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Como Mancuso, extraditados también quieren ser gestores de paz

El abogado de “don Berna” dijo que su cliente mandó carta a Petro en julio y nadie respondió.

  • Salvatore Mancuso continúa detenido en Estados Unidos, adonde fue extraditado y condenado por narcotráfico. FOTO: ARCHIVO.
    Salvatore Mancuso continúa detenido en Estados Unidos, adonde fue extraditado y condenado por narcotráfico. FOTO: ARCHIVO.
03 de noviembre de 2022
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El interés demostrado por el presidente Gustavo Petro a la propuesta de Salvatore Mancuso, de convertirse con su venia en un gestor de paz, tiene en ascuas a otros exjefes paramilitares que llevan meses levantando la mano y esperando una respuesta del Gobierno, que a la fecha no se ha dado.

Es el caso de Diego Murillo Bejarano (“don Berna”), antiguo inspector general de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); excomandante de los bloques Cacique Nutibara, Héroes de Granada y Héroes de Tolová; y actualmente extraditado a EE.UU., donde paga una condena por narcotráfico de 31 años y tres meses.

Según su abogado Michel Pineda, “don Berna” le envió una carta a Gustavo Petro el pasado 15 de julio, cuando todavía era presidente electo y no se había posesionado.

Una vez recibió el primer cargo de la Nación y eligió a su gabinete, el defensor mandó una vez más una copia de dicha misiva al Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda.

En el documento, “don Berna” recordó que había conocido a Petro durante una reunión en Córdoba, en la que el político le preguntó al comandante paramilitar Carlos Castaño por qué lo quería matar. Además, señaló que está dispuesto a sumarse al proyecto de “paz total” que impulsa el Jefe de Estado.

Sin embargo, transcurrieron más de tres meses y nada ha pasado. “Doy fe de que la carta se envió y que no ha habido respuesta”, acotó Pineda.

Con Salvatore Mancuso, otro de los paramilitares que compartió con “don Berna” la cúpula de las AUC y quien también está sentenciado en EE.UU. por narcotráfico, el tratamiento ha sido diferente.

El 26 de abril, cuando Petro apenas era candidato presidencial, Mancuso le envió una carta apoyando su propuesta de “paz total” y manifestando el deseo de aportar a la causa con sus conocimientos.

Mancuso repitió la propuesta el 25 de agosto, durante una entrevista radial, y el mandatario reflexionó sobre ello al otro día en un acto público en Majagual, Sucre: “Evaluando en su soledad, después de tanto poder que tuvo, llega a una conclusión: hermano, con Petro podemos tener una oportunidad, construyamos la paz, ese es el momento en el que estamos”.

Y el 29 de octubre en Montería, en un acto con víctimas del conflicto, el Presidente comentó: “¿Qué Mancuso quiere ser gestor de paz? Hablemos (...). Lo que quiero es que ayude a que deje de haber guerra”.

Al día siguiente Mancuso le mandó otra misiva desde su centro de reclusión en Georgia, EE.UU., señalando, entre otras cosas, “dígame, Presidente, cuál es el paso a seguir, estoy listo a entablar una conversación con usted, con el Alto Comisionado para la Paz o con quien usted considere, para materializar esa voluntad compartida de entregarle a las nuevas generaciones una Colombia pacificada”.

Además de “Berna”, hay más exjefes paramilitares y narcos que esperan una respuesta a sus propuestas de paz, como Ramiro Vanoy (“Cuco”), Jacinto Soto (“Lucas”), Francisco Zuluaga (“Gordolindo”), Carlos Jiménez (“Macaco”) y Miguel Mejía (“el Mellizo”), entre otros.

Según Pineda, su cliente sostiene que pueda aportar bastante a la construcción de la verdad, a cambio de su repatriación a Colombia. “Ojalá que la verdad que él conoce no muera en las mismas condiciones que Gilberto Rodríguez Orejuela”, dijo el abogado, refiriéndose al fundador del cartel de Cali, quien murió el pasado junio en la cárcel de Carolina del Norte.

Aunque “Berna” ha confesado múltiples crímenes en los tribunales de Justicia y Paz, por su militancia en varias organizaciones criminales podría seguir aportando su verdad en otros hechos de violencia que marcaron a la Colombia de los años 90 y principios del siglo XXI, como la guerra entre “los Pepes” y el cartel de Medellín, los asesinatos de “la Oficina” y las relaciones de las AUC con el empresariado.

Por lo pronto continúa en la cárcel de máxima seguridad de Terre Haute, en Indiana, compartiendo techo con personas condenadas a muerte.

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