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Apropósito del decreto que regula las Autorizaciones de uso de emergencia (Asue) para que las vacunas contra el coronavirus puedan llegar a Colombia, firmado por el presidente Iván Duque el pasado lunes, y de la encuesta Pulso Social del Dane, publicada hace una semana, EL COLOMBIANO analiza los desafíos del país en materia de confianza en torno a la vacunación.
Dando una mirada a la encuesta, de los cerca 15.000 consultados en 23 ciudades, el 55,8 % manifestó que sí se aplicaría la vacuna en caso de que se encontrara disponible en este momento, frente al 44,2 % que dijo que no lo haría.
Entretanto, el plan de vacunación contra la covid, según el Ministerio de Salud, contempla iniciar la ejecución en la primera semana de febrero, con 1,7 millones de dosis del laboratorio Pfizer que inicialmente llegarían. De acuerdo con el viceministro de Salud, Luis Alexander Moscoso, ya se tiene claro dónde estarían los ultracongeladores para almacenar estas dosis a menos 70°C: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Pereira.
Transparencia, información clara y fácil de comprender para la ciudadanía, datos abiertos y seguimiento a los posibles resultados adversos (contemplados en el decreto Asue) son algunas de las claves que, de acuerdo con cuatro analistas consultados, se convierten en desafíos para el país en torno a que la ciudadanía confíe en el proceso.
Aspectos generales
Para Carlos Agudelo, epidemiólogo e infectólogo de la Clínica Universitaria Bolivariana y del San Vicente Fundación de Rionegro, el resultado está entre los promedios de otros países, que se ubican entre el 30 % y el 40 % de desconfianza ante la inmunización contra la covid.
Frente a esto, plantea que en la medida de que se inicie el proceso de vacunación y los ciudadanos vean que se traduce en beneficios, "y no se den efectos secundarios significativos, es probable que estén más abiertos a vacunarse", sostiene Agudelo; sin embargo, plantea que esto puede ser un arma de doble filo, ya que, si hay reacciones adversas severas, la desconfianza puede aumentar.
Tatiana Andia, investigadora de la Universidad de los Andes y exconsultora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre propiedad intelectual y salud pública, por su parte, plantea que en este momento la desconfianza es legítima, especialmente porque en promedio una vacuna tarda en conseguirse entre ocho, 10 y hasta 15 años, y las que hay en la actualidad contra la covid, surgieron en menos de un año.
"Por más que usted confíe en la ciencia, esto le genera suspicacias, y claro, esto se mueve también con información promovida por movimientos antivacunas", dice Andia, quien destaca que para contrarrestar las incertidumbres, la transparencia debe ser absoluta.
"El reto es de los gobiernos y de las compañías, pero la verdad es que no hay mucha transparencia en los resultados de ensayos clínicos y los costos. Por ejemplo, dicen que una vale 1,5 dólares y otra vale 18 dólares, entonces la gente se pregunta por qué hay unas más baratas que otras", sobre todo en una cultura en la que se cree que lo más costoso es de mejor calidad.
Seguimiento, fundamental
Otro reto, a juicio de la analista, está en el seguimiento a los pacientes, para que lo que sucedió con la enfermera que se desmayó luego de recibir la vacuna en Tennessee, en Estados Unidos, no se convierta en un foco de desinformación que es aprovechado por los grupos antivacunas, teniendo en cuenta que este tipo de reacciones son consideradas dentro de lo normal en estos casos. "Esos casos se deben contrarrestar con datos serios, recopilados continuamente del seguimiento que se realice a los pacientes".
Carlos Agudelo destaca que un método que puede generar confianza es la priorización de los pacientes que recibirán inicialmente la vacuna, "porque las más vulnerables estarán más abiertas a recibirla".
Y agrega que lo fundamental pasa por la educación frente a qué es una vacuna, cómo se desarrollan y cómo son los procesos para habilitar su aplicación, entendiendo que gracias a las vacunas se han podido erradicar enfermedades en el mundo, como sarampión, polio o tosferina, por ejemplo.
"Se deben poner las cosas en una balanza, dejando claro que si no se vacunan pueden seguir ocurriendo más muertes y enfermos y sigue existiendo el riesgo de enfermarte y complicarte o contagiar a los tuyos", agrega Agudelo.
Información pública
Claudia Vaca, docente de Farmacéutica de la Universidad Nacional, además, menciona que hay varias razones para entender los resultados de la encuesta del Dane.
"La primera tiene que ver con que el Gobierno ha asumido una estrategia de secretismo en lo que respecta a la negociación y evaluación de las vacunas", dice la especialista, lo que, a su juicio, puede minar la confianza ciudadana y es una situación "que pudo haberse comunicado con antelación para reducir las suspicacias" (ver Paréntesis).
Frente al secretismo y la poca información pública que se ha tenido sobre la negociación para acceder a las vacunas, como lo plantea Vaca, el ministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez, dijo en el programa Prevención y Acción que no se ha tratado de ocultar ni tener información secreta sino que lo que lo que buscan es ser claros con la información y no generar falsas expectativas. "Queríamos decir ya hay estos convenios, están firmados, las vacunas llegan en estas fechas”, como sucedió finalmente.
