Concentrarse en combatir la enfermedad no es la única preocupación a la que se enfrenta un enfermo de cáncer, también lo son sus molestos efectos secundarios y los que se producen por el tratamiento. Sin embargo, existen diversas alternativas para atenuarlos y mejorar su calidad de vida.
El primer recurso al que pueden acudir, y que ofrecen todas las instituciones prestadoras de servicios de salud, es la atención integral con cuidados paliativos, en la que no solo intervienen especialistas en oncología, sino que incluye el acompañamiento de profesionales como enfermeras, trabajadores sociales o psicólogos.
De acuerdo con los médicos, las molestias de la enfermedad, aunque varían dependiendo del tipo de cáncer, pueden ser físicas —principalmente el dolor— o psicológicas, y se manifiestan en diversas etapas; de ahí la importancia de la atención multidisciplinar.
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“Desde el diagnóstico, por ejemplo, el paciente empieza a experimentar sus efectos, pues la enfermedad le genera una preocupación que menoscaba la parte psicológica. Puede que no sea un efecto físico, pero el paciente ya está pensando todo el tiempo en ello”, destaca la médica Nora Saldarriaga, especialista en Dolor y Cuidados Paliativos, del Hospital Pablo Tobón Uribe.
De igual forma, los tratamientos como las cirugías, las quimioterapias y las radioterapias producen consecuencias que afectan la calidad de vida. Entre otras, se pueden considerar la caída del cabello, el dolor, el hormigueo que ocurre en las manos y en los pies, las náuseas y el vómito.
“Dependiendo de cuál es el tratamiento, la idea de cuidados paliativos es poder orientar sobre las principales molestias que va tener la persona, cómo se pueden anticipar y, cuando aparecen, cómo se puede ayudar a mitigarlas. Aunque no las podemos resolver siempre en un cien por ciento, sí podemos ayudar a esa persona a prepararse para ese momento”, especifica la doctora María Alejandra Herrera Mondragón, médica de familia y subespecialista en Cuidados Paliativos de la Clínica Las Américas.
Medicina integrativa
Otras ayudas provienen de lo que se conoce como medicina integrativa, que la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos define como “cualquier tipo de práctica médica o de producto no incluida en la atención tradicional”.
Esta modalidad contempla tratamientos como la acupuntura, la meditación y el masaje. Su uso depende de las condiciones en que se encuentre cada paciente y el análisis que haga el médico tratante.
La doctora Saldarriaga asegura que todo lo que haga sentir mejor a la persona ayuda al tratamiento, pero confiando en el profesional de la salud como el director de la orquesta: “Para que determine cuál es la mejor partitura que funciona para el paciente”.
En cuanto al consumo de sustancias conocidas como naturistas, la médica Herrera Mondragón explica que al paciente se le recomienda restringirlas cuando no esté probado el efecto que tienen sobre el tratamiento, ya que puede afectar el objetivo de curar.
“Sin embargo, por medio de la medicina integrativa se han buscado sustancias naturales, como frutas o verduras, que puedan favorecer los tratamientos y los síntomas. Es el caso de la vitamina C, que mejora el cansancio y la debilidad, relacionados con la terapia. Un buen consumo de estas frutas pudiera ayudar a que las personas tengan niveles de energía un poco más altos”, destaca. Entre otros, también se relaciona el jengibre, que ayuda a disminuir las náuseas, con lo cual se evita el uso de más medicamentos.
Otras estrategias como el yoga, el taichí o una actividad física moderada (según recomendación del médico), son buenos aliados para controlar el estrés o el dolor que produce el cáncer; así como para mantener una actitud positiva, que mejora la disposición del paciente.
Finalmente, es imprescindible el apoyo del círculo familiar. Señalan las expertas que cuando una persona con cáncer se siente acompañada de su entorno y se comunica bien con sus cercanos, logra asumir mejor su enfermedad y su tratamiento.