversario, la Albiceleste ya es la absoluta favorita para llevarse el trofeo a casa.
Con Lionel Messi imparable, capaz de firmar obras de arte como su tiro de falta a la escuadra estadounidense, y un Gonzalo Higuaín que está sacando a relucir su perfil de matador, han vuelto a llevar a este seleccionado a la antesala de la gloria.
Entre los dos han anotado nueve goles, la mitad de los 18 que ha hecho el equipo, una media de tres por partido, cifras que sitúan al cuadro gaucho como el más goleador de la competición.
Argentina también ha lucido una gran solidez defensiva y es el equipo menos goleado, Sergio Romero solo ha tenido que recoger dos balones de sus redes.
Los números de por sí revelan un equipo apabullante, que arrasa a sus rivales, pero se quedan cortos para ilustrar la extrema facilidad con la que Argentina ha logrado sus victorias, porque da la impresión de que el equipo de Gerardo Martino ha jugado a medio gas durante todo el torneo.
Su debut ante Chile es probablemente el partido más complicado que ha tenido y el que se saldó con un marcador más ajustado (2-1), pero en realidad, se vio tan cómoda ante el campeón de América que ‘el Tata’ se permitió el lujo de dejar en el banquillo a su máxima figura.
El resto de la Copa ha sido un auténtico paseo para el subcampeón mundial, con goleadas sucesivas ante Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos.
Para la final, Argentina padecerá la baja del delantero Ezequiel Lavezzi, que se fracturó el codo izquierdo al tropezarse con una valla
publicitaria y caerse hacia atrás.
Esta ausencia, aunque es sensible, no preocupa en absoluto en el equipo de Martino, porque tiene suficientes balas en la recámara .