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Conozca cómo entrenar su inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de entender o comprender, sin embargo, no se refiere solo a conocimientos académicos, también se refiere al manejo de nuestras emociones.

  • El manejo de las emociones no solo tiene consecuencias en nuestra vida social, sino que puede llegar a tener efectos negativos en la salud. Foto: Shutterstuck.
    El manejo de las emociones no solo tiene consecuencias en nuestra vida social, sino que puede llegar a tener efectos negativos en la salud. Foto: Shutterstuck.

No siempre las personas más inteligentes son las más exitosas. Es común la imagen del genio incomprendido que tiene un mejor desempeño en soledad, de igual manera nos sorprende a veces que un compañero de trabajo ascienda sobre otro que aparentemente tiene más capacidades intelectuales. Esto se da porque hay un factor que puede hacer la diferencia: la inteligencia emocional.

Este concepto fue descrito por primera vez en el libro del psicólogo y periodista Daniel Goleman, Inteligencia Emocional, de 1995. Goleman recogió las teorías e investigaciones que habían surgido hasta el momento sobre la importancia de las emociones en el desarrollo humano y la posibilidad de moldearlas para ser exitosos. Aunque el concepto tiene detractores y ha sido muy discutido desde su surgimiento, se han encontrado amplias aplicaciones en el campo gerencial y académico. Las instituciones académicas que lo implementan tienen mejoras en la convivencia y en los resultados de sus estudiantes, mientras que en el campo administrativo, a su salida, Harvard Business Review lo catalogó como “un concepto revolucionario”.

Para entrenar la inteligencia emocional es necesario aprender a gobernar adecuadamente los sentimientos, saberlos interpretar y entender los de los demás. No es una tarea fácil y requiere adquirir conciencia del funcionamiento de nuestra mente.

El cerebro primitivo

Una de las películas más exitosas de los últimos años en Colombia fue Intensamente, de Pixar. En ella, la pequeña Riley Anderson se muda de la tranquila Minessota a la movida San Francisco, proceso en el que experimenta una serie de emociones que la llevan a madurar. La historia se desarrolla en la mente de Riley, donde Alegría, Temor, Tristeza, Desagrado y Furia compiten por el control. Mucho se habló de las pocas emociones que estaban retratadas en la película, que el rango es más amplio y se habían quedado cortos, pero en realidad esas son las emociones más primitivas y su control hace la diferencia a la hora de relacionarnos con el mundo.

La naturaleza, en su afán por garantizar la supervivencia de la especie, creó las emociones para protegernos de las amenazas exteriores y estimular nuestro desarrollo: el enojo estimula el cuerpo para que produzca la energía que nos permita defendernos, el miedo nos prepara para la huída, la alegría da reposo y fuerza para afrontar cualquier tarea, el desagrado previene los envenenamientos y la tristeza nos da la posibilidad de reflexionar sobre un hecho y planificar un nuevo comienzo.

Todas estas emociones son muy útiles y la mayoría de las veces podemos dar respuestas calculadas a sus embates, sin embargo, su raíz primitiva suele jugarnos malas pasadas. Cuando enfrentamos situaciones muy fuertes, el cuerpo puede saltarse el filtro de la mente racional y reacciona de la forma más primitiva, esto es llamado en el libro de Goleman “secuestro neuronal”, el sujeto pierde el control de sus acciones por un momento y puede hacer y decir cosas que no quiere en realidad. Aunque esto puede sonar como una reacción más honesta, no va en consonancia con las normas sociales y nos hace más daño que beneficio.

Estrategias exitosas

Entrenar la inteligencia emocional no es sencillo, demanda un conocimiento previo que solo podemos obtener gracias a nuestra curiosidad personal. Ni las escuelas ni los padres tienen claro que deben educar teóricamente sobre esto, solo se adquiere conocimiento a través de las experiencias particulares.

Cuando aprendemos de qué se trata cada emoción y cuáles son sus efectos en el cuerpo podemos reconocerlas y prevenir cualquier arranque. Además, aprendemos a identificarlas en los demás, lo que nos permite reaccionar de la manera más adecuada y tener el control de la situación.

El mal manejo de las emociones no solo tiene consecuencias en nuestra vida social, sino que puede llegar a tener efectos negativos en la salud. El control de ellas no se traduce en represión, sino en vivirlas adecuadamente y en la justa proporción. Informarse sobre el tema es el primer paso para la tranquilidad.

Ejercicios para manejar las emociones más negativas:

El miedo

Meditación. Los ejercicios de meditación pueden ayudarnos a recuperar el control cuando el miedo se apodera de nosotros. Concentrarse en la respiración y sentir cómo el aire entra y sale de los pulmones hace que el ritmo cardiaco desacelere y podamos recuperar la calma.

Piense positivo. Las palabras son muy poderosas, si construimos pensamientos positivos para restarle importancia al miedo y los repetimos conscientemente, podemos lograr que eventualmente la sensación desaparezca. También podemos engañar a la mente con gestos, como una sonrisa.

Ansiedad. La preocupación suele ser un acompañante del miedo y la ansiedad, trate de restarle importancia a esos pensamientos innecesarios. Concéntrese en el presente y sus afanes para no caer en ese ciclo interminable de estar esperando lo peor, aunque nos lo demande la experiencia.

La tristeza

Depresión. La tristeza nos proporciona espacios de reflexión, gracias a ella podemos tomar una pausa antes de seguir con las preocupaciones cotidianas. Sin embargo, es importante conocer los síntomas de la depresión para identificar cuándo la tristeza deja de ser una emoción normal.

Sea sociable. Por más difícil que parezca, el contacto con otros es la estrategia más sencilla para salir de la tristeza. Compartir nuestros sentimientos y otorgarles otros significados puede ser de gran utilidad, además de involucrarnos en actividades que nos puedan producir otras emociones.

Llore. Según Daniel Goleman, “el llanto es un método natural para reducir los niveles de neurotransmisores cerebrales que alimentan la angustia”. No reprima sus sentimientos y dese ese espacio que el cuerpo le está pidiendo para volver a empezar. Viva el momento y pase a otra cosa.

La furia

Otra perspectiva. La clave más evidente para controlar el enfado es tratar de ver las cosas desde una perspectiva distinta. No dejarse envolver por los pensamientos negativos que nos desencadena el hecho, sino esforzarse en tener otras ideas que no permitan que sigamos en lo mismo.

Nada personal. Uno de los detonantes del enfado es que nos sentimos amenazados, no solo físicamente, sino en nuestro ego o autoestima. Nuestro escudo para estos ataques debe ser no tomarnos nada personal ni asumir las cosas, solo será para nosotros si nos lo hacen saber.

Catarsis. Esta solo funciona en casos de furia moderada y consiste en dejar salir como torrente ese sentimiento que nos embarga. Es importante hacerlo lejos del objeto de nuestro enfado, pues la idea es dejar salir la emoción sin provocar unas nuevas. Grite, es el momento.

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