Por tercera vez en menos de tres años, la Policía Nacional se queda sin director. El general Carlos Fernando Triana dejó el cargo luego de ocho meses al frente de la institución, en medio de un ambiente cargado de tensiones políticas, discrepancias internas y cuestionamientos por los resultados en seguridad.
Un ciclo de desconfianza
Triana es el tercer general en dejar la dirección desde que Petro llegó a la Casa de Nariño. Antes de él pasaron Henry Sanabria, apartado tras sus polémicas declaraciones religiosas, y William René Salamanca, quien renunció en medio del escándalo del llamado “Papá Pitufo” y una crisis interna en el Gobierno.
El detonante inmediato de la salida de Triana fue el ataque en Amalfi (Antioquia), el pasado 21 de agosto, en el que murieron 13 policías. Petro, visiblemente molesto, lo calificó como una señal de fallas estructurales en el control territorial. A eso se sumó el golpe diplomático que significó la descertificación de Estados Unidos en materia de lucha antidrogas, pese al reciente viaje de Triana y del almirante Francisco Cubides a Washington para defender los resultados del país.
@periodicoelcolombiano 📍 Con un dron derribaron un helicóptero de la Policía en el Nordeste de Antioquia; seis policías muertos y siete heridos El atentado ocurrió en los límites entre Amalfi y Anorí contra un helicóptero de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía. Este hecho dejó seis uniformados muertos y siete personas lesionadas.
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El otro punto de fricción fueron las cifras de homicidios. Mientras el presidente sostiene que hay inconsistencias entre los reportes de la Policía y los de Medicina Legal, los datos muestran una tendencia preocupante. Hasta abril de este año, el país superaba los 14.500 asesinatos anuales, el registro más alto de los últimos años.
En conversación con EL COLOMBIANO, Erich Saumeth, analista de seguridad y defensa, explicó que la salida del general Triana —tras apenas ocho meses en el cargo de director— vuelve a poner sobre la mesa una pregunta clave para evaluar la estabilidad institucional del país: “¿qué implica que un gobierno cambie tres veces al director de la Policía? ¿Es una señal de ajuste o de desorden estratégico?”.
Según Saumeth, aunque el Ejecutivo intenta presentar los relevos como parte de una búsqueda de eficiencia, “el argumento suena ambiguo”. Más que un ajuste táctico, lo que se proyecta es “la imagen de una institución navegando sin rumbo fijo, con una línea de mando que cambia cada vez que los resultados no se alinean con las expectativas políticas del Ejecutivo”.
El experto recordó que el presidente, al anunciar la salida de Triana, calificó su gestión como “muy buena”. Sin embargo, a pesar de tales declaraciones, fuentes le confirmaron a EL COLOMBIANO que al interior de la Policía algunos consideran esta movida como una jugada política previa a las elecciones y que desde hace mucho corría el rumor de que el presidente Gustavo Petro quería a una mujer en la dirección de la entidad.
El analista también resaltó que Triana fue llamado del retiro para reemplazar al general William René Salamanca en medio del escándalo por corrupción en la Polfa, pero terminó cargando con una seguidilla de reveses ya mencionados: desde la descertificación de Estados Unidos en la lucha antidrogas hasta el aumento en las cifras de homicidio —uno de los indicadores más sensibles para el Gobierno—. Sin olvidar, claro, sus diferencias públicas con Petro sobre la existencia de la llamada “junta del narcotráfico”.
Cabe recordar que Triana marcó distancia de la narrativa presidencial sobre la existencia de una “junta del narcotráfico”, mientras Petro insistía en que ese entramado explicaba incluso hechos como el magnicidio del senador Miguel Uribe Turbay. El general, en cambio, había afirmado, en entrevista con El Tiempo, que “no hay evidencia concluyente” sobre tal estructura.
Para Saumeth, los cambios constantes “no solo afectan la continuidad de las políticas de seguridad, sino que además erosionan la credibilidad del Gobierno frente a sus aliados internacionales, desorientan a la fuerza pública y debilitan el liderazgo interno de la Policía”. En su lectura, el problema no es de nombres, sino de enfoque: la institución, dice, “está siendo administrada bajo la lógica de la coyuntura y no de la estrategia”.
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El experto concluyó con una advertencia: si el Gobierno continúa reemplazando a los directores “cada vez que un indicador empeora o una declaración incomoda”, corre el riesgo de enviar el mensaje de que el mando institucional es secundario frente a la narrativa política. “Sí, es una mala señal, porque revela inestabilidad y sugiere que no hay un norte claro para la seguridad del país”.
El desafío, sin embargo, va más allá del género o de la rotación de generales. La Policía atraviesa una etapa de redefinición: entre la presión internacional por los resultados en la lucha contra el narcotráfico, las tensiones con los alcaldes —como el reciente cruce con Federico Gutiérrez en Medellín— y la crisis de legitimidad frente a la ciudadanía.
En cuanto a una posible movida política, algunos dentro de la entidad no descartan que el mandatario colombiano esté buscando, no solo ajustar el timón de la seguridad, sino también cumplir una promesa de campaña: promover el ascenso de las mujeres en las fuerzas armadas y de policía.
El eventual nombramiento de una mujer sería un golpe de opinión y un gesto de coherencia con la narrativa de inclusión que Petro ha querido proyectar.
¿Quiénes son las mujeres que suenan para ser las próximas directoras de la Policía?
Olga Patricia Salazar es abogada y una de las oficiales con mayor trayectoria dentro de la Policía Nacional. Se destacó por ser la primera mujer en dirigir la Dijín, un cargo históricamente reservado a hombres, y también estuvo al frente del Hospital de la Policía en Bogotá.
Actualmente se desempeña como agregada policial en España, lo que le ha dado experiencia en cooperación internacional y relaciones institucionales. Su eventual nombramiento como directora de la Policía implicaría un cambio mínimo en la línea de mando, pues solo tendrían que salir el actual director y el subdirector.
Sandra Patricia Pinzón es brigadier general y encabeza la Unidad Policial para la Edificación de la Paz, desde donde ha trabajado de cerca con el presidente Gustavo Petro en los temas que vinculan a la Policía con la estrategia de la “paz total”.
Si fuera designada, el relevo sería más amplio, pues tendrían que salir el director, el subdirector y la general Olga Salazar.
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