El otro punto pasa por un asunto de naturaleza global, que está más asociado a la información que tiene la ciudadanía sobre lo que prácticamente es un acuerdo global de haber aceptado que la fase de vacunación sirva como la fase cuatro del ensayo clínico.
Por esto, dice la especialista, hay que dejarle claro a la ciudadanía que en el proceso de investigación clínica "no se saltaron pasos, sino que se aceleraron ciertos procesos del desarrollo de las vacunas", pero garantizado que hay alta eficiencia y efectividad en los resultados de estas. "Si esto se explica con suficiencia, se podría haber entendido mejor".
Confianza en instituciones
Johnattan García Ruiz, magíster en salud pública y salud global de la Universidad de Harvard, plantea que la confianza es la base de la salud pública, porque todo lo que se hace en esta materia necesita, por lo menos, del aval o respaldo ciudadano.
"Afortunadamente la encuesta de Welcome Trust 2018 sobre vacunas muestra que Colombia tiene altos índices de confianza, tanto en el personal de salud, como de las autoridades sanitarias y esto se refleja en los altos índices de vacunación", dice García Ruiz.
La encuesta citada por el experto relata que en Colombia solo el 22 % de los consultados dijo que "la ciencia no beneficia a personas como ellos y no beneficia más a la sociedad".
Por otra parte, la misma encuesta destaca que en Colombia el 99 % de los consultados aseguró que "es más probable que la gente esté de acuerdo en que las vacunas son seguras, efectivas e importantes".
En este punto vale la pena dejar claro que las coberturas de inmunización en el país llegan al 95 %, aunque este año, por la pandemia y las cuarentenas estrictas que implicaron cierres generalizados, se prevé una reducción de al menos 20 puntos porcentuales, según proyecciones de la Federación de Departamentos.
Frente al panorama de vacunación a través del Programa Ampliado de Inmunización (PAI), que cubre 21 vacunas para enfrentar 26 enfermedades, Gerson Bermont, director de Promoción y Prevención del Minsalud, le dijo a EL COLOMBIANO que esta situación "implicó reforzar acciones en diciembre y los próximos meses para buscar a los niños que no recibieron sus biológicos a tiempo durante el presente año y prevenir casos de enfermedades prevenibles por vacunas".
Trabajo con líderes
Continuando con los desafíos frente a la vacuna contra la covid, García Ruiz destaca que el Gobierno debería empezar a "traducir" la información sobre las vacunas que llegarían al país, es decir, que no solo se queden en los conceptos técnicos que se cargan en las páginas del Ministerio de Salud y del Invima, sino pasarlas a un "lenguaje más del día a día, para entender, por ejemplo, qué es lo que hacen los técnicos del Invima y lo que revisan en la información que reciben" de los laboratorios.
Todos coinciden en que el papel de los medios de comunicación es clave, especialmente en no masificar las anécdotas (como la de la enfermera desmayada) o no ser claros en los resultados de una vacunación.
García Ruiz recuerda lo que pasó con la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) en Carmen de Bolívar (Bolívar), donde se dijo que algunas reacciones, como ataques que parecían epilépticos, estaban asociados a la vacuna; sin embargo, los estudios determinaron que no era así. "Algunos grandes medios hablaban del tema, pero no siempre se contactaban con expertos o entregaban información neutra y muchos se iban por el lado dramático" ver Radiografía).
Finalmente, García Ruiz destaca que tanto el Gobierno Nacional como los gobiernos locales deberán echar mano de los líderes sociales y comunitarios, de tal manera que, al explicarles los aspectos positivos de la vacunación, ellos bajen esa información a sus comunidades y aumente la confianza, pues el escucharlo de sus líderes o representantes, que son personas en las que creen, el efecto puede masificarse.
"Con los líderes, como lo hicieron en Estados Unidos con la epidemia de sarampión, muchas comunidades judías en Nueva York no se habían vacunado y lo que hicieron fue explicarles a ellos por qué las vacunas eran seguras", concluye el especialista”.
VPH, amargo recuerdo en vacunación
Santiago Estrada, director general del laboratorio clínico VID, en Medellín, y médico especialista en microbiología, explicó que la vacuna de VPH busca disminuir el riesgo de cáncer de cuello uterino y otros tipos de cáncer, como el anal. “Es una vacuna efectiva y la inmunidad es para toda la vida”. Frente a los que sucedió en Carmen de Bolívar, esos episodios generaron una reducción en las coberturas de vacunación contra el VPH, pasando en 2012, según el Minsalud, de una cobertura en la primera dosis del 97,9 % y del 96,8 % en la segunda, al 6,1 % en la primera dosis y del 1,6 % en la segunda, con corte a 2016. Por esto, dijo Estrada, cada vez que vuelve a la agenda este tema, es necesario recordar que las investigaciones no concluyeron que las reacciones se dieran por la aplicación de la vacuna: “Esa vacuna no tiene efectos adversos”.
No estigmatizar
Tanto Tatiana Andia, investigadora de la Universidad de los Andes, como Johnattan García Ruiz, magíster en salud pública de Harvard, coinciden en que la crítica no debe ser estigmatizada ni “apedreada” en redes sociales, porque, en últimas, este es un proceso de construcción de confianza, dice García Ruiz, mientras que Andia agrega que “la crítica es constructiva y es para mejorar, y llamar antivacunas a cualquiera que critica termina haciendo lo contrario, que es generar más suspicacias”.